“Se siente olor a Navidad”, percibe monseñor Lozano

San Juan (AICA): El arzobispo de San Juan de Cuyo, monseñor Jorge Eduardo Lozano, afirmó que la Navidad tiene su “aroma característico”, por lo que invitó a “imaginar y sentir el olor de la cueva de Belén y hacer oración evocando esos aromas”. Tras describir alguno de ellos, como el de bebé, habló de otros que también se percibían en aquel pesebre: indiferencia y desprecio, egoísmo y encierro, prepotencia y soberbia.
El arzobispo de San Juan de Cuyo, monseñor Jorge Eduardo Lozano, afirmó que la Navidad, como una panadería o un consultorio de dentista, tiene su “aroma característico”, por lo que invitó a “imaginar y sentir el olor de la cueva de Belén y hacer oración evocando esos aromas”.

“Cierro los ojos y me imagino dentro de aquella caverna con tufo a establo, al excremento y sudores de animales, que se entremezclan con la presencia de la alfalfa y otras pasturas. Tal vez también podamos sumar el olor a sopa hirviendo para calmar el frío y el hambre del camino. Olor a Belén (que significa casa del pan). Olor a bebé”, graficó.

“Como sabemos, ese no era un lugar aséptico, y menos aún con cuidados suntuosos”, recordó en su columna semanal, y citó al papa Francisco, cuando dice: “María es la que sabe transformar una cueva de animales en la casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura”.

El prelado sanjuanino también afirmó que en las escenas de la Navidad también se percibe “olor a indiferencia y desprecio. A egoísmo y encierro. A prepotencia y soberbia”.

Para estos días que quedan hasta la Nochebuena, monseñor Lozano propuso preguntarse: ¿a qué huele mi vida? Y contó una situación que vivió al viajar en un colectivo: “Dos personas en el asiento de atrás hablaban con el tono de voz elevado, y me distraían de la lectura que estaba disfrutando. Compartían expectativas distintas acerca de la cena navideña, aunque ambas parecían ser de la misma capilla o parroquia”.

“Una esperaba con alegría recibir a la familia (un tanto numerosa) en su casa, y contaba que ya se habían puesto de acuerdo en el menú, e ir juntos a la misa de Nochebuena antes de cenar. La otra intervenía expresando su angustia por varias situaciones de sufrimiento que enfrentaron como familia en el 2019, y el desgano por reunirse. Llegó a decir con pena ‘no tenemos nada que celebrar’, a lo cual su amiga intentaba convencerla de la importancia de no estar en soledad rumiando dolor en esa noche tan especial”, diferenció.

Monseñor Lozano consideró que ambas personas “compartían miradas distintas y argumentos de una perspectiva y otra. Pero ambas coincidían en la centralidad del nacimiento de Jesús”.

“En comunidades parroquiales o capillas organizan tareas solidarias para acompañar a los que sufren o simplemente están solos o lejos de casa. ¿Por qué no pensar en acercarte a otros? Alguien te necesita. Que tengas Feliz Nochebuena y bendecida Navidad”, concluyó.+

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