Los fieles de Lanús honraron a Santa Inés

Avellaneda (Buenos Aires) (AICA): El domingo 22 de enero, monseñor Rubén Oscar Frassia presidió las fiestas patronales de la parroquia Santa Inés, de la localidad de Monte Chingolo, en el partido de Lanús, que junto con el partido de Avellaneda forman la diócesis de Avellaneda-Lanús que gobierna pastoralmente monseñor Frassia.
El domingo 22 de enero, monseñor Rubén Oscar Frassia presidió las fiestas patronales de la parroquia Santa Inés, de la localidad de Monte Chingolo, en el partido de Lanús, que junto con el partido de Avellaneda forman la diócesis de Avellaneda-Lanús que gobierna pastoralmente monseñor Frassia.

La parroquia Santa Inés, que en febrero próximo cumplirá sus bodas de plata, fue erigida canónicamente por el primer obispo de Lomas de Zamora, monseñor Filemón Castellano, el 7 de febrero de 1962, cuando el partido de Lanús integraba la diócesis de Lomas de Zamora.

"Es una alegría estar nuevamente aquí, en esta querida parroquia, para presidir las fiestas patronales de Santa Inés", comenzó diciendo en su homilía monseñor Frassia.

Y continuó: "Más allá del calor -fue el día más caluroso del mes de enero-, es una hermosa ocasión para reunirnos y agradecer a Dios por la misión de todos los que colaboran para que la Iglesia siga siendo creíble, dando testimonio en todos los ámbitos donde esta comunidad pueda llegar; porque en estos tiempos difíciles, no podemos vivir divididos, separados, peleados. Tenemos que tener el cuidado de ocuparnos de las cosas que son esenciales o importantes. A Cristo no hay que dividirlo y a la Iglesia tampoco hay que dividirla".

Podemos dividir a Cristo o debilitar a la Iglesia, señaló, "cuando los cristianos no somos buenos testigos, ni vivimos como tales, cuando no vivimos como hermanos, cuando damos mal ejemplo, cuando escandalizamos a los demás. Lamentablemente, por todas partes hay noticias de esto. Pero tenemos que seguir avanzando, seguir creyendo y darnos cuenta de que el pecado del mundo y las fragilidades de las personas no pueden ni deben obnubilar ni oscurecer el esplendor y la belleza de Jesucristo.

Tras otros conceptos sobre la vida cristiana, el obispo expresó: "Hoy ponemos la atención en esta niña mártir Santa Inés. Ella eligió a Dios y no le importó la suerte de su vida. Vivió creyendo y pudo vivir lo que creía. No se bajó de la exigencia, siguió entregándose y perseverando en la fe, obró con convicción, no obró según las costumbres de esa época, o la imposición de los poderosos, o de la cultura de ese momento. Ella obró con convicción y dio la vida por el Señor.

"Pidamos a Santa Inés que nos dé fuerza y coraje para seguir teniendo, en la vida, pasión por Cristo, pasión por la Iglesia, pasión por la evangelización, por el apostolado, por el servicio y pasión por poder servir y cuidar a los demás", concluyó monseñor Frassia.

Santa Inés, virgen y mártir
Fue una de las santas más populares de la antigüedad cristiana. Hija de una noble y muy conocida familia romana, desde niña ofreció su virginidad a Cristo. Cuando le propusieron matrimonio lo rechazó terminantemente. Por ello y por su condición de cristiana, fue martirizada a los 13 años de edad, posiblemente el año 354. Su fortaleza extraordinaria demostrada en la defensa de su fe cristiana y de su virginidad, asombró a los verdugos. Papas y padres de la Iglesia le dedicaron bellos elogios y alabanzas. Sobre su tumba se levanta una magnífica basílica. "La vida de Inés -decía San Jerónimo- es alabada en todas las iglesias por las plumas y las lenguas de todos los pueblos, porque, sobreponiéndose a la flaqueza de su edad, triunfó del tirano y consagró con el martirio el honor de la castidad".

Santa Inés es patrona de las adolescentes.+

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