El Papa pide que medios de comunicación sirvan para difundir belleza de la fe



Ciudad el Vaticano (AICA): La mañana del sábado el Obispo de Roma recibió en la Sala Clementina del Palacio Apostólico a los ochenta participantes en la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, encabezados por su presidente, el Arzobispo Claudio Maria Celli. La comunicación sirve a la Iglesia para insertarse en las realidades concretas de nuestro tiempo, para hablar a la humanidad. Lo subrayó Francisco en su discurso. Para la Iglesia es necesario el diálogo con los hombres y las mujeres de hoy, para comprender sus expectativas, interrogantes, esperanzas. Son hombres y mujeres a veces un poco desilusionados por un cristianismo que les parece estéril y en dificultad precisamente en el comunicar de forma incisiva el sentido profundo que dona la fe. Mientras crecen los espacios de soledad y silencio, la Iglesia puede hacer emerger una presencia, que escucha, dialoga, alienta, utilizando las tecnologías y las redes sociales.

Al recibir ayer en la Sala Clementina del Palacio Apostólico a los ochenta participantes en la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, el Papa Francisco exhortó a que los medios de comunicación sirvan para difundir “la belleza de la fe”.

Se trata, dijo el Santo Padre, de “un desafío”, el hacer “descubrir, también a través de los medios de comunicación social, además de en el encuentro personal, la belleza de todo lo que constituye el fundamento de nuestro camino y de nuestra vida, la belleza de la fe, la belleza del encuentro con Cristo”.


“También en el contexto de la comunicación es necesario que la Iglesia consiga llevar calor, que enardezca los corazones”.


Francisco remarcó “la importancia de la comunicación para la Iglesia”, recordando que “este año se cumple el 50 aniversario de la aprobación del Decreto conciliar Inter mirifica”, sobre los medios de comunicación social.


“No se trata sólo de una conmemoración; ese documento expresa el interés de la Iglesia por la comunicación y por sus instrumentos, importantes también en una dimensión evangelizadora”.


El Papa indicó que “el panorama comunicativo se ha convertido poco a poco para muchos en un ‘ambiente vital’, una red donde las personas se comunican, amplían el horizonte de sus contactos y de sus relaciones. Subrayo, sobre todo, estos aspectos positivos, aunque todos somos conscientes de que también hay límites y elementos nocivos”.


El Santo Padre advirtió que “nos tenemos que preguntar: ¿Qué papel tiene que desempeñar la Iglesia con sus medios operativos y comunicativos? En cualquier situación, más allá de la puramente tecnológica, creo que el objetivo ha de ser lograr inserirse en el diálogo con los hombres y mujeres de hoy, saberse insertar en el diálogo con los hombres y las mujeres de hoy, para comprender sus expectativas, sus dudas, sus esperanzas”.


“Son hombres y mujeres a veces un poco desilusionados con un cristianismo que les parece estéril, que tiene dificultades precisamente para comunicar incisivamente el sentido profundo que da la fe. En efecto, precisamente hoy, en la era de la globalización, estamos asistiendo a un aumento de la desorientación, de la soledad; vemos difundirse la pérdida del sentido de la vida, la incapacidad para tener una ‘casa’ de referencia, la dificultad para trabar relaciones profundas”.


El Papa señaló que “es importante, por eso, saber dialogar, entrando también, aunque no sin discernimiento, en los ambientes creados por las nuevas tecnologías, en las redes sociales, para hacer visible una presencia, una presencia que escucha, dialoga, anima”.


“No tengan miedo de ser esa presencia, llevando consigo su identidad cristiana cuando se hacen ciudadanos de estos ambientes. ¡Una Iglesia que acompaña en el camino, sabe ponerse en camino con todos!”.


El Santo Padre recordó además “una antigua regla de los peregrinos, que San Ignacio asume, ¡por esto yo la conozco! En una de sus reglas dice que aquel que acompaña a un peregrino y que va con el peregrino, debe ir a paso de peregrino. No más adelante y no atrasarse. Y esto es lo que quiero decir: una Iglesia que acompañe el camino y sepa ponerse en camino, como camina hoy. Esta regla del peregrino nos ayudará a inspirar las cosas”.


El Papa señaló que “tenemos un tesoro precioso que transmitir, un tesoro que da luz y esperanza. ¡Son tan necesarias! Pero todo esto requiere una cuidada y cualificada formación, de sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos, también en este campo”.


“El gran continente digital no es simplemente tecnología, sino que está formado por hombres y mujeres que llevan consigo lo que tienen dentro, sus experiencias, sus sufrimientos, sus anhelos, la búsqueda de la verdad, de la belleza, de la bondad”.


“Es necesario saber indicar y llevar a Cristo, compartiendo estas alegrías y esperanzas, como María que llevó a Cristo al corazón del hombre; es necesario saber entrar en la niebla de la indiferencia sin perderse; es necesario bajar también a la noche más oscura sin verse dominados por la oscuridad y perderse; es necesario escuchar las ilusiones de muchos, sin dejarse seducir; es necesario acoger las desilusiones, sin caer en la amargura; palpar la desintegración ajena, sin dejarse disolver o descomponer en la propia identidad. Este es el camino. ¡Este es el desafío!”.


El Papa recordó que “el encuentro con Cristo es un encuentro personal. No se puede manipular. En este tiempo tenemos una gran tentación en la Iglesia, que es el ‘acoso’ espiritual: manipular las conciencias; un lavado de cerebro teologal, que al final te lleva a un encuentro con Cristo puramente nominal, no con la Persona de Cristo Vivo”.


“En el encuentro de una persona con Cristo ¡tiene que ver Cristo y la persona! No aquello que quiere el ingeniero espiritual que quiere manipular. Este es el reto. Llevarlo al encuentro con Cristo siendo conscientes, no obstante, que nosotros somos medios y que el problema de fondo no es la adquisición de sofisticadas tecnologías, aunque sean necesarias para una presencia actual y significativa”.


El Santo Padre pidió “que nos quede siempre claro que creemos en un Dios apasionado por el hombre, que quiere manifestarse mediante nuestros medios, también si son pobres, porque es Él quien obra, transforma, salva la vida del hombre”.


“Y nuestra oración, la de todos, para que el Señor enardezca nuestro corazón y nos sostenga en la misión fascinante de llevarle al mundo. Me encomiendo a sus oraciones, porque también yo tengo esta misión, y les imparto de corazón mi Bendición”, concluyó.+ (ACI)



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