Ángelus: El testimonio del Evangelio, un ‘incendio de amor’

Ciudad del Vaticano (AICA): El “testimonio del Evangelio” se propagó en el mundo como una “incendio benéfico”, adorando a Dios y sirviendo al prójimo con nuevas “iniciativas de caridad” y purificándonos de “compromisos de todo tipo”, dijo el papa Francisco este domingo 18 de agosto en su reflexión antes del Ángelus, dirigiéndose a los peregrinos reunidos en la plaza de S. Pedro.
El “testimonio del Evangelio” se propagó en el mundo como una “incendio benéfico”, adorando a Dios y sirviendo al prójimo con nuevas “iniciativas de caridad” y purificándonos de “compromisos de todo tipo”, dijo el papa Francisco este domingo 18 de agosto en su reflexión antes del Ángelus, dirigiéndose a los peregrinos reunidos en la plaza de S. Pedro.

Comentando el Evangelio de hoy, en el que Jesús habla del “fuego” que Él trajo a la tierra, él dijo: “Estas palabras tienen por finalidad ayudar a los discípulos a abandonar toda actitud de pereza, apatía, de indiferencia y de clausura para acoger el fuego del amor que, como nos recuerda S. Pablo, “fue derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo. Él nos llama a difundir en el mundo este fuego, gracias al cual seremos reconocidos como sus verdaderos discípulos”.

“El fuego del amor, encendido por Cristo en el mundo por medio del Espíritu Santo, es sin límites, universal. Esto se vio ya desde los primeros tiempos del cristianismo: el testimonio del Evangelio se propagó como un incendio benéfico superando toda división entre los individuos, categoría sociales, pueblos y naciones. Esta quema toda forma de particularismo y mantiene la caridad abierta a todos, con una única preferencia: aquella por los más pobres y excluídos”.

“La adhesión al fuego del amor que Jesús trajo a la tierra envuelve toda nuestra entera existencia y pide la adoración a Dios y también una disponibilidad en servir al prójimo. La adoración a Dios, quiere decir aprender la oración de adoración. La segunda en la disponibilidad en servir al prójimo, pienso con admiración en tantas comunidades y grupos de jóvenes que, también durante el verano, se dedican a este servicio en favor de los enfermos, pobres y personas con discapacidades.

Para vivir según el espíritu del Evangelio es necesario que, frente a los siempre más necesitados que se perfilan en el mundo, haya discípulos de Cristo que sepan responder con nuevas iniciativas de caridad. Así el Evangelio con la adoración a Dios y sirviendo al prójimo, se manifiesta realmente como el fuego que salva, que cambia al mundo a partir del cambio del corazón de cada uno”.

“En esta perspectiva, se comprende también otra afirmación de Jesús reportada en el pasaje de Evangelio de hoy, que en un primer instante puede desconcertar: “¿Piensan que yo vine al mundo a traer paz sobre la tierra. No, yo les digo, sino la división”. Él vino a ‘separar con el fuego’ el bien del mal, el justo del injusto.

En este sentido vino a ‘dividir’, a poner ‘en crisis’-pero en modo saludable- la vida de sus discípulos, rompiendo las fáciles ilusiones de cuantos creen poder conjugar la vida cristiana con la mundanidad, la vida cristiana y compromisos de todo tipo, prácticas religiosas y actitudes contra el prójimo”. Hablando fuera del texto agregó: “Algunos piensan que conjugar la vida cristiana con prácticas supersticiosas... ¿Cuántos van a hacerse leer las manos?”

“Se trata -concluyó- de no vivir en manera hipócrita, sino de estar dispuestos a pagar el precio de las elecciones coherentes con el Evangelio. Es bueno llamarse cristianos, pero es necesario sobre todo ser cristianos en las situaciones concretas, testimoniando el Evangelio que es esencialmente amor por Dios y por los hermanos”. +

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