La familia fortalecida en el amor de Dios es “sal de la tierra”

El papa Francisco presidió la Misa de clausura de la Jornada de la Familia, enmarcada en el Año de la Fe y que comenzó el sábado 26 de octubre, con la asistencia de 150.000 personas provenientes de más de 70 países.

El Santo Padre centró su homilía en la familia que reza. “Quisiera preguntarles a ustedes, queridas familias: ¿Rezan alguna vez en familia? Algunos sí, lo sé. Pero muchos me dicen: ¿Cómo se hace? La oración es algo personal, y además nunca se encuentra el momento oportuno, tranquilo”, dijo. Sí, es verdad, pero es “también cuestión de humildad, de reconocer que tenemos necesidad de Dios”, añadió.


El Papa afirmó que para rezar se requiere “sencillez”. “Rezar juntos el Padrenuestro, alrededor de la mesa, se puede hacer. Y rezar juntos el rosario, en familia, es muy bello, da mucha fuerza. Y rezar el uno para el otro”, aseveró.


Luego abordó otro aspecto: la familia que conserva la fe. “¿De qué manera conservamos nosotros la fe? ¿La tenemos para nosotros, en nuestra familia, como un bien privado, o sabemos compartirla con el testimonio, con la acogida, con la apertura hacia los demás?”, se preguntó. Todos sabemos que las familias, especialmente las más jóvenes, van con frecuencia “a la carrera”, están muy ocupadas; “pero ¿han pensado alguna vez que esta carrera puede ser también la carrera de la fe?”, dijo. “Las familias cristianas son familias misioneras, en la vida de cada día, haciendo las cosas de todos los días, poniendo en todo la sal y la levadura de la fe”.


Un último aspecto -refirió- lo encontramos de la Palabra de Dios: la familia que vive la alegría. En el Salmo responsorial se encuentra esta expresión: “Que los humildes lo escuchen y se alegren”, recordó. “Todo este Salmo -explicó- es un himno al Señor, fuente de alegría y de paz. Y ¿cuál es el motivo de esta alegría? Es éste: El Señor está cerca, escucha el grito de los humildes y los libra del mal. Lo escribía también San Pablo: ¡Alégrense siempre! el Señor está cerca”.


El Pontífice señaló que “la verdadera alegría viene de la armonía profunda entre las personas, que todos experimentan en su corazón y que nos hace sentir la belleza de estar juntos, de sostenerse mutuamente en el camino de la vida”. Y en la base de este sentimiento de alegría profunda “está la presencia de Dios en la familia, está su amor acogedor, misericordioso, respetuoso hacia todos. Sólo Dios sabe crear la armonía de las diferencias”. Para el papa, si falta el amor de Dios, también la familia pierde la armonía, prevalecen los individualismos y se apaga la alegría. Por el contrario -subrayó-, “la familia que vive la alegría de la fe la comunica espontáneamente, es sal de la tierra y luz del mundo, es levadura para la sociedad”.


Angelus del Papa

Al final de la misa, Francisco dirigió una oración ante una imagen de la Sagrada Familia de Nazaret y encomendó a Jesús, María y José, a todas las familias para que se renueve en ellas las maravillas de la gracia.


“Y ahora juntos rezaremos el Ángelus, dijo finalmente el Santo Padre. Con esta oración, invocamos la protección de María para las familias de todo el mundo, especialmente para aquellas que viven en situaciones de mayor dificultad. ¡María, Reina de la Familia, ruega por nosotros! Digámoslo todos juntos: ¡María, Reina de la Familia, ruega por nosotros! ¡María, Reina de la Familia, ruega por nosotros!


La fiesta de las familias junto al papa Francisco

La Jornada de las familias comenzó en la víspera. Fue una fiesta donde hubo reflexiones, música, narración de cuentos a los niños y testimonios, hasta que el papa Francisco hizo su aparición con un globo naranja en la mano y tomando a varios niños que portaban globos de diferentes colores. Ya en el estrado, el pontífice preguntó a los presentes si sabían hacer el signo de la cruz y, al asentir, les dijo: “Pues vamos a hacerlo juntos”.


Después de la canción “We are the world” (“Somos el mundo”) interpretada en inglés por un coro de niños, todos los globos fueron soltados y pintaron el cielo de colores. Sentado en la butaca del estrado, el papa siguió los testimonios y canciones con atención, mientras las escaleras se llenaban de niños a los pies del pontífice. Después de escuchar a ancianos, familias con y sin dificultades, jóvenes desempleados y emigrantes llegados de África, el Papa se dirigió a los presentes y habló de la familia y del matrimonio.


Aludió al divorcio, al considerar que “no hay que hacer caso a esta cultura de lo provisional que rompe la vida en pedazos”. “Los esposos cristianos no son ingenuos, pero no tienen miedo de responder ante Dios y ante la sociedad”, destacó. Explicó que el matrimonio es un “largo viaje que deben hacer juntos, que dura toda la vida y necesita la ayuda de Jesús”.


Para el papa, hay tres palabras fundamentales para la convivencia en familia -permiso, gracias y perdón- y pidió: “Que nunca terminemos la jornada sin hacer las paces”. Dar las gracias todos los días al otro es bello, aseguró, a la vez que resaltó la importancia de dar explicaciones “cuando alguno se ofende en familia”.


También se refirió a los abuelos, de los que dijo que son “la sabiduría de un pueblo y un pueblo que no escucha a sus ancianos es un pueblo que muere”. El Consejo Pontificio de las Familias, que organizó el acto, señaló que entre los miles de personas presentes se encontraban numerosos niños y ancianos, “para destacar la sucesión generacional que tiene lugar en la familia”.


Durante la tarde se celebró el concurso “Talentos de Familia” en el que se presentaron diecinueve canciones, de las cuales tres fueron seleccionadas y se escucharon durante la fiesta de las familias, la primera de ellas interpretada por un joven italiano, la segunda por un peruano y la tercera por un congolés.


Otro de los actos organizados por el Consejo Pontificio de la Familia fue el concurso “Presenta tu familia al papa Francisco”, para el que fueron enviados más de 4.000 dibujos elaborados por niños de todo el mundo. A las 19.30 hora local, el pontífice saludó a los participantes y ya de noche subió al “papamóvil” para moverse entre los asistentes, que lo abrazaban y besaban.+


Texto del Discurso del Papa



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