Ciudad del Vaticano (AICA): Este 8 de diciembre por primera vez el papa Francisco realizó el tradicional homenaje a la Inmaculada Concepción en la romana Plaza España. A lo largo del trayecto, del Vaticano al centro de Roma, el Papa que viajaba en su automóvil, recibió los calurosos saludos de los romanos y a los miles de personas agolpadas en las calles adyacentes a la embajada de España ante la Santa Sede donde se encuentra la estatua de la Virgen ante la cual los pontífices depositan el día de la Inmaculada un ramo de flores.
También como es tradicional, el Papa se detuvo ante la iglesia de la Santísima Trinidad de Via Condotti donde recibió el homenaje de la asociación de comerciantes de esa calle y se dirigió a pie a la Plaza donde abrazó a algunos niños y a diversos enfermos que lo esperaban en silla de ruedas y estrechado la mano a muchas personas. Después de saludar al cardenal Agostino Vallini, su vicario para la ciudad de Roma y al alcalde de la capital, Ignazio Marino, rezó una oración compuesta para este acto de veneración:
“Virgen Santa e Inmaculada,
a Ti, que eres el orgullo de nuestro pueblo
y el amparo maternal de nuestra ciudad,
nos acogemos con confianza y amor.
Eres toda belleza, María.
En Ti no hay mancha de pecado.
Renueva en nosotros el deseo de ser santos:
que en nuestras palabras resplandezca la verdad,
que nuestras obras sean un canto a la caridad,
que en nuestro cuerpo y en nuestro corazón brillen la pureza y la castidad,
que en nuestra vida se refleje el esplendor del Evangelio.
Eres toda belleza, María.
En Ti se hizo carne la Palabra de Dios.
Ayúdanos a estar siempre atentos a la voz del Señor:
que no seamos sordos al grito de los pobres,
que el sufrimiento de los enfermos y de los oprimidos no nos encuentre distraídos,
que la soledad de los ancianos y la indefensión de los niños no nos dejen indiferentes,
que amemos y respetemos siempre la vida humana.
Eres toda belleza, María.
En Ti vemos la alegría completa de la vida dichosa con Dios.
Haz que nunca perdamos el rumbo en este mundo:
que la luz de la fe ilumine nuestra vida,
que la fuerza consoladora de la esperanza dirija nuestros pasos,
que el ardor entusiasta del amor inflame nuestro corazón,
que nuestros ojos estén fijos en el Señor, fuente de la verdadera alegría.
Eres toda belleza, María.
Escucha nuestra oración, atiende a nuestra súplica:
que el amor misericordioso de Dios en Jesús nos seduzca,
que la belleza divina nos salve, a nosotros, a nuestra ciudad y al mundo entero”.
Después del acto de veneración, el Papa se trasladó a la basílica de Santa María Mayor, como había anunciado durante el Ángelus, para rezar ante la imagen de Maria “Salus populi romani”, por todos y, especialmente, por los habitantes de la capital italiana.+
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