El Papa presidió la misa de acción de gracias por la canonización de José de Anchieta

El Papa presidió la misa de acción de gracias por la canonización de José de Anchieta




Roma (Italia) (AICA): El Papa Francisco presidió, en la tarde de este jueves 24 abril, en la iglesia San Ignacio de Loyola de Roma, la misa en acción de gracias por la canonización del jesuita José de Anchieta, el apóstol de Brasil, quien de origen español, con tan sólo 19 años fue enviado por el propio San Ignacio de Loyola a América. Se estableció en el Brasil donde fundó las ciudades de Río de Janeiro y San Pablo. José de Anchieta fue canonizado por el papa Francisco el pasado 3 de abril mediante la fórmula de la canonización equivalente.

El Papa Francisco presidió, en la tarde de este jueves 24 abril, en la iglesia San Ignacio de Loyola de Roma, la misa en acción de gracias por la canonización del jesuita José de Anchieta, el apóstol de Brasil, quien de origen español, con tan sólo 19 años fue enviado por el propio San Ignacio de Loyola a América.

Se estableció en el Brasil donde fundó las ciudades de Río de Janeiro y San Pablo. José de Anchieta fue canonizado por el papa Francisco el pasado 3 de abril mediante la fórmula de la canonización equivalente, que no responde a un milagro reciente, sino que se reconoce su intensa labor de evangelización en el Brasil, realizada en la segunda mitad del siglo XVI.


La delegación canaria, de algo más de ochenta personas, estuvo encabezada por el obispo de Tenerife, monseñor Bernardo Álvarez, y por el obispo de Gran Canaria, monseñor Francisco Cases, el presidente del Gobierno regional, Paulino Rivero, el del Cabildo de Tenerife, Carlos Alonso, y el alcalde de La Laguna -ciudad natal de san José de Anchieta-, Fernando Clavijo, entre otros.


Asimismo estuvieron presentes del Brasil, los cardenales Raymundo Damasceno Assis, Claudio Hummes, Juan Braz de Aviz y Odilio Pedro Scherer.


La misa se celebró en portugués pero el Santo Padre realizó su homilía en español tomando el Evangelio del día que relata el pasaje de los discípulos de Emaús a los que le sale al encuentro Jesús Resucitado.


A continuación, reproducimos las palabras pronunciadas por el papa Francisco durante la misa de acción de gracias:


“Varios sentimientos irrumpen en el corazón de los discípulos: miedo, sorpresa, duda y, por fin, alegría. Una alegría tan grande que por esta alegría “no alcanzaban a creer”. Estaban atónitos, pasmados, y Jesús, casi esbozando una sonrisa, les pide algo de comer y comienza a explicarles, despacio, la Escritura, abriendo su entendimiento para que puedan comprenderla”. “Los discípulos, agregó el Papa, le tenían miedo a la alegría… Y nosotros también”.


Tomando el texto de la segunda lectura, que narra el pasaje de Hechos de los Apóstoles en el que Pedro cura al paralítico, El Santo Padre explicó que la alegría del encuentro con Jesucristo, ésa que nos da tanto miedo de asumir, es contagiosa.


Los apóstoles, con Pedro a la cabeza, luego de la Resurrección gritan el anuncio, y ahí crece la Iglesia. “Ese testimonio que nace de la alegría asumida y luego transformada en anuncio. Es la alegría fundante. Sin este gozo, sin esta alegría, no se puede fundar una iglesia, una comunidad cristiana.


Es una alegría apostólica, que se irradia, que se expande. Me pregunto: Como Pedro, ¿soy capaz de sentarme junto al hermano y explicar despacio el don de la Palabra que recibí? ¿Soy capaz de convocar a mi alrededor el entusiasmo de quienes descubren en nosotros el milagro de una vida nueva, que no se puede controlar, a la cual debemos docilidad porque nos atrae, nos lleva; esa vida nueva nacida del encuentro con Cristo?”, dijo el Papa.


“También san José de Anchieta, subrayó Francisco, supo comunicar lo que él había experimentado con el Señor, “lo que había visto y oído” de Él; lo que el Señor le comunicó en sus ejercicios. Él, junto a Nóbrega, es el primer jesuita que Ignacio envía a América. Un chico de 19 años. Era tal la alegría que tenía, tal el gozo, que fundó una nación, puso los fundamentos culturales de una nación en Jesucristo. No había estudiado teología, no había estudiado filosofía; era un chico, pero había sentido la mirada de Jesucristo y se dejó alegrar, y optó por la luz. Ésa fue y es su santidad. No le tuvo miedo a la alegría”.


“San José de Anchieta, dijo finalmente el Pontífice, tiene un hermoso himno a la Virgen María, a quien, inspirándose en el cántico de Isaías 52, compara con el mensajero que proclama la paz, que anuncia el gozo de la Buena Noticia. Que Ella, que en esa madrugada del domingo, insomne por la esperanza, no le tuvo miedo a la alegría, nos acompañe en nuestro peregrinar, invitando a todos a levantarse, a renunciar a la parálisis, para entrar juntos en la paz y la alegría que Jesús, el Señor Resucitado, nos regala.+



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