"Ícono de este amor es la Síndone, que también esta vez atrajo a mucha gente aquí en Turín", agregó el Papa. "La Sábana Santa -continuó- atrae hacia el rostro y el cuerpo martirizado de Jesús y, al mismo tiempo, impulsa hacia el rostro de toda persona sufriente e injustamente perseguida. Nos impulsa en la misma dirección del don de amor de Jesús. «El amor de Cristo nos apremia»; estas palabras de san Pablo eran el lema de san José Benito Cottolengo".
Recordando el ardor apostólico de tantos sacerdotes santos de esta tierra, desde Don Bosco, a quien los salesianos celebran en el bicentenario de su nacimiento, Francisco saludó con gratitud a los sacerdotes y religiosos: "Ustedes se dedican con empeño al trabajo pastoral y son cercanos a la gente y a sus problemas. Los animo a llevar adelante con alegría su ministerio, apuntando siempre a lo que es esencial en el anuncio del Evangelio. Y mientras les agradezco a ustedes, hermanos obispos del Piamonte y del Valle de Aosta, por su presencia, los exhorto a estar junto a sus sacerdotes con afecto paterno y calurosa cercanía".
"A la Virgen Santa -añadió- le confío esta ciudad y su territorio, y aquellos que lo habitan, para que puedan vivir en la justicia, en la paz y en la fraternidad. De manera particular encomiendo a las familias, a los jóvenes, a los ancianos, a los presos y a todos los que sufren; hoy un recuerdo especial para los enfermos de leucemia en el Día Nacional contra la leucemia, el linfoma y el mieloma".
Antes de rezar el Ángelus, Francisco encomendó a los piamonteses a la Virgen y recordó sus raíces: "María de la Consolación, reina de Turín y del Piamonte, fortalezca su fe, asegure su esperanza y fecunde su caridad, para ser 'sal y luz' de esta tierra bendita, de la que yo soy nieto”.+
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