Mons. Castagna: “El Evangelio es hoy descartado, ideologizado y amordazado”

Mons. Castagna: “El Evangelio es hoy descartado, ideologizado y amordazado”

Corrientes (AICA): El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, lamentó que en los foros contemporáneos de la cultura y del poder político-económico al Evangelio “se lo descarta, se lo ideologiza o se lo amordaza”. “La parábola del rico y Lázaro ofrece la dramática visión del hambre de los pobres, ante la indiferencia criminal de quienes lo poseen todo, sin referencia alguna al bien común. El desenlace no es una fábula”, advirtió a modo de ejemplo.
El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, destacó que “la Iglesia presenta el Evangelio y, la doctrina por él inspirada y legítimamente expuesta, como base sustentable de reflexión” y lamentó que “en los foros contemporáneos de la cultura y del poder político-económico, se lo descarta, se lo ideologiza o se lo amordaza”.

”Es erróneamente considerado como un elemento más, entre otros, de un privativo culto religioso. No es así. El Evangelio es Cristo mismo –‘el Evangelio del Padre’- no un sistema filosófico más, tan optable como otros. Es Dios mismo quien, en su Hijo encarnado, nos revela quiénes somos y en qué consiste nuestra perfección y felicidad”, aseguró.

”Asimismo queda develado qué es el pecado y el mal que de él se deriva. Ofende a Dios porque daña gravemente al hombre, su obra síntesis del Universo visible”, agregó en su sugerencia para la homilía dominical.

El prelado advirtió que “la parábola del rico y Lázaro ofrece la dramática visión del hambre de los pobres, ante la indiferencia criminal de quienes lo poseen todo, sin referencia alguna al bien común. El desenlace no es una fábula”.

”Las parábolas no son cuentos de hadas sino un lenguaje adecuado para revelar verdades necesarias y trascendentes, inteligibles para los humildes e incomprensibles para quienes, simulando saberlo todo, pierden el conocimiento de lo necesario”, sostuvo.

Texto de la sugerencia

1.-El incomprendido tema de la justicia. El tema de la justicia aparece a lo largo de la enseñanza de Jesús. Las cosas en su lugar. Los delitos atraen la sanción sobre quienes los cometen y el bien obrar obtiene el premio a favor de la gente buena y virtuosa. La parábola del hombre rico y el pobre Lázaro supone dos conductas contrastantes: la insensibilidad del rico, ante el pobre y lacerado Lázaro, y la fortaleza paciente de este último que, desilusionado de la justicia de los hombres, le queda confiar y esperar en Dios. Hemos escuchado los reclamos de la gente honesta de nuestro pueblo pidiendo justicia, a raíz de la agresión, a veces asesina, causada por la delincuencia y el atropello de poderosos inescrupulosos. Al no lograr ser atendida como corresponde por causa de un poder judicial sumiso, timorato u obsecuente, expresa su decepción y se dirige a la “Justicia divina”, siempre último recurso para los pobres y marginados. No serán defraudados. La ilustrativa parábola lo deja bien en claro.

2.-La autoridad del Maestro divino. El presente relato está garantizado por Jesús, que no disimula su autoría, con el reconocimiento espontáneo del mismo pueblo: “Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas”. (Marcos 1, 22) En consecuencia será preciso prestarle atención, como aquellos primeros seguidores, y dejarse orientar por Él. Es allí donde se hallan las verdades, que el mundo mantiene ocultas, en la maraña de sus innumerables dudas, sin lograr definirlas y, menos aún, depositar en ellas su entera confianza. No son “verdades” contingentes sino de absoluta necesidad, ya que enfocan diversas situaciones existenciales e incógnitas. Me refiero a los desniveles sociales injustos, al dolor, a la muerte con su temible y universal inevitabilidad, a la sobrevivencia después del final biológico y, por ello, al destino definitivo en el más allá. Mucha gente opta por no pensar en estos temas y los oculta bajo el manto espeso de la incredulidad o de la pérdida del tiempo en banalidades y perniciosas evasiones. La carga de contradicciones torna irrespirable el clima social. La victimización de los delincuentes, desafortunadamente abatidos, y la implacable sanción legal a los - hasta entonces - pacíficos y respetables ciudadanos, requieren un debate reflexivo y transparente. ¿Quiénes podrán coordinarlo? ¿Sobre qué bases sólidas y respetables, se lo podrá desarrollar?

3.-El Evangelio como base necesaria para la reflexión. La Iglesia presenta el Evangelio y, la doctrina por él inspirada y legítimamente expuesta, como base sustentable de reflexión. En los foros contemporáneos de la cultura y del poder político-económico, se lo descarta, se lo ideologiza o se lo amordaza. Es erróneamente considerado como un elemento más, entre otros, de un privativo culto religioso. No es así. El Evangelio es Cristo mismo - “el Evangelio del Padre” (Santo Domingo 1992) - no un sistema filosófico más, tan optable como otros. Es Dios mismo quien, en su Hijo encarnado, nos revela quiénes somos y en qué consiste nuestra perfección y felicidad. Así mismo queda develado qué es el pecado y el mal que de él se deriva. Ofende a Dios porque daña gravemente al hombre, su obra síntesis del Universo visible. La parábola del rico y Lázaro ofrece la dramática visión del hambre de los pobres, ante la indiferencia criminal de quienes lo poseen todo, sin referencia alguna al bien común. El desenlace no es una fábula. Las parábolas no son cuentos de hadas sino un lenguaje adecuado para revelar verdades necesarias y trascendentes, inteligibles para los humildes e incomprensibles para quienes, simulando saberlo todo, pierden el conocimiento de lo necesario.

4.-Necesaria perspectiva de eternidad, desde ya. Tanto el cielo como el infierno no son recursos para alentar a los virtuosos y asustar a los pecadores. Lo que Jesús manifiesta es todo verdad. Estamos tristemente habituados a la simulación y al fraude. Con rapidez asombrosa se pone en duda toda afirmación que escapa a la lógica vulgar, nacida de interpretaciones irreflexivas o mal intencionadas. La palabra de Jesús es simple y exacta expresión humana de la Verdad que como Verbo de Dios encarna. Existe un destino que se prepara aquí y se define en la eternidad. En la parábola se lo describe en dos situaciones contrapuestas: la del rico, que ha dispuesto de sus cuantiosos bienes para su exclusivo provecho personal - y probablemente de su familia - como consta en su súplica, para que sus hermanos fueran prevenidos del mal que les aguardaba; y la de Lázaro disfrutando del precio de su paciencia dolorosa y de su virtud “vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él”. (Lucas 16, 23) Aquí los santos pueden ir en auxilio de los pecadores, mediante el testimonio, la oración y el consejo oportuno, no ya cuando el tiempo haya concluido. Deseo cerrar esta reflexión con una afirmación, desconsoladora por cierto, de Abraham: “Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen”. “Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán.” (Lucas 16, 30-31)+

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