Un pedido de "nunca más" en la fiesta de la Merced

Mons. Zecca reclamó un nuevo "nunca más". ver más
San Miguel de Tucumán (AICA): Como ocurre cada 24 de septiembre, miles de tucumanos salieron a las calles para venerar a Nuestra Señora de la Merced, sumándose así a las celebraciones litúrgicas y actos cívicos de la patrona de Tucumán y generala del Ejército Argnentino. En la misa central, el arzobispo tucumano Alfredo Zecca advirtió que el conflicto desatado por las irregularidades del proceso eleccionario ¨amenazan con disolver los vínculos¨, y pidió que ¨nunca más¨ se vea amenazada la fraternidad y el diálogo.
Como ocurre cada 24 de septiembre, miles de tucumanos salieron a las calles para venerar a Nuestra Señora de la Merced, sumándose así a las celebraciones litúrgicas y actos cívicos de la patrona de Tucumán y generala del Ejército Argnentino.

A las 17 tuvo lugar en la Plaza Belgrano el acto central, en el que se recordó la gesta del general Manuel Belgrano. Allí se entregaron los escapularios mercedinos a los cadetes del Ejército.

Media hora más tarde se inició la tradicional procesión, de la que participaron más de 30.000 fieles capitalinos y de otros departamentos, que se trasladaron especialmente para ser parte de las honras a María.

La caminata piadosa llevó a los devotos de la Virgen por las calles Alberdi y 24 de Septiembre, hasta la plaza Independencia, donde el arzobispo de Tucumán presidió la misa principal de la jornada. Tras la misa, hubo un festival folclórico.

"Nunca más"
Promediando su homilía, monseñor Zecca se refirió a "la difícil situación que se vive en Tucumán". El arzobispo, en nombre de los sacerdotes y de los fieles comprometidos, manifestó su preocupación por "la división y el enfrentamiento" entre lídereos políticos, pero también entre ciudadanos de a pie.

"No puedo ocultar, como pastor de esta arquidiócesis, que estoy preocupado y afligido por la división y el enfrentamiento que se han creado no sólo entre los líderes políticos de diversas tendencias y pensamientos sino, lo que es más grave aún, en las familias, entre los amigos y compañeros de trabajo", sentenció.

Monseñor Zecca pidió "salir al encuentro de todos los argentinos, sin excluir a nadie, para gestar juntos una cultura del encuentro en la Patria”. Para el prelado, esta “cultura del encuentro” exige renuncia, generosidad, capacidad de pedir perdón y de perdonar, reconciliación, fraternidad, amistad social, amor a la Patria y al hermano.

"Debemos recuperar la fraternidad. Descubrir la verdad más elemental: que cada hombre es mi hermano.
También en el Tucumán de hoy es necesario un 'nunca más'. Hemos llegado a un punto de inflexión que exige un cambio hacia el futuro. Con la firmeza de un creyente y de un pastor, y la humildad de un ciudadano quisiera, invitar a todos, gobernantes y gobernados, a un diálogo sincero y sereno que priorice lo que nos une, que sin es más que lo que nos separa", observó.

Monseñor Zecca advirtió que las recientes elecciones "amenazan con disolver los vínculos" de los tucumanos, y pidió un esfuerzo por volver al diálogo, al respeto mutuo y a la confianza en las instituciones de la república. Concluyó haciendo un llamado para que la Argentina y la provincia del Tucumán sean gobernables.

Esperanza y fortaleza
El Evangelio proclamado fue el de María al pie de la cruz. Monseñor Zecca destacó que la Virgen ofreció su propio dolor de madre junto al Hijo que afrontaba la muerte por obediencia al Padre y por amor a los hombres, a quienes redimía precisamente por ese sufrimiento. El arzobispo la calificó como mujer fuerte, de pie, con fe y esperanza.

"La esperanza es de lo arduo y, por ello mismo, de los fuertes. Esperanza y fortaleza van juntas. También en este sentido la actitud de María, su modo de enfrentar el dolor y la adversidad, constituyen para nosotros un modelo a imitar. El seguimiento de Jesús nos conduce de un modo u otro siempre a la cruz. No hay camino a la gloria que no pase por la cruz, porque Jesús es nuestro camino", dijo el prelado, antes de afirmar que el cristianismo "no es para los pusilánimes, sino para los fuertes".

En este momento de sumo dolor es cuando María se hace madre de los hombres, recalcó el arzobispo: "Recibimos a María en el sacrificio expiatorio de Jesús por nuestros pecados, la manifestación más elocuente de lo inaudito del amor de Dios, que no vacila en entregar a su propio Hijo para nuestra salvación".+

Texto completo de la homilía

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