Un retiro espiritual para “renovar el amor, la vocación, la alegría de la fe y la esperanza”
Gualeguaychú (Entre Ríos) (AICA): El obispo de Gualeguaychú, monseñor Jorge Lozano, destacó la experiencia vivida junto con los sacerdotes diocesanos durante el retiro espiritual que compartieron en la abadía del Niño Dios, en la ciudad de Victoria. Fue “un tiempo de oración y descanso en el amor de Dios. Escuché decir a alguien que es como ‘cargar pilas’. Pero es más que eso. Es renovar el amor, la vocación, la alegría de la fe y la esperanza”, aseguró en su columna semanal y agregó: “Queremos estar delante de Dios con los rostros de los hermanos, y ante los hermanos con el rostro de Dios. Presentar la vida como viene, con sus heridas y victorias, con sus luces y sombras. Mostrar la presencia de Dios fiel a su promesa y su ternura por cada uno de nosotros”.
En este sentido, el prelado se refirió retiro espiritual que compartió con los sacerdotes de la diócesis en la Abadía del Niño Dios, en la ciudad de Victoria.
“Un tiempo de oración y descanso en el amor de Dios. Escuché decir a alguien que es como ‘cargar pilas’. Pero es más que eso. Es renovar el amor, la vocación, la alegría de la fe y la esperanza”, destacó y agregó: “En la vida nos hace falta cada tanto revisar y corregir rumbos. Tal vez apenas un poco, a quizás algo más significativo. Todos necesitamos conversión; cambiar aquellas cosas que en mi vida no reflejan los sentimientos y gestos de Jesús”.
Tras recordar una predicación de San Agustín y dichos del papa emérito Benedicto XVI, sostuvo: “Los seres humanos estamos en búsqueda de plenitud. Anhelamos la felicidad permanente”.
“Estar de retiro es dedicarse a pasar tiempo de la vida con el amigo que nos renueva la confianza que nos tiene, y por eso nos vuelve a llamar y enviar. Una poesía dice que ‘lo que el árbol tiene de florido, vive de lo que tiene sepultado’”, indicó citando al escritor José Luis Bernárdez.
Por último, monseñor Lozano señaló que “queremos estar delante de Dios con los rostros de los hermanos, y ante los hermanos con el rostro de Dios. Presentar la vida como viene, con sus heridas y victorias, con sus luces y sombras. Mostrar la presencia de Dios fiel a su promesa y su ternura por cada uno de nosotros”.+
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