Ángelus: Jesús construye su Iglesia sobre cada uno de nosotros “pequeñas piedras vivas”

Ángelus: Jesús construye su Iglesia sobre cada uno de nosotros “pequeñas piedras vivas”

Ciudad del Vaticano (AICA): “Jesús quiere seguir construyendo su Iglesia, esta casa con cimientos sólidos, donde sin embargo no faltan grietas, y que necesita constantemente ser reparada”, dijo el papa Francisco este domingo 27 de agosto, en sus palabras previas al rezo del Ángelus, ante los miles de fieles que colmaban la Plaza de San Pedro. El pontífice explicó que “nosotros no nos sentimos rocas, pero sólo pequeñas piedras. Sin embargo, ninguna piedra pequeña es inútil, aún más, en las manos de Jesús, la piedra más pequeña se vuelve preciosa, porque Él la recoge, la guarda con gran ternura, la talla con su Espíritu y la coloca en el lugar adecuado, que Él ha pensado desde siempre y donde puede ser útil para toda la construcción”.
“Jesús quiere seguir construyendo su Iglesia, esta casa con cimientos sólidos, donde sin embargo no faltan grietas, y que necesita constantemente ser reparada”, dijo el papa Francisco este domingo 27 de agosto, en sus palabras previas al rezo del Ángelus, ante los miles de fieles que colmaban la Plaza de San Pedro.

El pontífice reflexionó sobre el Evangelio de este domingo en el que el Señor le dice a Pedro que él es la roca sobre la que construirá la Iglesia, el Santo Padre resaltó que “también con nosotros hoy, Jesús quiere continuar construyendo la Iglesia, esta casa con fundamentos sólidos pero donde no faltan las grietas”, que además tiene “una continua necesidad de ser reformada, reparada”.

“Nosotros ciertamente no nos sentimos rocas, sino solo pequeñas piedras. Sin embargo, ninguna piedra pequeña es inútil. En las manos de Jesús la más pequeña piedra se hace preciosa, porque Él la toma, la mira con ternura, la trabaja con su Espíritu, y la coloca en el lugar justo, que Él siempre ha pensado y donde puede ser más útil a toda la construcción”.

Francisco subrayó que “la Iglesia, es comunidad de vida, hecha de muchísimas piedras, todas distintas, que forman un único edificio en el signo de la fraternidad y de la comunión”.

El Papa destacó también la respuesta de Pedro, que surge de su corazón: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente”. “Simón Pedro pronuncia con sus labios palabras más grandes que él, palabras que no provienen de sus capacidades naturales”.

De la respuesta del primer Papa, prosigue Francisco, “Jesús comprende que, gracias a la fe donada por el Padre, hay un fundamento sólido sobre el cual puede construir su comunidad, su Iglesia. Por eso dice a Simón: ‘Tú Simón eres Pedro –es decir piedra, roca– y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia’”.

Palabras del papa Francisco
“Queridos hermanos y hermanas, buenos días

El Evangelio de este domingo (Mt 16, 13-20) nos recuerda un pasaje clave del camino de Jesús con sus discípulos: el momento en el que Él quiere verificar hasta qué punto está su fe en Él. Primero, quiere saber qué piensa la gente de él. Y la gente piensa que Jesús es un profeta, cosa que es verdad, pero no recoge el centro de su Persona y no recoge el centro de su misión. Luego, les plantea a sus discípulos la pregunta que más lleva en su corazón: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy?” (v 15).

Con esa pregunta Jesús aparta decididamente a los apóstoles de la masa, como diciendo, pero ustedes que están conmigo cada día y me conocen de cerca, ¿qué más perciben?

El Maestro espera de los suyos una respuesta alta y distinta, con respecto a las de la opinión pública. Y, en efecto, precisamente esa respuesta brota del corazón de Simón Pedro: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (v.16) Simón Pedro encuentra en sus labios palabras más grandes que él, palabras que no nacen de sus capacidades naturales. ¡Quizá él, no había ni estudiado primaria y es capaz de decir estas palabras, más fuertes que él! Pero que le son inspiradas por el Padre celestial (cfr v.17), el cual revela al primero de los Doce la verdadera identidad de Jesús: Él es el Mesías, el Hijo enviado por Dios para salvar a la humanidad. Y con esta respuesta, Jesús comprende que, gracias a la fe donada por el Padre, hay un fundamento sólido sobre el cual puede construir su comunidad, su Iglesia. Por ello le dice a Simón: tú Simón eres Pedro- es decir piedra, roca - y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (v 18).

También con nosotros, hoy, Jesús quiere seguir construyendo su Iglesia, esta casa con cimientos sólidos, donde sin embargo no faltan grietas, y que necesita constantemente ser reparada. Siempre: la Iglesia siempre necesita ser reformada, reparada, como en los tiempos de Francisco de Asís. Nosotros, ciertamente, no nos sentimos rocas, pero sólo pequeñas piedras. Sin embargo, ninguna piedra pequeña es inútil, aún más, en las manos de Jesús, la piedra más pequeña se vuelve preciosa, porque Él la recoge, la guarda con gran ternura, la talla con su Espíritu y la coloca en el lugar adecuado, que Él ha pensado desde siempre y donde puede ser útil para toda la construcción. Cada uno de nosotros es una piedra pequeña, pero en las manos de Jesús hace la construcción de la Iglesia.

Y todos nosotros nos convertimos en ‘piedras vivas’, porque cuando Jesús toma en la mano su piedra, la hace suya, llena de vida, llena de vida del Espíritu Santo, llena de vida gracias a su amor, y así tenemos un lugar y una misión en la Iglesia: ella –la Iglesia- es comunidad de vida, hecha de tantísimas piedras, todas diversas, que forman un edificio único en el signo de la fraternidad y de la comunión.

También el Evangelio de hoy nos recuerda que Jesús quiso para su Iglesia también un centro visible de comunión en Pedro: también él, no es una piedra grande, es también una piedra pequeña, pero tomada por Jesús se vuelve centro de comunión, en Pedro y en aquellos que le iban a suceder en la misma responsabilidad primacial, que desde los orígenes han sido identificados en los obispos de Roma, la ciudad donde Pedro y Pablo dieron testimonio de la sangre.

Encomendémonos a María, Reina de los Apóstoles, Madre de la Iglesia. Ella estaba en el cenáculo, al lado de Pedro, cuando el Espíritu Santo descendió sobre los Apóstoles y los impulsó a salir y a anunciar a todos que Jesús es el Señor. Hoy, nuestra Madre nos sostenga y nos acompañe con su intercesión, para que realicemos plenamente aquella unidad y aquella comunión por la cual Cristo y los apóstoles han rezado y han dado la vida”. (Trad. Cecilia de Malak- RV).

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