Mons. Castagna: “La misión materna de María, conducir a la fe”

Mons. Castagna: “La misión materna de María, conducir a la fe”

Corrientes (AICA): El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, afirmó que “la misión de María, Madre de Dios y nuestra” es conducir al pueblo a la fe y “obtiene, ante los graves conflictos de la actualidad, una particular importancia”. “María, Madre de Dios, es presentada por la devoción del pueblo cristiano como ‘Sede de la Sabiduría’. Que el 2017 encuentre, en la acción del Hijo divino de María, una nueva etapa hacia la justicia y la paz. De esa manera, confiamos que serán superados definitivamente el odio, la indiferencia, la violencia y la guerra”, subrayó.
El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, afirmó que “la misión de María, Madre de Dios y nuestra” es conducir al pueblo a la fe y “obtiene, ante los graves conflictos de la actualidad, una particular importancia”.

“Como siempre, el pueblo simple y mayoritario, marca su compás a la historia que le es contemporánea. La devoción que profesa a María, formalizada en numerosas y multitudinarias peregrinaciones a los santuarios consagrados a su nombre, en múltiples advocaciones, constituye un fenómeno sociológicamente irregistrable”, subrayó en su sugerencia para la homilía dominical.

El prelado consideró que “es preciso que sepamos interpretar debidamente los acontecimientos de la historia”, al explicar que “constituyen los ‘signos de los tiempos’ y se prestan a una lectura correcta que despeje el camino a la Verdad”.

“María, Madre de Dios, es presentada por la devoción del pueblo cristiano como ‘Sede de la Sabiduría’. Que el año 2017 encuentre, en la acción del Hijo divino de María, una nueva etapa hacia la justicia y la paz. De esa manera, confiamos que serán superados definitivamente el odio, la indiferencia, la violencia y la guerra”, concluyó.

Texto de la sugerencia

1.- Su Nombre es Jesús. Iniciando el año 2017, la Liturgia de la Iglesia nos impulsa a considerar dos hechos significativos, para entender el Misterio navideño: 1) La Maternidad divina de María y su admirable capacidad contemplativa; 2) La circuncisión y la imposición del nombre al recién nacido. Comienza con la maternidad virginal de María y concluye con la identificación humana del Hijo de Dios: “Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción”. (Lucas 2, 21) El Misterio de Dios envuelve a aquella purísima joven. Para el lenguaje conceptual, empleado por el mundo, estas manifestaciones del Misterio de Dios resultan indescifrables. En Cristo que - mediante el hecho mismo de la Encarnación - traduce para los hombres todo lo que viene de Dios, se advierte la diferencia abismal entre el discurso humano y el lenguaje elegido por Dios para manifestarse, tal cual es, “a los pequeños y simples”.

2.- Uno más entre los hombres. Quien es humanamente innombrable se abajó hasta ser identificado con un nombre, muy significativo, pero que otros muchos podrán adoptar no siendo Él. Uno más entre otros. Siendo “Quien es” no quiso destacarse del común de los mortales: “¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?” (Marcos 6, 3). Es impresionante comprobar su extremo anonadamiento. Es por amor que lo decide. El hombre, por quien Dios se hace hombre, había perdido su amabilidad original, más aún, se había vuelto absolutamente repudiable a causa del pecado cometido. El Hijo de Dios se hace hombre para “quitar el pecado del mundo” y volver a los hombres amables o dignos de ser amados. De esa manera les devuelve su verdadera dignidad, que consiste en “amar a Dios sobre todas las cosas”, recuperando la filiación perdida, y la consecuente fraternidad “con el prójimo”. Es el secreto que construye y afianza la paz social. Por lo contrario, y sobran las pruebas en la historia de la humanidad, el odio arrastra a la violencia y a la muerte. Todas las guerras son fratricidas y, sin dudas, también lo son los crímenes derivados de la dolorosa e irresuelta inseguridad que nos agobia. La violencia, instalada en la sociedad como en su propia casa, llega al sacrilegio al intentar la destrucción de la más preciada obra de Dios: el ser humano. Ese pecado está activo, aunque vencido por Cristo, y requiere todo el tiempo de la historia para que sea quitado absolutamente del mundo: “Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. (Juan 1, 29)

3.- María, Madre de Dios. Con esta Fiesta se inicia el año calendario 2017. María Madre de Jesús, al ser Éste lo que es - “Dios verdadero” - no puede dejar de ser la Madre de Dios. Siendo Dios es su Creador, siendo hombre es su Hijo. Así lo definió el Concilio de Efeso (año 431) contra la doctrina herética de Nestorio. Es allí donde se definió que en Cristo subsisten dos naturalezas, la divina y la humana, y un solo sujeto de atribución del accionar de ambas: la Persona divina. Cuando se habla de Cristo se lo debe entender en esa doble dimensión divino-humana o se lo reduce a una de ellas, negando su auténtica identidad. En los primeros siglos de la Iglesia fueron necesarias sucesivas definiciones del Magisterio auténtico, hasta llegar al reposo de la Verdad revelada, en su integridad. Esto es parte de la catequesis elemental sobre el Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. ¡Qué orientadora resulta cuando la vida exige al creyente el testimonio de su fe! El desafío originado por la incredulidad y el pecado, es continuo y adquiere, por momentos, la forma de una complicada especulación filosófica. La misión maternal de María, a partir del encargo de Cristo agonizante (Juan 19, 26-27) es ponerse al servicio de la fe del pueblo. Por lo mismo, no la sustituye, todo lo contrario, la ofrece como único camino que conduce a la plena comunión con su divino Hijo.

4.- Su misión materna: conducir a la fe. Ciertamente la misión de María, Madre de Dios y nuestra, obtiene, ante los graves conflictos de la actualidad, una particular importancia. Como siempre, el pueblo simple y mayoritario, marca su compás a la historia que le es contemporánea. La devoción que profesa a María, formalizada en numerosas y multitudinarias peregrinaciones a los Santuarios consagrados a su Nombre, en múltiples advocaciones, constituye un fenómeno sociológicamente irregistrable. Es preciso que sepamos interpretar debidamente los acontecimientos de la historia. Constituyen los “signos de los tiempos” y se prestan a una lectura correcta que despeje el camino a la Verdad. María, Madre de Dios, es presentada por la devoción del pueblo cristiano como “Sede de la Sabiduría”. Que el año 2017 encuentre, en la acción del Hijo divino de María, una nueva etapa hacia la justicia y la paz. De esa manera, confiamos que serán superados definitivamente el odio, la indiferencia, la violencia y la guerra.+

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