Mons. Ojea: “Toda la maldad del mundo se estrella en la mansedumbre del pesebre”

Mons. Ojea: “Toda la maldad del mundo se estrella en la mansedumbre del pesebre”

San Isidro (Buenos Aires) (AICA): “Sabemos que vivimos en un mundo con mucha mentira, con mucho egoísmo, con mucha indiferencia y muy corrupto. Sin embargo, toda la maldad del mundo se estrella en la mansedumbre del pesebre”, aseguró el obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Vicente Ojea, en su videomensaje de Navidad, y agregó: “La pedagogía del pesebre nos invita a contemplar la maravillosa ternura de Dios que nos abraza”.
El obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Vicente Ojea, destacó la pedagogía del pesebre, esa que invita a “contemplar la maravillosa ternura de Dios que nos abraza”, y valoró que se haya conservado entre los argentinos el encuentro familiar, esa necesidad de sentir la proximidad y la cercanía, en la Nochebuena.

“Sabemos que vivimos en un mundo con mucha mentira, con mucho egoísmo, con mucha indiferencia y muy corrupto. Sin embargo, toda la maldad del mundo se estrella en la mansedumbre del pesebre”, sostuvo en su videomensaje de Navidad.

El prelado recordó que “cuando nos decepcionamos de todo, Él no se decepciona de nosotros; cuando queremos acabar con todo porque estamos hartos, estamos cansados, aparece de nuevo la fe del Niño Jesús en cada uno de nosotros, nos devuelve la dignidad. Es como si nos dijera: ‘volvamos a empezar’”.

“El Señor cree de nuevo en la naturaleza humana y por eso viene a acompañarla, se embarra con nosotros, cree en nosotros”, agregó.

“¡Qué compromiso maravilloso devolverle al Niño todo lo que nos ha dado, trabajando día a día para construir un mundo más justo, más fraterno, más humano, y más cristiano!”, exclamó.

Desgrabación del mensaje
El Niño Jesús viene en la noche y es anunciado de noche. El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz, nos dice el profeta Isaías. Que experiencia profunda tenemos de la oscuridad y de las tinieblas.

Sabemos que vivimos en un mundo con mucha mentira, con mucho egoísmo, con mucha indiferencia y muy corrupto. Sin embargo, toda la maldad del mundo se estrella en la mansedumbre del pesebre.

El Señor se enamora de nuestra pequeñez, de nuestra fragilidad. El Señor nos tiene paciencia, no hace como nosotros, desplantes. El Señor nos ama con una infinita misericordia.

La pedagogía del pesebre nos invita a contemplar la maravillosa ternura de Dios que nos abraza.

Nosotros sí hemos conservado el encuentro familiar, la necesidad de estar junto a los seres queridos en la Nochebuena, en una familia, en otra familia, esa necesidad de sentir la proximidad y la cercanía.

Bueno, el Niño Jesús viene a nuestro encuentro, dejémonos encontrar por Él. Dejémonos abrazar por la infinita ternura de Dios y pidámosle a la Virgen y a San José que nos preste en el corazón, para adorar al Señor en el pesebre. Ellos, que se hicieron cargo de la esperanza de su pueblo, ellos que dijeron sí y gracias a ellos, tenemos al Niño Jesús”.

Cuando nos decepcionamos de todo, Él no se decepciona de nosotros; cuando queremos acabar con todo porque estamos hartos, estamos cansados, aparece de nuevo la fe del Niño Jesús en cada uno de nosotros, nos devuelve la dignidad. Es como si nos dijera: ‘volvamos a empezar’.

El Señor cree de nuevo en la naturaleza humana y por eso viene a acompañarla, se embarra con nosotros, cree en nosotros.

¡Qué compromiso maravilloso devolverle al Niño todo lo que nos ha dado, trabajando día a día para construir un mundo más justo, más fraterno, más humano, y más cristiano!

¡Feliz Navidad! ¡Feliz Nochebuena a todos ustedes, a todas las familias! y que Dios los bendiga.+

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