Card. Poli: "La vida es un don sagrado que no puede ser rechazado"

Card. Poli: "La vida es un don sagrado que no puede ser rechazado"

Buenos Aires (AICA): Una multitud de fieles se congregó este 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación del Señor y Día del Niño por Nacer, para participar en la catedral metropolitana de Buenos Aires del rosario y misa por la Vida, presidida por el arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Mario Aurelio Poli. En su homilía, recordó que “la vida es un don sagrado que no puede ser rechazado”.
Con motivo de la solemnidad de la Anunciación del Señor y Día del Niño por Nacer, la catedral metropolitana de Buenos Aires se colmó de fieles que se acercaron a rezar el rosario y la misa por la vida.

La celebración eucarística estuvo presidida por el arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Mario Aurelio Poli, y fue concelebrada por el vicario general, monseñor Joaquín Mariano Sucunza; monseñor Enrique Eguía Seguí, provicario general; monseñor Ernesto Giobando, obispo auxiliar, y otros sacerdotes.

La ceremonia comenzó con el canto del Ave María, a cargo de la soprano Haydeé Dabusti, al tiempo que un grupo de niños acercaba una ofrenda floral a los pies de Nuestra Señora de Luján. Durante la celebración eucarística, se escucharon confesiones.

En su homilía, el cardenal Poli se refirió a la vida en todos sus estadios, renovando el llamado a protegerla como don sagrado, desde la concepción hasta su fin natural.

“En este día sentimos el compromiso por la dignidad de toda vida, en primer lugar la de los niños que esperan dejar el santuario donde fueron concebidos para compartir este mundo maravilloso y bello”, expresó.

Del mismo modo, se refirió a “los ancianos enfermos, los más pobres de los pobres”, pidiendo a Dios “que nadie se atribuya el poder de diferir el momento en que el Creador nos llama a cada uno. La vida es un préstamo sagrado y sólo Él puede reclamarla”, advirtió.

“A la luz de la Anunciación reavivamos el deseo de asumir la causa de los más débiles, cuya vida la pasan entre la humillación, la exclusión y la indiferencia. El dolor se torna insoportable cuando los que padecen son los niños y niñas”, afirmó.

“En este día también estamos con todos los sacerdotes, laicos y laicas que trabajan en los Hogares de Cristo, donde muchos jóvenes encuentran una familia para ponerse de pie ante la humillación del alcohol, las drogas, la prostitución; y con la confianza en que esta labor está inspirada por el Espíritu Santo, promovemos que el Hogar de Cristo siga peregrinando a Luján dándole gracias a nuestra Madre, la Madre de los humildes y marginados, y consagrándose a su maternal protección”, aseguró.

“¡Cómo olvidar el don sagrado de la vida!”, exclamó el arzobispo, señalando que para los cristianos “cada mujer que concibe es una Anunciación y cada nacimiento, una Navidad”.

Finalmente, indicó: “El misterio que hoy celebramos nos devuelve un nuevo lenguaje para definir la vida: Sabemos que es don inmerecido; don que a veces viene sin ser querido; don que espera ser bien recibido; don sagrado que no puede ser rechazado, ni menos ignorado; don inteligente y semejante a nosotros desde el primer momento; don que las leyes humanas deben proteger y conceder igualdad de oportunidades para todos; don que tiene derecho a crecer por derecho humano y natural”.

“Cómo olvidar que fue un día como este en que ‘Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de Él’”, recordó.

Finalizada la misa, celebrantes y fieles rezaron los misterios gozosos del santo rosario ante el Santísimo Sacramento que estaba expuesto en el altar. Luego del canto del Tantum Ergo, el cardenal Poli impartió la solemne bendición final con la custodia.+

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