Cálido y familiar saludo del Papa a los trabajadores del Vaticano

Ciudad del Vaticano (AICA): “Volvemos a encontrarnos en este momento familiar tan lindo, para intercambiarnos las felicitaciones navideñas. Me gusta mucho porque es una oportunidad para encontrarnos todos juntos, también con sus familiares, esposas y esposos, hijos, padres, que a menudo son abuelos”, dijo el papa Francisco, esta mañana, en el Aula Pablo VI al recibir a los trabajadores del Vaticano. El Santo Padre agradeció en primer lugar al Señor por todos sus dones. “Porque es verdad que estos días se piensa en los regalos de Navidad –observó- pero en realidad el que nos hace el verdadero regalo es Él, nuestro Padre, que nos da a Jesús”, subrayó el Papa.
“Volvemos a encontrarnos en este momento familiar tan lindo, para intercambiarnos las felicitaciones navideñas. Me gusta mucho porque es una oportunidad para encontrarnos todos juntos, también con sus familiares, esposas y esposos, hijos, padres, que a menudo son abuelos”, dijo el papa Francisco, esta mañana, en el Aula Pablo VI al recibir a los trabajadores del Vaticano.

El Santo Padre agradeció en primer lugar al Señor por todos sus dones. “Porque es verdad que estos días se piensa en los regalos de Navidad –observó- pero en realidad el que nos hace el verdadero regalo es Él, nuestro Padre, que nos da a Jesús”, subrayó el Papa. Y nuestros regalos, -esta hermosa tradición de intercambiar regalos-, debe ser precisamente esto: un reflejo del único don que es su Hijo hecho hombre y nacido de la Virgen María”.

Junto a los empleados el Santo Padre dio gracias a Dios por el don del trabajo. “El trabajo es importantísimo, tanto para la persona que trabaja como para su familia –subrayó-. Y mientras damos las gracias, rezamos por las personas y las familias, en Italia y en todo el mundo, que no trabajan, o, que muchas veces, hacen trabajos indignos, mal pagados, perjudiciales para la salud”.

“Tenemos que dar siempre gracias a Dios por el trabajo, agregó Francisco. Y debemos comprometernos, cada uno con su propia responsabilidad, para garantizar que el trabajo sea digno, respetuoso de la persona y de la familia, que sea justo. Y aquí, en el Vaticano, tenemos una razón más para hacerlo, tenemos el Evangelio, y hay que seguir las directrices de la Doctrina Social de la Iglesia”. “Aquí en el Vaticano –reiteró- no quiero trabajos que no estén en esta línea: Nada de trabajo en negro, nada de subterfugios”.

Pero además de dar gracias al Señor, Francisco dio las gracias a los presentes por el trabajo que desempeñan. “Les agradezco a cada uno de ustedes, a cada uno –insistió- el esfuerzo que hace todos los días por hacer su trabajo y tratar de hacerlo bien, incluso cuando no está muy bien o hay alguna preocupación en la familia”.

A lo que Francisco añadió: “Lo bueno del Vaticano es que, como es una realidad muy pequeña, se puede ver en conjunto, las diversas tareas que la forman, y cada una es importante. Los distintos sectores de trabajo están cerca y conectados, más o menos todos se conocen y se siente la satisfacción de ver un cierto orden, que las cosas funcionan, con todas las limitaciones, por supuesto, siempre se puede y se debe mejorar, pero es bueno saber que cada sector hace su parte y el conjunto funciona bien para el beneficio de todos. Aquí, esto es más fácil, ya que somos una realidad pequeña, pero esto no va en detrimento del compromiso y el mérito personal; y por lo tanto deseo daros las gracias”.

Por último el Papa recordó que este había sido un año especial: el Año Santo de la Misericordia y que también los trabajadores del Vaticano vivieron el Jubileo y pasaron, con el Papa, por la Puerta Santa.

“Este año el Señor hizo que su misericordia se desbordase sobre nosotros”, dijo el pontífice. “Pero ¿esa gracia se acabó con el fin del Jubileo? No. Está dentro de nosotros para que hagamos que fructifique en la vida diaria, tanto en la familia, como en el trabajo, en todas partes”.

“La Navidad nos lo recuerda: “Ha aparecido la gracia de Dios que trae la salvación a todos los hombres y nos enseña a vivir en este mundo con sobriedad, justicia y piedad”, como dice san Pablo. La “gracia de Dios” “apareció” en Jesús, Él es el Amor de Dios encarnado, a través del Espíritu Santo. Y ese mismo Espíritu lo recibimos todos en el Bautismo y la Confirmación; pero debemos invocarlo todos los días, despertar la acción del Espíritu en nosotros, “para vivir en este mundo” -incluso en este pequeño mundo del Vaticano - “una vida sobria, justa y piadosa.”

Al final el Papa pidió que los trabajadores llevasen un saludo especial suyo a los niños y a los ancianos de sus familias “¡Son tan importantes!”, exclamó. “Y un saludo acompañado de la oración por los enfermos. A todos les deseo que sus corazones estén llenos de misericordia, llenos de la gracia del Jubileo que Jesús viene a reavivar en nosotros. El Señor los bendiga y la Virgen los proteja”. “Y, delante del pesebre, terminó, acuérdense de rezar por mí”.+

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