Obispos en Tierra Santa: Urge defender la dignidad de las personas que sufren en Gaza


Obispos en Tierra Santa: Urge defender la dignidad de las personas que sufren en Gaza


“Vinimos a rezar y apoyar a la comunidad cristiana, para promover la paz y la dignidad humana en esta tierra dividida. Vimos las trágicas consecuencias del fracaso de la política nacional e internacional para lograr la paz. El actual conflicto amenaza la dignidad de los palestinos y de los israelíes, pero sobre todo nos urge a apoyar a las personas que sufren en Gaza”, expresa el comunicado final difundido al término del encuentro anual de la Coordinadora de las Conferencias Episcopales para la Iglesia en Tierra Santa y la Asamblea de Obispos Católicos de Tierra Santa, que tuvo lugar del 10 al 14 de enero.

Desde 1998, la Coordinadora de las Conferencias Episcopales en apoyo de la Iglesia en Tierra Santa se viene reuniendo por invitación de la Asamblea de Ordinarios Católicos en Tierra Santa.


Por un mandato expreso de la Santa Sede, la Coordinadora de Tierra Santa se reúne cada mes de enero en Tierra Santa, concentrándose en la oración, la peregrinación y la persuasión, con el objetivo de actuar en solidaridad con la comunidad cristiana, ya que ésta experimenta fuertes presiones políticas y socioeconómicas.


Comunicado final: “La dignidad humana como fundamento de la Paz”

Vinimos a rezar y apoyar a la comunidad cristiana, para promover la paz y la dignidad humana en esta tierra dividida.


Vimos las trágicas consecuencias del fracaso de la política nacional e internacional para lograr la paz. La dignidad humana viene dada por Dios y es absoluta. El actual conflicto amenaza la dignidad de los palestinos y de los israelíes, pero sobre todo nuestro compromiso con los pobres nos urge a apoyar a las personas que sufren en Gaza. Hace un año, definimos la situación de Gaza como “un desastre realizado por el hombre, un escándalo desconcertante, una injusticia que pide a la humanidad una solución”. A raíz de la terrible destrucción causada por la guerra del pasado año, nuestra presencia recordó a la pequeña comunidad cristiana de Gaza que no ha sido olvidada.


Decenas de miles de familias de Gaza no tienen una vivienda adecuada. En este último período de frío polar, al menos dos niños murieron de hipotermia. El bloqueo continuo impide la reconstrucción y contribuye dramáticamente a la desesperación que mina la legítima esperanza de los israelíes por su seguridad. Pero también crea niveles intolerables de desempleo y empuja a las personas sencillas hacia la pobreza más extrema.


A pesar de la devastación, las aterradoras escenas de destrucción que hemos visto, y los temores de otra guerra que pudimos escuchar, la esperanza está viva en Gaza. Vimos familias que reconstruyen sus vidas con determinación. Vimos una pequeña comunidad cristiana con una fe enorme. Admiramos la tenacidad de muchos voluntarios. Visitamos la escuela Sagrada Familia, donde musulmanes y cristianos estudian y juegan juntos en armonía. Nos reunimos con las Hermanas del Santo Rosario, que fieles a su cofundadora la beata Marie-Alphonsine, que este año será canonizada por el papa Francisco, realizan un ministerio profético de educación. Celebramos la misa con las Hermanas Carmelitas del Carmelo de Belén. Su fundadora la beata Mariam Baouardy, es otra cristiana palestina cuya vida da testimonio de la santidad que aún emana de esta tierra, y también ella será canonizada.


Los líderes políticos deben defender la dignidad humana de la población de Gaza. Un estudiante nos dijo, de modo punzante, que había recibido un correo electrónico durante la guerra en el que le preguntaban si necesitaba comida, ropa o vivienda. Sin amargura, respondió que lo que necesitaba era dignidad. Las personas de buena voluntad de ambas partes del conflicto quieren lo mismo, una vida digna de la persona humana.


En los próximos meses vamos a seguir oponiéndonos al proyecto de la construcción del muro en el valle de Cremisán, ya que esto significaría la pérdida de las tierras y del sustento de muchas familias cristianas. Esta situación es trágicamente un microcosmos respecto a la cuestión de la tierra. Seguiremos también oponiéndonos a la expansión del programa de los asentamientos, ilegales según el derecho internacional, de la que hemos sido testigos directos en Hebrón. Su impacto en la libertad de circulación de los palestinos y en la confiscación de tierras es simplemente injusto.


Tras el fracaso de las negociaciones y la consiguiente violencia del 2014, invitamos urgentemente a los poderes públicos a ser creativos, a encontrar nuevos enfoques, para construir puentes, no muros. Tenemos que humanizar el conflicto favoreciendo una mayor interacción entre israelíes y palestinos. La paz sólo llegará cuando todas las partes respeten el hecho de que la Tierra Santa es sagrada para las tres religiones y es el hogar de dos pueblos.


Conscientes de que este año caminamos siguiendo las huellas del papa Francisco, hacemos nuestro su reciente discurso realizado ante el Cuerpo Diplomático:


“Mi pensamiento se dirige, sobre todo, a Medio Oriente, comenzando por la amada tierra de Jesús, que tuve la alegría de visitar el pasado mes de mayo y a la que no nos cansaremos nunca de desear la paz. Así lo hicimos, con extraordinaria intensidad, junto al entonces Presidente israelí, Shimon Peres, y al Presidente palestino, Mahmud Abbas, con la esperanza firme de que se puedan retomar las negociaciones entre las dos partes, para que cese la violencia y se alcance una solución que permita, tanto al pueblo Palestino como al Israelí, vivir finalmente en paz, dentro de unas fronteras claramente establecidas y reconocidas internacionalmente, de modo que “la solución de dos Estados” se haga efectiva”.


El camino de la paz exige el respeto de los derechos humanos de israelíes y palestinos. Nuestra oración alimenta la esperanza que hace posible la paz. Pedimos a todos los cristianos que recen por los judíos, los cristianos y los musulmanes de esta tierra que llamamos Santa”.


Firman el comunicado los siguientes obispos: Stephen Ackermann, Alemania; Stephen Brislin, Sudáfrica; Raymond Browne, Irlanda; Peter Bürcher, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega, Suecia; Oscar Cantú, Estados Unidos; Christopher Chessun, Iglesia de Inglaterra; Michel Dubost, Francia; Ricardo Fontana, Italia; Lionel Gendron, Canadá; Felix Gmur, Suiza; Patrick Kelly, Inglaterra y Gales; William Kenney, Inglaterra y Gales, COMECE; Declan Lang, Inglaterra y Gales; Kieran O'Reilly, Irlanda; Thomas Maria Renz, Alemania; Joan-Enric Vives, España.+



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