Tiempo de convertirnos y de creer en el Evangelio




Puerto Iguazú (Misiones) (AICA): El obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, comentó el Evangelio del primer domingo de Pascua, en el que se recuerdan los 40 días que Jesús pasó en el desierto antes del inicio de su vida pública y las tentaciones a las que fue sometido.

El obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, comentó el Evangelio del primer domingo de Pascua, en el que se recuerdan los 40 días que Jesús pasó en el desierto antes del inicio de su vida pública y las tentaciones a las que fue sometido.

Monseñor Martorell recordó que la Cuaresma es fundamentalmente un tiempo para volver el corazón a Dios; es también un tiempo oración, de penitencia, de reconciliación y perdón que prepara el corazón para vivir la gracia de la Pascua de Resurrección.


“La oración nos ayuda a reflexionar y descubrir lo que hay que cambiar en nuestra vida para agradar al Señor; el ayuno y las disciplinas cuaresmales son para ofrecer algo a Dios, para ofrecer sacrificios, para mostrar cuánto le amamos” , explicó el prelado, quien también señaló la importancia de vivir este tiempo litúrgico como una ocasión privilegiada para crecer en la fe y en la comprensión y vivencia del amor divino.


El obispo comentó las lecturas y explicó que el amor de Dios, roto por el pecado de Adán, sufre un largo proceso de reconstrucción a lo largo de toda la historia de la salvación. Para ello, Dios establece una alianza con Noé al final del diluvio. Observó que el castigo divino llevó siempre consigo la promesa de la salvación y subrayó cómo Dios manifiesta su amor y ternura aún en la disciplina.


Al explicar el evangelio en el que Jesús es tentado por Satanás, monseñor Martorell dijo que Jesús acepta ser tentado por Satanás. Observó que el demonio quiere hacer creer al hombre que todo proviene de sus manos y de su inteligencia a la hora de ordenar la realidad del mundo.


“Cuando el hombre cree que él es el señor de la vida y de la historia y deja de lado a Dios, Satanás encuentra el terreno propicio para su obra que es la destrucción del mundo y de la vida, precisamente porque todo es obra de Dios. La destrucción, la esclavitud del mal y el desprecio por la vida serán el costo por asentir a tal tentación”, manifestó el obispo.


Para destruir estas y otras posibles incitaciones al mal, monseñor Martorell recomendó mantener en el corazón y en todo el ser la palabra de Jesús en el Evangelio: «Adorarás al Señor tu Dios y sólo a Él darás culto».


“En este culto de verdad y de vida se encuentra la salvación del hombre y la grandeza del mundo”, concluyó el prelado.+


Texto completo de la homilía



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