Ciudad del Vaticano (AICA): “Jesús dijo: ‘La piedra que descartaron los arquitectos es ahora la piedra angular’, los pobres son también, de alguna manera, la piedra angular para la construcción de la sociedad”, dijo el papa Francisco al visitar este domingo la Comunidad de San Egidio en el barrio romano de Trastevere. El Papa en su discurso resaltó la labor de San Egidio con los más desfavorecidos, y subrayó que ¨en los pobres está presente Jesús, quien se identifica con ellos¨.
A pesar del mal tiempo y la fuerte tormenta prevista para la tarde, miles de fieles esperaban la llegada del obispo de Roma. A su llegada a la plaza San Calixto, el Papa camino saludando a la multitud de fieles reunidos en los alrededores de la plaza mientras se escuchaban cantos en español para animar la espera.
El Papa fue recibido por el fundador y el presidente de la Comunidad, Andrea Riccardi y Marco Impagliazzo y por el párroco de Santa María en Trastévere, monseñor Marco Gnavi.
Riccardi agradeció al Papa su visita y realizó un breve repaso de la historia de la Comunidad de San Egidio y su labor. "No renunciamos al sueño de cambiar el mundo", expresó.
Antes de las palabras del Santo Padre, se escucharon varios testimonios.
Por su parte, el Santo Padre inició su discurso dando las gracias por la calurosa acogida. Francisco explicó que esta antigua Basílica "se convirtió en lugar de oración cotidiana para tantos romanos y peregrinos. Rezar en el centro de la ciudad no quiere decir olvidar las periferias humanas y urbanas, significa escuchar y acoger aquí el Evangelio del amor para ir al encuentro de los hermanos y hermanas en las periferias de las ciudades del mundo".
Asimismo les recordó que "la oración es la primera obra de vuestra comunidad, y consiste en escuchar la palabra de Dios. Este pan, el pan que nos da fuerza, nos hace ir adelante". El Papa ha invitado a mirar a Jesús para que "sus rostros estén radiantes".
De este modo, hizo mención a la labor de San Egidio con los más desfavorecidos, y ha subrayado que "en los pobres está presente Jesús, quien se identifica con ellos".
Por eso, les pidió que permanezcan siendo "una comunidad para los pobres" y añadió "veo entre ustedes muchos ancianos, estoy contento que sean sus amigos y vecinos".
También ustedes aprendieron a ver a los demás, especialmente a los más pobres; entre ustedes se mezcla el que ayuda y quien es ayudado. Una ayuda que poco a poco deja de ser ayuda para convertirse en el encuentro, en un abrazo. ¿Quién es el protagonista? Los dos, o, mejor dicho, el abrazo”.
Francisco se alegró al ver entre la gente a muchos ancianos y recordó la importancia de la alianza entre jóvenes y ancianos en la que todos reciben y dan.
“Un pueblo que no cuida a sus ancianos y que no cuida a sus jóvenes -añadió- es un pueblo sin futuro, un pueblo sin esperanza. Porque los jóvenes -niños, jóvenes- y las personas mayores llevan la historia hacia adelante. Los niños y los jóvenes con su fuerza biológica y los ancianos, dándoles la memoria. Pero cuando una sociedad pierde su memoria, se acabó, está terminada”.
Asimismo el Papa habló de la cultura del descarte que actualmente vive Europa. “Una Europa cansada que no sabe qué hacer”. “Tenemos que ayudarla a rejuvenecer -dijo-, ayudarla a encontrar sus raíces. Es verdad que ha renegado de sus raíces pero tenemos que ayudarla a encontrarlas”.
De esta manera recordó que la sociedad se inicia a cambiar desde los pobres y los ancianos. “Pobres que por desgracia hoy en día son siempre más pobres por culpa de la economía especulativa que les priva de lo esencial como la casa y el trabajo.
“¡Es inaceptable! Quien vive la solidaridad no lo acepta y reacciona. Muchos quieren quitar del diccionario esta palabra -solidaridad- porque algunas la ven como una palabrota. Pues ¡no!, -reiteró- es una palabra cristiana”.
El Papa animó a todos los que colaboran con la Comunidad desde otros países a ser amigos de Dios, de los pobres y de la paz: “Porque quien vive así encontrará bendiciones en la vida y será una bendición para los demás”.
Antes de finalizar recordó la necesidad de la oración y el diálogo, éste último desde la propia identidad. “Sigan hacia delante por el camino de la oración, los pobres y la paz -concluyó-. Caminando así ayudan a que crezca la compasión en el corazón de la sociedad, que es la verdadera revolución, esa de la compasión y de la ternura. Y también a que crezca la amistad en lugar de los fantasmas de la enemistad y la indiferencia”.+
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