Mons. García alentó a los jóvenes a animarse a vivir una vida abundante y buena
San Justo (Buenos Aires) (AICA): El obispo de San Justo, monseñor Eduardo García, alentó a los jóvenes a animarse a “vivir una vida que no tiene límite, una vida abundante y buena”, a “pensar algo grande para sus vidas, es la única manera de no caer arrastrados por la pavada existencial que achica la vida” y a “la vida en serio, a leer la vida en clave de vocación”. “Cuando descubrimos nuestro lugar en el mundo y en la historia, nada nos puede parar y somos capaces de pelear, sangrar y amar con locura porque descubrimos la manera de ser cada día más nosotros mismos y de hacer cada día más luminoso el mundo que Dios nos regaló”, aseguró e interpeló: “¿Se animan? Dios no falla, Jesús vale la pena”.
“Sin ir más lejos, el Viernes Santo mientras hacíamos el Vía Crucis por uno de nuestros barrios a las tres de la tarde, vimos un chico de no más de 16 años tirado al borde la ruta y abrazado un asiento de auto roto, totalmente ‘pasado de rosca’. Nadie se asombraba demasiado porque parecía parte del paisaje habitual”, lamentó.
En un mensaje a los jóvenes, el prelado aclaró que “esto no es para pinchar la alegría de la Pascua, sino para darnos cuenta de la necesidad que tenemos de vivirla en serio y a fondo. El desafío está, es bien urgente y exigente”.
Monseñor García aseguró que también para las chicas y chicos “hay un llamado. Es la hora, en esta historia nuestra de cada día de ser testigos de Cristo, y por eso testigos de la Vida. Testigos del que lo dio todo en un madero por un amor entrañable a todos los hombres, pero sobre todo al hombre en el dolor. Testigos del que fue levantado del sepulcro y se puso en pie marcando un rumbo claro y gritándonos que el amor: ‘ni la misma muerte lo puede matar’”.
“Testigos de que hay alguien que abrazado por el Padre, nos abraza también a nosotros porque nos ama. Testigos de que alguien nos quiere, que nos mira, se involucra y acompaña nuestro andar, muchas veces a los tumbos”, agregó.
El obispo sostuvo que “Jesús resucitado nos llama a ser testigos que comuniquen la experiencia de la Buena Nueva del Evangelio: esa manera nueva de ver las cosas desde los ojos de Jesús. Testigos que muestran una nueva manera de pensar, de sentir, amar, actuar, como lo hizo Jesús. Testigos que se animan a un nuevo estilo de vida que se convierte en cuestionamiento de otros estilos de vida, que terminan siendo estilos de muerte”.
Asimismo, los animó a “entrar en la escuela del Maestro para aprender a vivir. Anímense a dejarse mirar por Él y a sentir el fuego del amor verdadero que nos quema y que necesita llevarse a los otros para que esa llama siga ardiendo. Anímense a vivir una vida que no tiene límite, una vida abundante y buena. Anímense a pensar algo grande para sus vidas, es la única manera de no caer arrastrados por la pavada existencial que achica la vida”.
“Jesús resucitado les dice: no tengan miedo, abran su corazón, entreguen su vida con radicalidad a una causa que vale la pena, la causa del Reino”, subrayó.
Por último, monseñor García los alentó a animarse “a la vida en serio, a leer la vida en clave de vocación. Cuando descubrimos nuestro lugar en el mundo y en la historia, nada nos puede parar y somos capaces de pelear, sangrar y amar con locura porque descubrimos la manera de ser cada día más nosotros mismos y de hacer cada día más luminoso el mundo que Dios nos regaló” e interpeló: “¿Se animan? Dios no falla, Jesús vale la pena”.+
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