Francisco: La Iglesia no cierra la puerta a ninguno de sus hijos



Ciudad del Vaticano (AICA): La Iglesia como madre, fue nuevamente el tema que ha elegido el papa Francisco para la catequesis de la audiencia general de los miércoles, celebrada esta mañana ante una multitud de peregrinos que desde dos horas antes del comienzo de la audiencia ya comenzaron a poblar una soleada plaza de San Pedro. El papa Francisco, minutos antes de las 10 llegó a la Plaza en el jeep descubierto y durante media hora el santo padre bendijo y saludó a los presentes. La Iglesia como madre “es una imagen que me gusta mucho porque nos dice no sólo como es la Iglesia, sino cual es el rostro que tendría que tener cada vez más la Iglesia, esta madre Iglesia nuestra”, dijo Francisco.

La Iglesia como madre, fue nuevamente el tema que ha elegido el papa Francisco para la catequesis de la audiencia general de los miércoles, celebrada esta mañana ante una multitud de peregrinos que desde dos horas antes del comienzo de la audiencia ya comenzaron a poblar una soleada plaza de San Pedro. El papa Francisco, minutos antes de las 10 llegó a la Plaza en el jeep descubierto y durante media hora el santo padre bendijo y saludó a los presentes.

La Iglesia como madre “es una imagen que me gusta mucho porque nos dice no sólo como es la Iglesia, sino cual es el rostro que tendría que tener cada vez más la Iglesia, esta madre Iglesia nuestra”, dijo Francisco.


Para explicar esa imagen, el Papa partió de lo que una madre hace por sus hijos. En primer lugar “nos enseña a caminar por la vida, nos orienta, intenta siempre indicarnos el camino acertado para crecer y convertirse en adultos. Y lo hace con ternura, con afecto, con amor, siempre, incluso cuando se trata de enderezar nuestro camino porque nos perdemos o seguimos rumbos que nos llevan a un barranco”.


“La Iglesia hace lo mismo: orienta nuestra vida, nos enseña a andar bien. Piensen en los Diez Mandamientos: nos indican el camino que hay que recorrer para madurar, para tener algunos puntos cardinales en nuestro comportamiento. Y son fruto de la ternura, del amor de Dios, que nos los ha dado. Pueden decir: ¡pero son órdenes! ¡Son un conjunto de "no"! Me gustaría invitarlos a leerlos y luego a pensarlos en positivo.


“Se darán cuenta de que tratan de la forma en que nos comportamos con Dios, con nosotros mismos y con los demás. Es justo lo que enseña una mamá para vivir bien. Nos invitan a que no fabriquemos ídolos materiales que luego nos esclavizan, a acordarnos de Dios, a respetar a nuestros padres, a ser honrados, a respetar a los demás”.


“Intenten verlos así, y considerarlos como si fueran las palabras, las enseñanzas que da una madre para ir bien por la vida. Una madre nunca enseña lo que es malo, lo único que quiere es el bien de los hijos, y eso es también lo que hace la Iglesia”.


En segundo lugar, “cuando un niño crece y se hace adulto, asume sus responsabilidades, hace lo que quiere y, a veces, se sale del camino. Pero la madre siempre, en todas las situaciones, tiene la paciencia de seguir acompañando a sus hijos. Lo que la impulsa es la fuerza del amor e incluso cuando se equivocan, encuentra la manera de entender, de ayudar. En mi tierra decimos que una madre sabe "dar la cara" por sus hijos, es decir, está dispuesta a defenderlos siempre”.


“La Iglesia es así, es una madre misericordiosa, que comprende, que trata siempre de ayudar, de alentar incluso a los hijos que se han equivocado y que se equivocan; no cierra nunca las puertas de casa; no juzga, sino que ofrece el perdón de Dios, ofrece su amor que invita a reanudar el camino, incluso a aquellos hijos que han caído en un profundo abismo; no tiene miedo de entrar en su noche para darles esperanza. Y la Iglesia no tiene miedo de entrar en nuestra noche cuando estamos en la oscuridad del alma y de la conciencia para darnos esperanza. ¡Porque la Iglesia es madre!”


Por último, “una madre sabe también pedir, llamar a todas las puertas por sus hijos, sin cálculos, con amor. Y pienso en cómo las madres saben llamar -también y sobre todo- a la puerta del corazón de Dios!”


“Las madres rezan mucho por sus hijos, especialmente por los más necesitados, para los que en la vida han elegido sendas peligrosas o equivocadas. Lo mismo hace la Iglesia: pone en las manos del Señor, con la oración, todas las situaciones de sus hijos. Confiemos en la fuerza de la oración de la Madre Iglesia; el Señor no permanece insensible. Sabe siempre cómo sorprendernos cuando menos lo esperamos. ¡La Madre Iglesia lo sabe!”.


“Estos eran los pensamientos que hoy quería transmitirles –concluyó el Papa-. Veamos en la Iglesia a una buena madre, que nos muestra el camino a seguir en la vida que sabe ser siempre paciente, misericordiosa, comprensiva, y sabe cómo ponernos en manos de Dios”.+



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