La celebración eucarística contó con la participación de numerosos presbíteros, diáconos, seminaristas, consagrados y laicos, que colmaron el templo parroquial.
El coro diocesano San Juan Pablo II, dirigido por Juanita Guevara, fue el encargado de los cantos de la misa, que inició con los acordes de Abrid las puertas a Cristo, del presbítero Marcos Frisina, y tuvo un fuerte acento folclórico al interpretar partes de la Misa Criolla.
En la homilía, monseñor Braida reflexionó sobre el Evangelio de San Juan, en el que Jesús pregunta por tres veces a Pedro si lo ama, y destacó que lo que Cristo le pide a su discípulo es que lo ame con un amor total, con todo su ser.
El prelado recordó las palabras de San Ambrosio, al manifestar que la triple respuesta -de Pedro- confirmó el amor y borró el error de la triple negación. y citó fragmentos de las palabras del papa Francisco en su encuentro con los consagrados en Chile.
Lo único que quiere hacer (Jesús) es salvar a Pedro, explicó, y subrayó que el pontífice se preguntaba: ¿Qué es lo que fortalece a Pedro como apóstol? ¿Qué nos mantiene a nosotros apóstoles? Una sola cosa: Fuimos tratados con misericordia.
Tras afirmar que en primer lugar estamos llamados a recibir el amor del Señor, a cultivar una apertura total a su presencia, destacó que esto se logra dejando que el centro de nuestras vidas sea Él, lo que implica salir de nosotros mismos y dejar de lado toda autorreferencialidad.
Por último, monseñor Braida habló del sentido importante de servicio que contenía cada uno de los lemas de ordenación elegidos por los tres nuevos sacerdotes: Dénles ustedes de comer, Yo soy tu servidor, hágase en mí según tu palabra y Yo he venido para que las ovejas tengan vida y la tengan en abundancia.+
Texto completo de la Homilía
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