Mons. Castagna aseguró que Enrique Shaw encarnó el ideal cristiano de la economía

Mons. Castagna aseguró que Enrique Shaw encarnó el ideal cristiano de la economía

El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, destacó la figura del Siervo de Dios Enrique Shaw, el empresario argentino al que se le abrió la causa de canonización porque logró “concretar el ideal cristiano de la administración de los bienes económicos”.

“En un mundo que ha erigido en ídolo al dinero, y a sus fuentes de alimentación, es incomprensible la solidaridad, y menos la caridad fraterna; de allí el empeño espurio de ponerlo al servicio de la política. Es así como genera poder para constituirse en medio para hacer más poderosos a sus poseedores”, advirtió en su sugerencia para la homilía dominical.

“El despojo, o la reorientación de los bienes económicos y monetarios, se constituye en el signo primordial de la conversión a Dios. En la enseñanza de Jesús el dinero se opone frontalmente a la centralidad de Dios: ‘Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al dinero’”, recordó.

El prelado citó el evangelio de San Mateo, en el que “Zaqueo deja de manifiesto que, el compromiso que inspira la fe en el Maestro, lo mantendrá relacionado con un mundo necesitado de orden moral y de la presencia del Salvador. Será testigo, desde su propio cambio interior, del poder de Cristo”.

“Se nos ha habituado a considerar que es imposible llevar a la práctica las exigencias radicales del Reino, cercano entonces y presente ahora. Como prueba están, además de los mandamientos, las bienaventuranzas. La gracia del Espíritu, que Jesús resucitado otorga a sus fieles seguidores, realiza la obra de Dios en quienes no se le resisten. No importa el actual estado, aunque aparezca desesperante”, subrayó.

Texto de la sugerencia

1.- Encuentro y conversión. La historia de Zaqueo es un testimonio inigualado de auténtica conversión. Era un hombre poderoso, jefe de publicanos, o recaudadores de impuestos que trabajaban a sus órdenes. Si ellos, como lo fue Mateo, amasaban considerables fortunas, cuánto más Zaqueo. Sin duda era muy rico. No parece ser una fortuna “mal habida” la suya, sino fruto de un trabajo social mal visto y despreciado por los judíos, ya que, recaudaban - según el criterio de ellos - en favor de los opresores romanos. El tema se presta a una prolongada discusión. El encuentro con Jesús, y su conocimiento, relativiza lo que, hasta el momento, era considerado - por aquel jefe de publicanos - la verdadera razón de su vida. El gozo que le proporciona la decisión del Señor, de alojarse en su casa - que no sería tan humilde - conmueve el corazón de aquel hombre y lo conduce a una sorpresiva y radical conversión: “Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: Señor, ahora mismo voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más. Y Jesús le dijo: Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido”. (Lucas 19, 8-10)

2.- El ideal cristiano de la economía. Para aquel hombre, en lo sucesivo, lo importante no será su fortuna o su poder, sino la persona de Cristo, que causa una transformación honda en su modo de encarar la vida. Su vida producirá un giro de 180%. Su salvación no consiste en dejarlo todo, como lo decidió su colega Mateo, sino en relativizar el valor de sus bienes y ponerlos al servicio de los demás, especialmente de los más pobres. Su misión, a partir de ese encuentro “con la salvación” (“Hoy ha llegado la salvación a esta casa” - Lucas 19, 9), será trabajar para que todos sean felices y obtengan su perfecta orientación a Dios. Existen empresarios, como el Siervo de Dios Enrique Shaw, que logran concretar el ideal cristiano de la administración de los bienes económicos. En un mundo que ha erigido en ídolo al dinero, y a sus fuentes de alimentación, es incomprensible la solidaridad, y menos la caridad fraterna; de allí el empeño espurio de ponerlo al servicio de la política. Es así como genera poder para constituirse en medio para hacer más poderosos a sus poseedores. El despojo, o la reorientación de los bienes económicos y monetarios, se constituye en el signo primordial de la conversión a Dios. En la enseñanza de Jesús el dinero se opone frontalmente a la centralidad de Dios: “Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero”. (Mateo 6, 24) Zaqueo deja de manifiesto que, el compromiso que inspira la fe en el Maestro, lo mantendrá relacionado con un mundo necesitado de orden moral y de la presencia del Salvador. Será testigo, desde su propio cambio interior, del poder de Cristo. Se nos ha habituado a considerar que es imposible llevar a la práctica las exigencias radicales del Reino, cercano entonces y presente ahora. Como prueba están, además de los mandamientos, las bienaventuranzas. La gracia del Espíritu, que Jesús resucitado otorga a sus fieles seguidores, realiza la obra de Dios en quienes no se le resisten. No importa el actual estado, aunque aparezca desesperante. Recordemos a Dimas, el llamado “buen ladrón”.

3.- El perdón surte efecto cuando se produce el arrepentimiento. Es común que los hombres juzguen y condenen, con sentencia moral definitiva, a quienes han delinquido, aunque expresen su arrepentimiento. Entre los delitos, quizás el menos sujeto al perdón, es el ser distinto y pensar de otra manera. Es verdad que el perdón surte efecto cuando se produce, de parte del pecador, un honesto arrepentimiento. La actitud, de la que Dios es modelo, es el continuo ofrecimiento del perdón, de tal modo que si éste no se concreta, no será por falta del deseo divino de perdonar sino por la insensata decisión humana de no ser perdonado. El deseo de Zaqueo de ver a Jesús no estaba inspirado en la curiosidad. La creciente información, que indicaba al Señor como el Mesías y el perdón ofrecido, preparó al publicano para el encuentro. Jesús le facilita el camino, pero, aquel hombre lo recorre con regocijo y esperanza. La salvación, que se aloja en su casa, es el mismo Jesús. Así parece reconocerlo el mismo Señor: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa…”. (Lucas 19, 9) Ciertamente Cristo es la salvación que el mundo necesita y espera. Buscarlo en otro, que no sea Él, constituye el peor de los errores. La evangelización consiste en presentarlo como salvación, entre ofertas de diversa naturaleza y calidad. ¡Qué bien lo entendían los Santos Apóstoles! Para ellos no existía más alternativa que el Evangelio predicado por su encargo.

4.- Cristo, el verdadero Hombre nuevo. Como su Maestro, aquellos discípulos sentían la urgencia de predicarlo, estimulados por el amor a sus destinatarios. Dios ama al mundo que, a pesar de sus mortales errores, sigue siendo su Creación buena. Lo urgente es recuperarla del abismo al que ha descendido por el mal uso de la libertad de los hombres. Para lograrlo, el Verbo, “por quien fueron creadas todas las cosas”, se hizo hombre y redimió a la Creación del pecado y de la muerte. Se constituyó en el Nuevo Adán, reemplazando al primero como cabeza y síntesis. Los síntomas de la persistencia del pecado son los errores que rigen hoy, constituidos en falsas verdades, la vida personal y el orden social. Zaqueo es el hombre que, elaborando un profundo deseo de Dios, se topa providencialmente con Cristo y le abre el recinto de su corazón. Su consecuencia inmediata y perdurable es la conversión. Me refiero al cambio de rumbo, sea cual fuere la situación de pecado de la que provenga el pecador.+

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