Las mayores persecuciones no son sangrientas y se producen en países evangelizados
Corrientes (AICA): “No todas las persecuciones son sangrientas, las más son de otra índole y pululan en países originariamente evangelizados por la Iglesia. Nos basta -para confirmar esta conclusión- leer algunos comentarios, en forma de corolario de la publicación de ciertos temas e informaciones. ¡Cuánto prejuicio ideológico hallamos allí y cuánto odio sectario!”, cuestionó en su sugerencia para la homilía el arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna. El prelado atribuyó este tiempo de persecución a la intolerancia y a la persistencia del mal.
El prelado advirtió que este es un “tiempo de persecución, fruto de la intolerancia y de la persistencia del mal. Como ocurrió en otros momentos de la historia, algunos no tan lejanos, se han suscitado innumerables mártires. Hoy recrudecieron esas persecuciones y los mártires se cuentan en número cada vez más creciente”.
“No todas las persecuciones son sangrientas, las más son de otra índole y pululan en países originariamente evangelizados por la Iglesia. Nos basta - para confirmar esta conclusión - leer algunos comentarios, en forma de corolario de la publicación de ciertos temas e informaciones. ¡Cuánto prejuicio ideológico hallamos allí y cuánto odio sectario!”, cuestionó en su sugerencia para la homilía del próximo domingo.
No obstante, sostuvo que “la Iglesia perseguida y denostada debe, a sus perseguidores, el anuncio de Cristo Redentor. Su propósito es, y lo será siempre, reaccionar evangelizándolos. Es el bien que vence al mal, y el odio que es derrotado por el amor”.
Texto de la sugerencia
1.- Hacer la voluntad del Padre. Poner las cosas en su lugar - y las mismas personas - no es nada fácil. Jesús lo hace magistralmente. Así lo enseña a sus discípulos. El ejemplo propuesto no da lugar a respuestas complicadas. El que obró con rectitud es quien, habiéndose negado a cumplir la orden del padre, luego recapacitô y la cumplió. En cambio el otro, discurseador y embustero, promete cumplir su promesa al Padre y termina haciendo lo que se le antoja. ¿En cuál de los dos estamos ubicados? Hay muchos de los segundos y pocos de los primeros. Por eso el discurso está despretigiado y la gente exige obras. Sabemos el poco aprecio que tiene nuestro pueblo por las promesas de sus dirigentes. No obstante existe siempre una expectativa razonable; me refiero a su cumplimiento. Las lecciones que nos proporciona el Evangelio disponen de una amplitud asombrosa. Les cabe a todos, no únicamente a los creyentes. Muchos intelectuales honestos, aún no llegados a la fe, se detienen en sus enseñanzas, constituidas en normas para un comportamiento ético auténticamente humano.
2.- Hacer el bien y rechazar el mal. Nada se puede imponer a nadie, pero, no todo lo que la persona puede hacer es bueno para ella o indiferente. Lo que es bueno y lo que es malo poseen como base una sana racionalidad. Cada uno debe discernir lo que tendrá que elegir. La conciencia bien formada sabe que debe impartir, a la voluntad, la orden de adoptar el bien y rechazar el mal. Quien hace lo que no debe, porque es malo, recibe la desaprobación de su conciencia si no está completamente deformada por el mal. ¡Qué importante es sanear la conciencia si deseamos emprender un camino de rectitud y de renovación! Para ello se hace urgente que los educadores formulen las premisas que deban ser observadas, en la educación de la libertad de sus educandos. El gran educador es Cristo, y modelo incuestionable de todo educador. Dicen que los santos son prácticos porque hacen lo que deben, ni bien se notifican de lo que Dios quiere de ellos. Jesús exhorta constantemente a llevar a la práctica la voluntad del Padre. Para los hombres aparece imposible conocer lo que Dios quiere, sin que su Enviado se lo manifieste. Cristo, que ha venido de Dios, porque es Dios, constituye esa "Revelación". En Él vemos realizado el proyecto divino del hombre auténtico. Cuando se ofrece como realizador de la voluntad del Padre - "Mi comida y mi bebida es hacer la voluntad de mi Padre" - presenta el único proyecto de la persona humana cabal. El pecado pone a los hombres en las antípodas de su auténtica realización. Por eso Cristo se presenta para combatir y vencer el pecado, y su inevitable consecuencia: la muerte. Sin lugar a dudas Cristo no puede ser encerrado entre los márgenes rígidos de una confesión religiosa, aúnque sea la que Él inauguró y sostiene. Se salvan quienes "hacen la voluntad de su Padre" aunque no se encuentren dentro de los límites sacramentales de la Iglesia Católica. Esta Iglesia está al servicio de la conversión de todos los hombres a la voluntad del Padre, de la que Cristo es la perfecta revelación.
3.- Recrudecimiento de la persecución religiosa. Por su comportamiento entre los hombres, se convierte en el único Camino que conduce - a quienes están dispuestos a seguirle - a cumplir ese exclusivo plan de Dios. No hay otro. Existen los profetas y algunos líderes religiosos que preparan y acercan la venida de Jesucristo, el Hijo único de Dios encarnado. Debe ser presentado a todos los hombres y mujeres, para que puedan elegir con libertad la Verdad personificada en Él. Los Apóstoles son conscientes de la grave responsabilidad de anunciarlo y de ser testigos de la gracia - que mana de su Persona - y hace posible esa opción de vida. La Iglesia es heredera de los Apóstoles y, como ellos, testigo de la divinidad de Jesús. Debe hacerse escuchar, aunque sufra las más crueles persecuciones por parte de quienes no toleran ni soportan su mensaje. La caridad, máximo precepto evangélico, es el distintivo de los cristianos como discípulos del Señor; la evangelización nace del amor que la Iglesia debe a todos los hombres, incluso a quienes "la persiguen y calumnian". Nos encontramos en tiempos de persecución, fruto de la intolerancia y de la persistencia del mal. Como ocurrió en otros momentos de la historia, algunos no tan lejanos, se han suscitado innumerables mártires. Hoy recrudecieron esas persecuciones y los mártires se cuentan en número cada vez mås creciente.
4.- El bien que vence al mal y el odio que es derrotado por el amor. No todas las persecuciones son sangrientas, las más son de otra índole y pululan en países originariamente evangelizados por la Iglesia. Nos basta - para confirmar esta conclusión - leer algunos comentarios, en forma de corolario de la publicación de ciertos temas e informaciones. ¡Cuánto prejuicio ideológico hallamos allí y cuánto odio sectario! No obstante, la Iglesia perseguida y denostada debe, a sus perseguidores, el anuncio de Cristo Redentor. Su propósito es, y lo será siempre, reaccionar evangelizándolos. Es el bien que vence al mal, y el odio que es derrotado por el amor. La perdurabilidad de la Iglesia a través de los siglos y milenios responde al amor que la hace vivir en Dios y Dios en ella.+
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