El Papa pide a todos rezar por el próximo Sínodo de la Familia


El papa Francisco celebró hoy la audiencia general en una lluviosa plaza de San Pedro, colmada de fieles que a pesar de la lluvia acompañaban al Santo Padre, quien haciendo una pausa en su ciclo de catequesis sobre la familia aprovechó la coincidencia con la Fiesta de la Anunciación, que la Iglesia celebra hoy, para recordar el “vínculo sagrado” que existe entre la Iglesia y la familia, y para poner a toda la Plaza a rezar por el próximo Sínodo de la Familia, que tendrá lugar en octubre.

“Esta será una audiencia dedicada a la oración”, advirtió el Papa desde el principio de su intervención. En primer lugar, habló sobre la importancia para la Iglesia del sí de María, que fue el inicio de la obra de redención de la humanidad. Así, quiso recitar el Ave María con los fieles presentes, recordando que la oración mariana por excelencia “recoge precisamente el momento que hoy celebramos.


“Hoy celebramos que Dios quiso nacer en una verdadera familia humana”, prosiguió Francisco. Esta verdad hace que la Iglesia “tenga un vínculo sagrado e inviolable con la familia”, a la que “no abandona nunca, aunque esté herida, caiga en el pecado o se aleje de ella”.


La Iglesia necesita “muchas oraciones para llevar a cabo su misión hacia la familia”, por lo que lanzó de nuevo un llamamiento a todos los cristianos a “rezar a diario la oración especial por el Sínodo de la Familia”. “Necesitamos oraciones, no chismes”, advirtió.


De hecho, miles de estampas con la oración fueron repartidas en los puestos de ingreso en la Plaza de San Pedro.


El Papa Francisco quiso recordar también que la fiesta de hoy se celebra en muchos países como Día por la Defensa de la Vida, y que se cumplen también 20 años de la firma de la encíclica “Evangelium Vitae de Juan Pablo II. Una defensa de la vida, añadió, que no puede desvincularse de la defensa de la familia. “Desde el principio Dios bendijo al hombre y a la mujer para formar una comunidad de amor donde surgiera la vida”.




Palabras del Papa


Queridos hermanos y hermanas


Hoy la audiencia se lleva a cabo en dos lugares diferentes, como hacemos cuando llueve: ustedes aquí en la plaza, y muchos enfermos en el Aula Pablo VI que siguen la audiencia a través de las pantallas gigantes. Ahora, como un gesto de fraternal cortesía, les saludamos con un aplauso. ¡Y no es fácil aplaudir con el paraguas en la mano!


En nuestro camino de catequesis sobre la familia, hoy es una etapa un poco especial: será una parada de oración.


El 25 de marzo en la Iglesia celebramos solemnemente la Anunciación, inicio del misterio de la Encarnación. El arcángel Gabriel visita a la humilde joven de Nazaret y le anuncia que concebirá y dará a luz al Hijo de Dios. Con este Anuncio, el Señor ilumina y refuerza la fe de María, como después hará también por su esposo José, para que Jesús pueda nacer en una familia humana. Esto es muy bonito: nos muestra profundamente el misterio de la Encarnación, así como Dios lo que ha querido, que comprende no solamente la concepción en el vientre de la madre, sino también la acogida en una verdadera familia.


Hoy quisiera contemplar con ustedes la belleza de esta unión, de esta condescendencia de Dios; y podemos hacerlo recitando juntos el Ave María, que en la primera parte retoma precisamente las palabras que el ángel dirige a la Virgen. Rezamos juntos:


“Dios te salve María llena eres de gracia el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén”


Y ahora un segundo aspecto: el 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación, en muchos países se celebra la Jornada por la Vida. Por esto, hace 20 años, san Juan Pablo II en esta fecha firmó la Encíclica Evangelium vitae.


Para recordar tal aniversario hoy están presentes en la plaza muchos miembros del Movimiento por la Vida. En Evangelium vitae la familia ocupa un lugar central, en cuanto es el seno de la vida humana. La palabra de mi venerado predecesor nos recuerda que la pareja humana ha sido bendecida por Dios desde el principio para formar una comunidad de amor y de vida, en la que está confiada a la misión de la procreación.


Los esposos cristianos, celebrando el sacramento del Matrimonio, se hacen disponibles a honrar esta bendición, con la gracia de Cristo, para toda la vida. La Iglesia, por su parte, se compromete solemnemente a cuidar de la familia que hace, como don de Dios para su misma vida, en las buenas y en las malas: la unión entre Iglesia y familia es sagrada e inviolable. La Iglesia, como madre, no abandona nunca a la familia, tampoco cuando está abatida, herida y mortificada de muchas formas. Ni siquiera cuando cae en el pecado, o se aleja de la Iglesia; siempre hará de todo para tratar de curarla y de sanarla, invitarla a la conversión y reconciliarla con el Señor.


Pues bien, si esta es la tarea, parece claro de cuánta oración necesita la Iglesia para ser capaz, en cada tiempo, para cumplir esta misión. Una oración llena de amor por la familia y por la vida. Una oración que sabe alegrarse con quien se alegra y sufrir con quien sufre.


Esto es lo que, junto con mis colaboradores, pensamos proponer hoy: renovar la oración por el Sínodo de los Obispos sobre la familia. Lanzamos de nuevo este compromiso hasta el próximo octubre, cuando tendrá lugar la Asamblea sinodal ordinaria dedicada a la familia.


Quisiera que esta oración, como todo el camino sinodal, sea animada por la compasión del Buen Pastor por su rebaño, especialmente por las personas y las familias que por distintos motivos están “cansadas y agobiadas, como ovejas sin pastor”. Así, sostenida y animada por la gracia de Dios, la Iglesia podrá estar aún más comprometida, y aún más unida, con el testimonio de la verdad del amor de Dios y de su misericordia por las familias del mundo, ninguna excluida, tanto dentro como fuera del redil.


Les pido por favor que no falte su oración. Todos -el Papa, los cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, fieles laicos- todos estamos llamados a rezar por el Sínodo. ¡Es necesario, no lo olviden!


Invito a rezar también a los que se sienten alejados, o que ya no están acostumbrados a hacerlo. Esta oración por el Sínodo de la familia es por el bien de todos. Sé que esta mañana les dieron una estampa y que la tienen entre las manos. Tal vez esté un poco mojada… Los invito a conservarla y llevarla con ustedes, así en los próximos meses pueden recitarla a menudo, con santa insistencia, como nos pidió Jesús. Ahora la recitamos juntos:


Jesús, María y José,

en ustedes contemplamos

el esplendor del amor verdadero,

nos dirigimos con fe a ustedes,

Santa Familia de Nazaret

hagan nuestras familias

lugares de comunión y cenáculos de oración,

auténticas escuelas del Evangelio

y pequeñas Iglesias domésticas.

Santa Familia de Nazaret,

que nunca más en las familias haya

violencia, cerrazón y división:

quien haya sido herido o escandalizado

conozca pronto el consuelo y la sanación.

Santa Familia de Nazaret,

que el próximo Sínodo de los Obispos

pueda volver a despertar en todos la conciencia

del carácter sagrado e inviolable de la familia

de su belleza en el proyecto de Dios.

Jesús, María y José,

Escuchen y atiendan nuestra súplica. Amén.+



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