La ascensión, fuente de esperanza y camino de misión



Santa Fe (AICA): “La Iglesia no es un ‘club privado’ para pocos, sino una comunidad abierta que celebra su fe y que siempre se encuentra en actitud de salida, nos diría Francisco: ‘La Iglesia en salida, él la define como, la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan’”, aseguró el arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo en su alocución semanal. El prelado también advirtió que “celebrar la Ascensión del Señor y no revisar nuestra actitud de esperanza, como nuestro espíritu misionero en lo concreto de nuestras comunidades, es no comprender el significado pleno del Evangelio de Jesucristo”.

El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, dijo que “con la vuelta de Jesús al Padre se cumple su misión en el mundo. Con la diferencia de que ya no vuelve solo como cuando vino, sino como Cabeza de una humanidad nueva que vino a salvar. Su obra se va a coronar con el envío del Espíritu Santo el día de Pentecostés” y explicó que, por ello, a “la Ascensión la llamamos la fiesta de la esperanza cristiana”.

“Recuerdo una imagen que me hizo mucho bien, Cristo en la Ascensión, decía, puso el ancla de la humanidad en el puerto seguro de la Casa del Padre, que es nuestra casa. Todas las aspiraciones del hombre han sido asumidas por Cristo y las ha llevado con él. El hombre encuentra en él el sentido y la finalidad de su vida. Dejamos de ser alguien más en este mundo, para ser ‘alguien único’ con una misión, que él ha venido a hacer suya y orientar en la totalidad de la condición humana, espiritual y social. Descubrirme en esta relación personal con Jesucristo es el inicio de un camino siempre nuevo que da sentido a nuestra vida y me hace su testigo en la sociedad”, subrayó en su alocución semanal.


El prelado santafesino aseguró que “alcance de esta verdad de Jesucristo no es algo exclusivo para algunos sino para todos los hombres. El Evangelio mira a todos los hombres. Por ello, la Ascensión, además de ser la fiesta de la esperanza, es el inicio de la misión en la vida de la Iglesia: ‘Vayan, les dice a los apóstoles, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo’”.


“Hay en Cristo, en cuanto Hijo de Dios y enviado al mundo, un horizonte universal. No se trata, por otra parte, del proselitismo de una idea o de una doctrina, sino de presentar la realidad de un acontecimiento que tiene su centro en la persona de Jesucristo y que sólo se vive y alcanza su plenitud en el encuentro con él. El evangelio no crece por proselitismo sino por la atracción de su verdad. Por ello es tan luminosa la frase del Santo Padre cuando nos dice: ‘No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva’. La misión es el acto mayor de amor para con mi hermano”, indicó citando al papa emérito Benedicto XVI.


El arzobispo santafesino sostuvo que “este mandato misionero de Jesucristo se convierte para el cristiano en una tarea que le da sentido en el mundo y lo compromete. Nadie puede adueñarse de Jesucristo o hacerlo una suerte de ‘propiedad privada’, ni la Iglesia. Es más, diría que sólo lo conservamos cuando lo entregamos. A veces pienso que muchos cristianos han ido perdiendo el entusiasmo de la fe, y apartándose de sus comunidades, cuando han dejado de comprender a la vida cristiana en clave misionera”.


Por último, monseñor Arancedo afirmó que “la Iglesia no es un ‘club privado’ para pocos, sino una comunidad abierta que celebra su fe y que siempre se encuentra en actitud de salida, nos diría Francisco: ‘La Iglesia en salida, él la define como, la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan’” y advirtió que “celebrar la Ascensión del Señor y no revisar nuestra actitud de esperanza, como nuestro espíritu misionero en lo concreto de nuestras comunidades, es no comprender el significado pleno del Evangelio de Jesucristo”.+

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