En el 450° aniversario de la arquidiócesis, Mons. Ñáñez envió una carta pastoral

En el 450° aniversario de la arquidiócesis, Mons. Ñáñez envió una carta pastoral

El arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos José Ñáñez, envió el 14 de mayo, día en que la arquidiócesis cumple 450 años, una carta pastoral a los fieles. “Quiero dirigirme con especial afecto a los sacerdotes, seculares y religiosos, miembros del presbiterio diocesano, a los diáconos permanentes, a los consagrados y consagradas, a las familias, verdaderas iglesias domésticas, a todos los laicos y laicas, integrantes de la comunidad arquidiocesana y corresponsables con los demás miembros del primer anuncio del Evangelio”, expresó.

Luego de recordar el origen de la diócesis de Córdoba del Tucumán, creada por el papa San Pío V el 14 de mayo de 1570, con sede en la ciudad de Santiago del Estero, y luego trasladada a la ciudad de Córdoba, el prelado señaló que “los aniversarios significativos de las instituciones, como son los jubileos, son oportunidades providenciales para volver con renovado vigor a la inspiración inicial”.

“A lo largo de estos cuatrocientos cincuenta años de vida se ha procurado en la Iglesia que está en Córdoba anunciar y testimoniar el Evangelio y, recientemente, con ocasión de la realización del XI Sínodo Arquidiocesano, hemos experimentado la necesidad de renovar decididamente el impulso misionero y actualizar con convicción y entusiasmo la proclamación del primer anuncio del Evangelio”, recordó.

Ante la realidad actual y las modificaciones en el curso de las actividades, impuestas por la pandemia del coronavirus, monseñor Ñáñez aseguró que “toda dificultad, sin embargo, insinúa una posible oportunidad, por eso es de destacar que en medio del aislamiento social preventivo, apareció el enorme esfuerzo de los pastores y de los miembros de distintas comunidades para contactarse con sus fieles”.

“Apareció también una gran creatividad en el uso de los medios que la moderna tecnología nos ofrece. Fue notable en ello el aporte de los jóvenes, y ññññel esfuerzo y la dedicación de los y las catequistas. Podemos decir, entonces, con sencillez, pero también con verdad, que en esas circunstancias y a través de todos esos recursos, nuestra Iglesia arquidiocesana estuvo e incluso está ‘en salida’”.

“Las familias, por su parte, recrearon su misión como verdaderas ‘iglesias domésticas’, multiplicando momentos de oración en torno a la Palabra de Dios. Han cobrado especial importancia esos encuentros que representan y concretan una de las propuestas del XI Sínodo”, destacó.

Por otra parte, reconoció la preocupación por los más necesitados en la actual situación, “presente en la atención de Cáritas y Pastoral Social, promoviendo un trabajo solidario y en redes con el Estado y con otras organizaciones de la sociedad. También aquí fue importante el aporte generoso de los jóvenes y de las demás comisiones arquidiocesanas”, valoró, dando gracias al Señor “por todo esto que nos ha inspirado y nos ha movido a realizar”.

“Con respecto a la programación del año 2020, me parece que no se trata sólo de postergar su realización, sino de estar abiertos a la transformación de las propuestas. No sabemos cómo será el después del aislamiento, el después de la pandemia”, advirtió el arzobispo.

“Lo que sí sabemos, es con qué espíritu tenemos que trabajar. Nos lo propone el lema para este año: ‘Salimos, enviados por Jesús, y compartimos con alegría la Buena Noticia’”.

“La fe siempre te lleva a salir de ti mismo… la fe debe ser transmitida, debe ser ofrecida, especialmente con el testimonio: ‘Vayan, que la gente vea cómo viven’”, expresó el prelado, citando al papa Francisco. En ese sentido, animó a “dar lugar a diversas iniciativas ‘misioneras’, animándonos a ‘primerear’, delicada y creativamente, a otros interlocutores-destinatarios, entre nuestros familiares, amigos, vecinos o conciudadanos”.

“Y porque vamos ‘enviados por Jesús’, debemos hacerlo con su estilo, es decir, con mucha sencillez, sin ninguna pretensión proselitista, sino con un profundo respeto y, al mismo tiempo, con una enorme confianza. El Señor, en efecto, camina con nosotros; Él nos sostiene, nos alienta y con toda seguridad hará fecunda nuestra tarea”, aseguró.

En ocasión de este Jubileo, recordando con gratitud el pasado, el arzobispo consideró oportuno retomar el séptimo rasgo del “Rostro ideal de nuestra Iglesia arquidiocesana”: “Señor has suscitado en nosotros el deseo de ser una Iglesia que sepa pedir perdón toda vez que sea necesario, y hacer memoria agradecida de lo que ha recibido. Por eso, elegimos reconciliarnos, asumiendo nuestros errores del pasado para repararlos, y recordar con gratitud la extraordinaria obra de santidad que has sembrado en nuestra tierra de Córdoba”.

Por eso, invitó a la comunidad a “expresar nuestra gratitud al Señor por estos cuatrocientos cincuenta años de existencia de nuestra comunidad arquidiocesana, y a renovar también nuestra gratitud a todos los que nos precedieron”, recordando particularmente a los santos cordobeses: “Los que están en proceso de beatificación y los santos ‘de la puerta de al lado’, que sólo Dios conoce y que llevaron adelante con esfuerzo, generosidad y alegría, la obra de la evangelización, trazándonos un camino que estamos invitados a recorrer”.

“Quiero expresar también, y de un modo especial, mi agradecimiento a todos los que me han acompañado y me acompañan, con empeño y generosidad, en mi tarea y servicio episcopal en la arquidiócesis”, mencionó.

“Tenemos por delante el desafío de vivir con pasión el presente y de seguir testimoniando y anunciando el Evangelio en un mundo distinto de aquel del inicio de la vida de la diócesis, pero también en un mundo que, seguramente, será diverso luego de la pandemia que atravesamos y de sus graves consecuencias”, consideró. “Se tratará de un mundo en el que habrá que anunciar, testimoniar y ayudar a vivir el mensaje de la esperanza inquebrantable que brota de la fe en Jesucristo que es el Salvador, que ‘es el mismo ayer, hoy, y para siempre’ y que nos anima a abrirnos con confianza al futuro”.

“Quiero, al finalizar esta carta dirigida a la comunidad católica, expresar mi reconocimiento y mi agradecimiento a todos los creyentes de las distintas tradiciones por su benevolencia y por su colaboración en el desafío de imaginar y concretar entre todos un mundo más humano y más digno, conforme al querer de Dios, Señor de la historia y creador de todas las cosas”, destacó.

“En el año 1937, el entonces Arzobispo de Córdoba, monseñor Fermín Lafitte, nombró patrona de la arquidiócesis a la Santísima Virgen María en su advocación de Nuestra Señora del Rosario del Milagro. Su imagen nos acompaña desde hace mucho tiempo y es objeto de una filial y cariñosa veneración. A ella nos encomendamos, suplicándole que nos alcance toda clase de bendiciones, particularmente la gracia de ser verdaderos discípulos misioneros de Jesús”, concluyó.+

» Texto completo de la carta pastoral.

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