Francisco recordó a las víctimas lituanas

Vilna (Lituania) (AICA): Continuando su 25° Viaje Apostólico Internacional en los países bálticos, el papa Francisco visitó el Museo de la Ocupación y de la lucha por la libertad de Vilna, Lituania. “Señor, que no seamos sordos ante el grito de los que claman al cielo”, oró el Santo Padre.
“En tu grito, Señor, encuentra eco el grito del inocente que se une a tu voz y se eleva hacia el cielo. Es el Viernes Santo del dolor y de la amargura, de la desolación y de la impotencia, de la crueldad y del sinsentido que vivió este pueblo lituano ante la ambición desenfrenada que endurece y ciega el corazón”.

Estas fueron las palabras de la oración del Santo Padre este mediodía en el Museo de la Ocupación y de la lucha por la libertad de Vilna, Lituania, en el marco de su 25° Viaje Apostólico Internacional en los países bálticos.

Este lugar es símbolo de la dominación soviética, sede de la KGB y en su momento sede de la Gestapo. El Sumo Pontífice oró por las víctimas que en este edificio perdieron la vida en los años sesenta. “En este lugar de la memoria, te imploramos Señor que tu grito nos mantenga despiertos”, manifestó.

“Tu grito, Señor, no deja de resonar, y hace eco en estas paredes que recuerdan los padecimientos vividos por tantos hijos de este pueblo – continuó la oración del Pontífice–. Lituanos y provenientes de diferentes naciones han sufrido en su carne el afán prepotente de quienes pretendían controlarlo todo”.

Luego de la oración firmó el libro de los huéspedes del museo donde escribió: “En este lugar que conmemora a las muchas personas que sufrieron a causa de la violencia y el odio, y que sacrificaron sus vidas en aras de la libertad y la justicia, he rezado para que Dios Todopoderoso conceda siempre el don de la reconciliación y la paz al pueblo lituano”.


Oración del Santo Padre en el Museo de la Ocupación y de la lucha por la libertad

“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Mt 27,47)”

Tu grito, Señor, no deja de resonar, y hace eco en estas paredes que recuerdan los padecimientos vividos por tantos hijos de este pueblo. Lituanos y provenientes de diferentes naciones han sufrido en su carne el afán prepotente de quienes pretendían controlarlo todo.

En tu grito, Señor, encuentra eco el grito del inocente que se une a tu voz y se eleva hacia el cielo. Es el Viernes Santo del dolor y de la amargura, de la desolación y de la impotencia, de la crueldad y del sinsentido que vivió este pueblo lituano ante la ambición desenfrenada que endurece y ciega el corazón.

En este lugar de la memoria, te imploramos Señor que tu grito nos mantenga despiertos. Que tu grito, Señor, nos libre de la enfermedad espiritual al que como pueblo estamos siempre tentados: olvidarnos de nuestros padres, de lo que se vivió y padeció.

Que en tu grito y en las vidas de nuestros mayores que tanto sufrieron encontremos la valentía para comprometernos decididamente con el presente y con el futuro; que aquel grito sea estímulo para no acomodarnos a las modas de turno, a los slogans simplificadores, y a todo intento de reducir y privar a cualquier persona de la dignidad con la que tú la has revestido.

Señor, que Lituania sea faro de esperanza. Sea tierra de la memoria operosa que renueve compromisos contra toda injusticia. Que promueva intentos creativos en la defensa de los derechos de todas las personas, especialmente de los más indefensos y vulnerables. Y que sea maestra en cómo reconciliar y armonizar la diversidad.

Señor, no permitas que seamos sordos al grito de todos los que hoy siguen clamando al cielo.+

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