Cristo es la esperanza de una vida mejor, dice Mons. Martorell
Puerto Iguazú (Misiones) (AICA): El obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, aseguró que el Señor “es la respuesta, el alivio y la esperanza” para tantos hombres sufrientes, al comentar el evangelio dominical. Observó que es deber de la Iglesia y de todo cristiano llevar la Palabra a los hombres y celebrar los misterios.
“El domingo de hoy nos inserta en el mundo del dolor, ese mundo tan habitual en nuestras vidas, y del que ciertamente no podemos habituarnos a él. No deseamos sufrir, buscamos más bien lo contrario”, consideró el prelado al inicio de su predicación.
“Sin embargo –agregó- el sufrimiento de cualquier tipo es parte de nuestras vidas, porque desde que el hombre pecó ‘entró el mal en el mundo’ e hirió el corazón del hombre”, dijo.
“La liturgia de la Palabra de este domingo se mueve en ese marco”, aseguró el obispo, que comentó el pasaje del Libro de Job, en el que éste cuenta sus propias tribulaciones, sin por ello caer en la desesperanza, porque cree en Dios y lo invoca en todo momento.
Luego, monseñor Martorell comentó el pasaje del Evangelio según san Marcos, en el que Jesús aparece sanando a los enfermos y endemoniados que acudían en multitud a buscarlo. Jesús, el Cristo, “alivia el dolor de los enfermos y eleva el alma de los sufrientes”.
“Predica, y con su predicación, da luz a los espíritus y revela el amor de Dios por todos los hombres de la tierra y los lleva a creer en él. Dios cura las enfermedades del alma y también del cuerpo…y cuando no cura la enfermedad, da la luz que enseña a llevarlo con esperanza y amor para que el sufrimiento produzca frutos de vida eterna”, expresó.
“Cristo obra la salvación y ella debe perpetuarse para siempre, hasta que Él vuelva, y para ello encomienda a la Iglesia y en ella con sus dones a todo creyente”, añadió.
Monseñor Martorell expresó que la predicación del evangelio y la comunicación eucarística de Cristo “alivia el corazón del hombre que busca una respuesta a su vida llena de dolor, de cualquier dolor”.
“Cristo será la respuesta, el alivio y la esperanza de una vida mejor, para lo seres humanos de ayer cuando caminaba en medio de ellos, de hoy en el corazón de la Iglesia sufriente, y la realización de la vida nueva y definitiva, cuando él venga en su gloria. Por eso, llevar la palabra «ay de mi si no predicara» y celebrar los misterios es una obligación para la Iglesia y un deber para todo cristiano”, observó el prelado.
“Cristo quiere aliviar los corazones que sufren y salvar de la iniquidad a los que llevan los males morales al mundo. Son los enfermos los que necesitan del médico y no los sanos… esa fue la propuesta de Cristo a los fariseos. La confianza en él tiene que mover el corazón nuestro a una respuesta fe y de amor que cambie nuestras vidas. Pues de ellas depende la salud del mundo entero. Y así como el hombre busca alivio a sus enfermedades a través de la ciencia, cuanto más avanza, mayor tiene que ser su confianza en Dios, pues ella, la ciencia, es también un don de Dios en la inteligencia de la mente del hombre”, concluyó el prelado.+
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