La misa fue concelebrada por más de 150 obispos de todo el mundo y 17 cardenales. Niños, mayores, familias y jóvenes, cerca de 300 mil personas procedentes de 80 países de los cinco continentes estuvieron presentes viviendo esta fiesta para la prelatura del Opus Dei y para toda la Iglesia.
“Concedemos que el venerable Siervo de Dios Álvaro del Portillo y Diez de Sollano, obispo, prelado de la Prelatura Personal de la Santa Cruz y Opus Dei, pastor según el corazón de Cristo, celoso ministro de la Iglesia, de ahora en adelante sea llamado Beato y se pueda celebrar cada año su festividad el 12 de mayo”, pronunció el cardenal Amato en latín, según la fórmula de beatificación.
Pocos minutos después de las 12, tras el canto de entrada, y por el rito de beatificación, el prelado del Opus Dei junto al postulador se acercaron al cardenal Amato y le pidieron que se proceda a beatificar a Álvaro del Portillo. El postulador leyó unas notas biográficas y el cardenal Amato pronunció la fórmula en latín. A continuación, la asamblea entonó el canto de alabanza y se descubrió la imagen del beato.
Durante el canto, el niño chileno José Ignacio Urreta Wilson, el pequeño del milagro por el que se declara beato a Álvaro del Portillo, portó sus reliquias en procesión hasta el altar y el prelado del Opus Dei se ha dado un “abrazo de paz” con el representante del Papa, que le entregó una copia de la Carta de Beatificación.
El milagro
El milagro se refiere a la curación instantánea del menor José Ignacio Ureta Wilson que, a los pocos días de nacer, en agosto de 2003, sufrió un paro cardíaco de más de media hora y una hemorragia masiva. Sus padres rezaron a través de la intercesión de monseñor Álvaro del Portillo y, cuando los médicos pensaban que el bebé estaba muerto, el corazón del recién nacido comenzó a latir de nuevo, hasta alcanzar el ritmo de 130 pulsaciones por minuto.
El papa Francisco firmó el pasado 5 de julio de 2013 el Decreto de la Congregación de las Causas de los Santos que reconoce este milagro atribuido a la intercesión de don Álvaro del Portillo.
Carta del papa Francisco con motivo de la beatificación
“La beatificación del siervo de Dios Álvaro del Portillo, colaborador fiel y primer sucesor de san Josemaría Escrivá al frente del Opus Dei, representa un momento de especial alegría para todos los fieles de esa Prelatura, así como también para ti, que durante tanto tiempo fuiste testigo de su amor a Dios y a los demás, de su fidelidad a la Iglesia y a su vocación”. Con estas palabras inicia la carta que Francisco envió a monseñor Javier Echevarría, prelado del Opus Dei, con motivo de la beatificación de Álvaro del Portillo.
El mensaje del Papa fue leído al iniciar la celebración eucarística de la beatificación. Por eso, hoy Francisco se une a "su alegría" y da "gracias a Dios que embellece el rostro de la Iglesia con la santidad de sus hijos".
Por otro lado, el Santo Padre indicó que don Álvaro aprendió de san Josemaría Escrivá, a enamorarse cada día más de Cristo. "Sí, enamorarse de Cristo. Éste es el camino de santidad que ha de recorrer todo cristiano: dejarse amar por el Señor, abrir el corazón a su amor y permitir que sea él el que guíe nuestra vida", afirma en la carta.
Del mismo modo, Francisco explica que le gusta recordar la jaculatoria que el siervo de Dios solía repetir con frecuencia, "¡gracias, perdón, ayúdame más!" Son palabras -observa el Papa- que nos acercan a la realidad de su vida interior y su trato con el Señor, y que pueden ayudarnos también a nosotros a dar un nuevo impulso a nuestra propia vida cristiana.
En primer lugar, gracias. "Álvaro del Portillo era consciente de los muchos dones que Dios le había concedido, y daba gracias a Dios por esa manifestación de amor paterno. Pero no se quedó ahí; el reconocimiento del amor del Señor despertó en su corazón deseos de seguirlo con mayor entrega y generosidad, y a vivir una vida de humilde servicio a los demás", precisa el Papa.
En segundo lugar, perdón. Francisco explica en su carta que don Álvaro, "a menudo confesaba que se veía delante de Dios con las manos vacías, incapaz de responder a tanta generosidad. Pero la confesión de la pobreza humana no es fruto de la desesperanza, sino de un confiado abandono en Dios que es Padre".
También recuerda que "el siervo de Dios Álvaro sabía de la necesidad que tenemos de la misericordia divina y dedicó muchas energías personales para animar a las personas que trataba a acercarse al sacramento de la confesión, sacramento de la alegría".
Y finalmente, ayúdame más. Tal y como recuerda el Pontífice, "en el corazón del nuevo beato latía el afán de llevar la Buena Nueva a todos los corazones. Así recorrió muchos países fomentando proyectos de evangelización, sin reparar en dificultades, movido por su amor a Dios y a los hermanos". Y es que, reconoce el Papa que "quien está muy metido en Dios sabe estar muy cerca de los hombres".
¡Gracias, perdón, ayúdame! En estas palabras -afirma el Papa- se expresa la tensión de una existencia centrada en Dios. De alguien que ha sido tocado por el Amor más grande y vive totalmente de ese amor.
Finalmente, el Obispo de Roma, en su carta al prelado del Opus Dei, afirma que el nuevo beato "nos envía un mensaje muy claro, nos dice que nos fiemos del Señor, que él es nuestro hermano, nuestro amigo que nunca nos defrauda y que siempre está a nuestro lado". Y añade que "nos anima a no tener miedo de ir a contracorriente y de sufrir por anunciar el Evangelio. Nos enseña además que en la sencillez y cotidianidad de nuestra vida podemos encontrar un camino seguro de santidad".
El nuevo beato
Álvaro del Portillo nació en Madrid (España) el 11 de marzo de 1914 en una familia cristiana y fue el tercero de ocho hermanos. Estudió en la Universidad y se convirtió en Doctor Ingeniero de Caminos y Doctor en Filosofía y en Derecho Canónico.
En 1935 se incorporó al Opus Dei, fundado por San Josemaría Escrivá de Balaguer el 2 de octubre de 1928 y muy pronto se convirtió en su colaborador más próximo. El 25 de junio de 1944 fue ordenado sacerdote.
El 15 de septiembre de 1975, en el congreso general convocado tras el fallecimiento del fundador, Álvaro del Portillo fue elegido para sucederlo al frente del Opus Dei. El 28 de noviembre de 1982, cuando el beato Juan Pablo II erigió el Opus Dei en prelatura personal, lo designó Prelado de la nueva prelatura y ocho años después, lo nombró obispo.
A lo largo de los años en que estuvo al frente del Opus Dei, Álvaro del Portillo promovió el comienzo de la actividad de la prelatura en 20 nuevos países y estimuló la puesta en marcha de iniciativas sociales y educativas.
Además, fue el primer rector del Colegio Romano de la Santa Cruz de Roma, erigido por el fundador del Opus Dei, y ocupó diversos cargos en el Vaticano convirtiéndose en consultor de 13 organismos de la Santa Sede. Asimismo, participó activamente en los trabajos del Concilio Vaticano II. Álvaro del Portillo falleció en Roma en la madrugada del 23 de marzo de 1994.
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