Mons. Castagna: “El mundo de hoy urge ser evangelizado”

Mons. Castagna: “El mundo de hoy urge ser evangelizado”

Corrientes (AICA): “Nuestro mundo manifiesta una enorme necesidad de ser evangelizado por los apóstoles y la Iglesia. Está mostrando el lado moral más oscuro y violento de la historia. Es preciso extraer, por la vivencia de la fe, el valor y el entusiasmo evangelizador, que acreditaba entonces a los verdaderos cristianos, que las persecuciones actuales - virulentas y desembozadas - pretenden eliminar”, aseguró el arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, en su sugerencia para la homilía dominical.
El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, destacó que los apóstoles “no se amedrentan ante la violenta resistencia del mundo pagano” y logran hacerse oír y presentar a Cristo como el Dios encarnado y Redentor de los hombres, “sin dar lugar a interpretaciones contrarias o ajenas a su contenido de verdad”.

“Ellos saben que ese mundo hostil, incluido el de los escribas y fariseos de su pueblo, necesita recibir la Buena Noticia de la Resurrección de Cristo. De ella depende que sus hombres y mujeres tengan la oportunidad de una opción de fe que los ponga en contacto directo con la acción del Espíritu que hace efectiva la Redención”, aseguró en su sugerencia para la homilía dominical.

El prelado sostuvo que “nuestro mundo manifiesta una enorme necesidad de ser evangelizado por los apóstoles y la Iglesia” y advirtió que “está mostrando el lado moral más oscuro y violento de la historia”.

“Es preciso extraer, por la vivencia de la fe, el valor y el entusiasmo evangelizador, que acreditaba entonces a los verdaderos cristianos, que las persecuciones actuales - virulentas y desembozadas - pretenden eliminar”, concluyó.

Texto de la sugerencia

1.- ¿Las manos limpias y el corazón sucio? Jesús reprocha con severidad cuando comprueba la incoherencia o el comportamiento dicotómico de los fariseos, y de quienes se les asimilan. Su comportamiento desecha las apariencias o la superficialidad de quienes quieren ser tenidos por lo que no son. Sobre todo, cuando, como en ese caso, la simulación pretende ser justificada religiosamente. ¿Qué significa tener las manos limpias si se mantiene un chapoteo indisimulado en el barro y en la miseria moral? Jesucristo, transparencia del Padre, reclama de sus seguidores una gran pureza de corazón. Todo debe ser "sí" o "no". Reclama toda la verdad, entre las ambigüedades que el mundo presenta; ofrece el silencio de la sabiduria, opuesto al parloteo inconsistente de la ignorancia frívola. Cristo vino a oponerse a la mentira, a indicar el camino hacia la Verdad, consistente en la práctica de la humildad. Virtud clave en la espiritualidad cristiana. Sin embargo, virtud despreciada por el mundo, temida y reinterpretada engañosamente en algunos círculos del interior de la misma Iglesia.

2.- El culto a la verdad. La severidad que Jesús imprime a sus palabras responde a la verdad. Siendo Él mismo la Verdad no puede desdecirse contrariándola, a la hora de su exposición, frente a sus peligrosos enemigos. Sus herederos: todos los cristianos, no deben actuar de otra manera, si pretenden honrar el nombre que llevan. La auto calificación de "cristianos" por parte de algunos - pero numerosos - dirigente políticos y sociales, constituye, con mucha frecuencia, la confesión de una escandalosa contradicción. Jesús reclama transparencia y coherencia. No admite que se filtren los fariseos entre sus seguidores y los denuncia con la verdad, sin pronunciar sus nombres propios. Seguir a Jesús es aprender de Él. El aprendizaje constituye una aplicación del contenido - de la verdad predicada - a la vida. San Pablo la denomina la "obediencia de la fe". A ella va orientada la predicación apostólica. Somos aprendices de hombres, atentos a quien es el Maestro por excelencia del auténtico humanismo. Conocemos su enseñanza, aplicarla será tarea de toda la vida. No existe otra tarea más importante que ésta.

3.- Oportuno y saludable cambio de planes. No parece que Jesús baje la tensión de su esfuerzo misionero por causa de la cerrazón de sus oyentes. Continuamente afirma que el Padre le ha encomendado una misión ineludible. Vino para cumplirla y no dejará su ejecución por causa del desaliento originado en la persecución, la incomprensión y la Cruz. Somos propensos al incumplimiento de nuestras responsabilidades, o al desvío de nuestros deberes, ante las primeras dificultades o ante la seducción maligna para que reemplacemos el plan de Dios. La historia aparece, con mucha frecuencia, como una sucesión de contradicciones y de decisiones desacertadas. La predicación apostólica, que la Iglesia mantiene viva, es un llamado a la conversión, o a un oportuno y saludable cambio de planes. El que correspondía al egoísmo, a la soberbia, a la idolatría del poder, del placer y de la fortuna, debe ser reemplazado. El nuevo plan se inspira en los valores evangélicos que Jesús encarna y que sus discípulos adoptan. No son estructuras contingentes sino valores permanentes los que regirán la vida cristiana. Para ese cambio tan profundo se requiere el auxilio de la gracia del mismo Redentor. Un auxilio imposible desde la creatividad débil del hombre postrado en el pecado. Cristo redime su carne, sacada de la nuestra, para hacerla capaz de alojar en ella la plenitud de la divinidad y convertirla en causa y posibilidad de redención para todos.

4.- El mundo hoy y la urgencia de ser evangelizado. Es oportuna la insistencia, que caracteriza a los Apóstoles, en presentar a Cristo como el Dios encarnado y Redentor de los hombres. Ellos no se amedrentan ante la violenta resistencia del mundo pagano. Logran hacerse oír y presentan el Mensaje, sin dar lugar a interpretaciones contrarias o ajenas a su contenido de verdad. Saben que ese mundo hostil, incluido el de los escribas y fariseos de su pueblo, necesita recibir la "Buena Noticia" de la Resurrección de Cristo. De ella depende que sus hombres y mujeres tengan la oportunidad de una opción de fe que los ponga en contacto directo con la acción del Espíritu que hace efectiva la Redención. Nuestro mundo manifiesta una enorme necesidad de ser evangelizado por los Apóstoles y la Iglesia. Está mostrando el lado moral más oscuro y violento de la historia. Es preciso extraer, por la vivencia de la fe, el valor y el entusiasmo evangelizador, que acreditaba entonces a los verdaderos cristianos, que las persecuciones actuales - virulentas y desembozadas - pretenden eliminar.+

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