El peligro del formalismo y la trivialidad en las expresiones religiosas



Corrientes (AICA): “El menosprecio o indiferencia de tanta gente ante lo religioso se debe a cierto hartazgo producido por el formalismo y la trivialidad de sus expresiones. El sendero de la fe es pedregoso y exige un entrenamiento constante. No todos lo entienden de esta manera. Existe una tendencia irrefrenable a evitar el esfuerzo, que adquiere dimensiones íntimas y personales. La ascética cristiana converge en la caridad o no es cristiana. Se opone a ella el único propósito de perfeccionar la voluntad y conquistar cierta bonomía diplomática para la superficie o el bien parecer. La obra artesanal de Dios es una ‘nueva creatura’ y, por lo mismo, se opone a cualquier tipo de teatralización”, advirtió el arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, al explicar la importancia de la solemnidad de San Pedro y San Pablo.

El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, lamentó que transmisión que hacen los medios de la solemnidad de San Pedro y San Pablo, en la que el Papa entrega los palios a los arzobispos recientemente designados, al considerar que “posee una carga profana que desfigura su verdadera naturaleza. Se la vincula más a una concepción cortesana de la vida social, dejando en la penumbra su auténtica virtud evangelizadora”, pero recordó que “el sagrado ministerio, como lo entendían los apóstoles, es un servicio necesario para suscitar y alimentar la fe”.

“El menosprecio o indiferencia de tanta gente ante lo religioso se debe a cierto hartazgo producido por el formalismo y la trivialidad de sus expresiones. El sendero de la fe es pedregoso y exige un entrenamiento constante. No todos lo entienden de esta manera. Existe una tendencia irrefrenable a evitar el esfuerzo, que adquiere dimensiones íntimas y personales”, advirtió.


“La ascética cristiana converge en la caridad o no es cristiana. Se opone a ella el único propósito de perfeccionar la voluntad y conquistar cierta bonomía diplomática para la superficie o el bien parecer. La obra artesanal de Dios es una ‘nueva creatura’ y, por lo mismo, se opone a cualquier tipo de teatralización”, sostuvo.


El prelado destacó que “los apóstoles son testigos acreditados de la novedad causada, en quienes creen, por el Espíritu de Pentecostés” y agregó: “Aquellos tres mil primeros convertidos ven, en Pedro y en sus hermanos, lo que, a partir del anuncio evangélico, desean para ellos”.


Texto de la sugerencia

1.- El Ministerio apostólico. Hoy la Iglesia celebra la Solemnidad de San Pedro y San Pablo. El Papa Francisco entregará los palios a los Arzobispos recientemente designados. Hace diez y nueve años recibí de manos del Papa San Juan Pablo II el palio que me correspondia como Arzobispo de Corrientes. Inolvidable acontecimiento (29 de junio de 1995) con el que se inició formalmente mi pastoreo. El palio es un signo de estrecha comunión y cooperación de un Obispo con el Sucesor de Pedro. Por eso, desde aquel Santo Pontífice, hasta nuestros dias, el Papa confiere, personalmente, el sagrado Palio a los nuevos Arzobispos. Este acontecimiento, aparentemente restringido a lo litúrgico, cobra interés de amplio espectro histórico. La coincidencia celebratoria guarda un sentido pedagógico que será oportuno convertir en catequesis. Los Apóstoles San Pedro y San Pablo son - junto a los demás Apóstoles y sus sucesores - los testigos necesarios de un Ministerio poco comprendido y, no obstante, imprescindible para despertar la fe y celebrarla.


2.- Es un servicio necesario para la fe. La transmisión que hacen los medios de esta Solemnidad religiosa posee una carga profana que desfigura su verdadera naturaleza. Se la vincula más a una concepción cortesana de la vida social, dejando en la penumbra su auténtica virtud evangelizadora. El sagrado Ministerio, como lo entendían los Apóstoles, es un "servicio necesaro" para suscitar y alimentar la fe. Basta recorrer la predicación apostólica y la relación de aquellos sagrados ministros con el pueblo. La vinculación del Apóstol con el mundo, desde los orígenes de la Iglesia, es de fundamental importancia. Distanciarlo de la gente es inhabilitarlo y presentar su ministerio como vano e innecesario. Esa situación, a la que ha sido reducida la vida de muchos ministros de la Iglesia, perjudica la fe de los creyentes y oculta la Palabra a quienes aún no la han recibido. Más que hallar nuevas metodologias es preciso actualizar el fervor que mostraron los Apóstoles y discípulos el dia de Pentecostés. Corremos el riesgo de planificarlo todo sin lograr la evangelización del mundo. Se ha producido una invasión de esquemas programáticos - para la actividad pastoral - que no ofrecen frutos de conversión y santidad, como si se pretendiera extraer jugo de un limón agotado y seco. El fervor de los santos es insustituible en la tarea de transmitir la Palabra de Dios a quienes necesitan alimentar su fe o iniciarla.


3.- Nueva creación versus teatralización. El menosprecio o indiferencia de tanta gente ante lo religioso se debe a cierto hartazgo producido por el formalismo y la trivialidad de sus expresiones. El sendero de la fe es pedregoso y exige un entrenamiento constante. No todos lo entienden de esta manera. Existe una tendencia irrefrenable a evitar el esfuerzo, que adquiere dimensiones íntimas y personales. La ascética cristiana converge en la caridad o no es cristiana. Se opone a ella el único propósito de perfeccionar la voluntad y conquistar cierta bonomía diplomática para la superficie o el bien parecer. La obra artesanal de Dios es una "nueva creatura" y, por lo mismo, se opone a cualquier tipo de teatralización. Los Apóstoles son testigos acreditados de la novedad causada, en quienes creen, por el Espíritu de Pentecostés. Aquellos tres mil primeros convertidos ven, en Pedro y en sus hermanos, lo que, a partir del anuncio evangélico, desean para ellos. .


4.- . ¡Conviértanse, el Reino está! Asi se inicia la evangelización. El Espíritu Santo se hace cargo del testimonio humilde de los Apóstoles, para que el mundo sea notificado de la Resurrección de Cristo y tenga la oportunidad de integrar el Reino de Dios, ya presente entre los hombres. En lo sucesivo la Iglesia, fundada en ellos - por voluntad del mismo Señor - dedicará lo que es y posee a la principal tarea de llamar a la conversión, como lo hizo Jesús en los orígenes de su ministerio: "A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: ' Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca' " (Mateo 4, 17). El Ministerio apostólico está para que la Iglesia, que es gobernada pastoralmente por aquellos humildes discípulos, se dedique exclusivamente a que el mundo sea evangelizado. El Concilio Ecuménico, cuyo cincuentenario acabamos de celebrar, ha dejado muy clara esta premisa. No entenderemos la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, sin una clara y actualísima visión del ministerio que ellos han recibido de Jesús y han transmitido a sus Sucesores.+



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