Llamado al presbiterio mendocino a revalorar la misión sacerdotal




Mendoza (AICA): Los sacerdotes mendocinos renovaron sus promesas sacerdotales durante la misa crismal que presidió el arzobispo, monseñor Carlos María Franzini, el martes 24 de marzo en la parroquia Santiago Apóstol y San Nicolás. Monseñor Franzini los alentó a reconocer y hacerse cargo de las “infidelidades a la identidad y a la misión que hemos recibido del Señor”, animar las Cáritas parroquiales y valorar la vida consagrada.

Los sacerdotes mendocinos renovaron sus promesas sacerdotales durante la misa crismal que presidió el arzobispo, monseñor Carlos María Franzini, el martes 24 de marzo en la parroquia Santiago Apóstol y San Nicolás de Tolentino.

En un día lluvioso y luego de una jornada de espiritualidad en la casa de retiros de Lunlunta, el clero diocesano y religioso se trasladó a la iglesia de Peatonal Sarmiento. Además de los ministros, asistieron religiosos, religiosas, consagrados, diáconos, seminaristas y fieles laicos.


Evocando los cincuenta años del Concilio Vaticano II, que promovió la reforma litúrgica, la misa crismal contó con el acompañamiento musical de la Misa Criolla de Ariel Ramírez, interpretada por el coro diocesano Juan Pablo II.


Recordó a los sacerdotes del presbiterio fallecidos en el tiempo transcurrido desde la última misa crismal: Rubén Laporte, Mario Montanari y Juan Perich. Luego recordó, en referencia al Evangelio, que también ellos son, como los apóstoles, llamados a anunciar la Buena Noticia a los pobres y a proclamar un año de gracia.


“Esta común vocación de todo el santo pueblo de Dios se especifica según la particular llamada que cada uno recibe del mismo Señor para servirle. Por ello es necesario crecer día a día en la viva conciencia de la propia llamada, esto es, de la propia identidad y misión al servicio del Señor y de su pueblo”, expresó el arzobispo.


Monseñor Franzini invitó a reconocer y hacerse cargo de las “infidelidades a la identidad y a la misión que hemos recibido del Señor”. Señaló que “cada uno sabrá por dónde debe afianzar su identidad para que refleje más nítidamente la imagen del Buen Pastor que Dios y su santo pueblo tienen derecho a esperar de nosotros”.


“Cada uno sabrá por dónde debe recorrer su propio camino de reparación”, añadió.


Monseñor Franzini recordó a los presbíteros algunos puntos de su Carta Pastoral de Cuaresma 2015, para “ayudarlos y ayudarme en el examen de conciencia”. Indicó que “si los pastores no somos los primeros adoradores ‘en espíritu y en verdad’, es inútil esperarlo del rebaño”, y que “en vano trabajo el obrero si el Señor no construye la casa”.


"Les toca a los sacerdotes -expresó- encarnar en primera persona el sueño del papa Francisco de tener una Iglesia pobre y al servicio de los pobres, un ministerio pobre y al servicio de los pobres”, e insistió en que los presbíteros animen la tarea de las Cáritas parroquiales. En relación al camino pastoral en la pastoral ordinaria, explicó que “los pastores somos los primeros invitados a tomarnos en serio esta propuesta para hacer ‘en comunión’ el camino pastoral de la diócesis”.


Para finalizar, monseñor Franzini hizo referencia al Año de la Vida Consagrada y a la enseñanza que Juan Pablo II plasmaba en su exhortación apostólica postsinodal Pastores dabo vobis, sobre la “perspectiva de nuestra identidad relacional: el presbiterio y la vida consagrada”.


El prelado, que preside la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada, destacó el “enriquecimiento” que supone para un sacerdote la presencia de los religiosos, y recordó a algunos ilustres religiosos del presbiterio de Mendoza: al siervo de Dios Tarsicio Rubin, al padre “Macuca” Llorens y al Padre Vladimiro Rossi.


El celebrante no dejó de destacar la riqueza que significa para la Iglesia la presencia, oración y trabajo silencioso de tantos monjes y monjas, la fecundidad apostólica de tantos institutos en sus variadas formas, la discreta presencia de mujeres y varones consagrados en medio del mundo”. Especialmente recordó a fray Héctor Muñoz OP, que “tanto ha aportado al presbiterio diocesano y hoy lo sigue edificando desde el lecho del dolor y la enfermedad”.+


Texto completo de la homilía



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