Ante los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro, el pontífice explicó que Pedro “lleno del Espíritu del Señor, pasaba caminando y, sin que él hiciera nada, su sombra se convertía en caricia sanadora, efusión de la ternura del Resucitado que se inclina sobre enfermos y restituye dignidad, vida y salvación”.
El Papa indicó que entre los apóstoles emerge Pedro, quien tiene preeminencia en el grupo apostólico por la primacía y la misión recibida del Resucitado: él pasa entre los enfermos, haciendo “lo mismo” que Jesús, “asumiendo en sí las enfermedades y dolencias”. Pero Pedro, advirtió el Papa, “permite que otro se manifieste”, es decir, permite que “el Cristo vivo y operante” se manifieste a través de él
“Es él quien inicia la predicación del kerygma el día de Pentecostés y quien llevará a cabo una función directiva en el Concilio de Jerusalén”.
Comentando el pasaje del libro de los Hechos de los Apóstoles, en el que el apóstol pasó entre los enfermos y estos fueron sanados si su sombra los tocaba. Francisco explicó: “Pedro se acerca a las camillas y pasa entre los enfermos, tal como Jesús había hecho tomando enfermedades y dolencias sobre sí mismo. El pescador de Galilea, llamado a recoger ya no las redes sino los corazones de quienes aceptan la vida de Cristo.
El papa Francisco añadió a continuación que “el cuerpo de creyentes no es un accesorio extraño a la vida de fe, sino que está hecho para vivir la comunión con Dios y con los demás, para manifestar la belleza de ser niños, creado a imagen y semejanza del Padre”. La “concreción” también es de un “lugar”. El pontífice recordó que en los Hechos a menudo hablamos del “pórtico de Salomón”, “un lugar donde el acontecimiento de Cristo se comunica a través de la palabra, que mueve corazones y que puede tocar y sanar los cuerpos también”.
Francisco también recordó su definición de la Iglesia como un “hospital de campaña”, que “da la bienvenida a las personas más débiles, es decir, los enfermos”. Su sufrimiento atrae a los apóstoles, quienes no poseen “ni plata ni oro” pero son fuertes en el nombre de Jesús. En sus ojos, como en los ojos de los cristianos de todos los tiempos, los enfermos son receptores privilegiados de Feliz proclamación del Reino, son hermanos en los cuales Cristo está presente de una manera particular, para que todos podamos buscarnos y encontrarnos”.
El Papa recordó asimismo que la acción sanadora de Pedro despierta el odio de los saduceos, que encarcelan a los apóstoles y les prohíben enseñar. He aquí que Pedro responde entonces ofreciendo una clave de la vida cristiana”, a saber, “obedecer a Dios en vez de a los hombres”. Esto significa escuchar a Dios sin reservas, sin reenvíos, sin cálculos; adherirse a Él para ser capaces de una alianza con Él y con aquellos con los que nos encontramos en nuestro camino”.
“Y puesto que el primer apóstol es figura de la Iglesia, su sombra evoca la de la Iglesia, que sobre la tierra pone en pie a sus hijos y los destina a los bienes del Cielo, sin temer obedecer a Dios antes que a los hombres”, concluyó Francisco en su saludo a los peregrinos de lengua española.
“Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica. Pidamos de forma constante la fuerza del Espíritu Santo para llevar a todos la presencia amorosa y consoladora del Señor que camina a nuestro lado”.
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