“Cuídense de no caer en el pecado de tibieza”, pidió el Papa a los consagrados
El encuentro del Pontífice con el clero y los religiosos y religiosas comenzó con el saludo del vicario apostólico de Isiolo y presidente de la Comisión para el Clero y los Religiosos de la Conferencia de Obispos Católicos de Kenia, monseñor Anthony Ireri Mukobo IMC.
Seguidamente el padre Felix J. Phiri, Mafr, presidente de la Conferencia de Superiores Religiosos de Kenia (RSCK) y la hermana Michael Marie Rottinghaus, presidente de la Asociación de Comunidades de Kenia (AOSK), compartieron su testimonio con el Pontífice y todos los presentes.
El papa Francisco comenzó su discurso pidiendo disculpas por no poder hablarles en inglés, ya que “es muy pobre y no podría decirles lo que me gustaría”, por eso dijo Francisco voy a hablarles en español “de mi corazón al corazón de ustedes”.
En el mensaje, el Santo Padre recordó que “San Pablo le decía a sus discípulos ‘acordate de Jesucristo, acordate de Jesucristo crucificado’”, y señaló que “cuando un consagrado, una consagrada, un sacerdote se olvida de Cristo crucificado, pobrecito, cayó en un pecado muy feo, un pecado que le da asco a Dios, que hace vomitar a Dios, el pecado de la tibieza”.
“Queridos sacerdotes, hermanas, hermanos, cuiden de no caer en el pecado de la tibieza”, exhortó el Papa.
Francisco pidió a los sacerdotes y consagrados que “nunca se alejen de Jesús. Esto quiere decir que nunca dejen de orar. ‘Padre, pero a veces es tan aburrido orar, uno se cansa, se duerme’. Dormite delante del Señor, es una manera de rezar, pero quédate ahí delante del Señor, rezá, no dejes la oración”.
El Papa advirtió que “si un consagrado deja la oración, el alma se seca. El alma de una religiosa, de un religioso, de un sacerdote que no reza es un alma fea. Perdón, pero es así”.
El Papa dijo que Jesús “comenzó su obra el día en que nos miró en el bautismo, el día que nos miró después, cuando nos dijo ‘si tenés ganas, vení conmigo’, y bueno ahí nos metimos en fila y empezamos el camino, pero el camino lo empezó Él, no nosotros” y precisó que “en el seguimiento de Jesucristo, se entra por la puerta, la puerta es Cristo, y advirtió que “algunos quieren entrar por la ventana. No sirve eso”, subrayó.
Francisco advirtió a los sacerdotes y religiosos keniatas que hay algunas personas “que no saben para qué Dios los llama, pero sienten que Dios los llamó. Vayan tranquilos, Él les hará comprender para qué los llamó”.
“Hay otros que quieren seguir al Señor pero con interés, por interés”, advirtió el Santo Padre y recordó el caso “de la mamá de Santiago y Juan, ‘Señor te quiero pedir que cuando partas la torta le des la parte más grande a mis dos hijos, uno a tu derecha y otro a tu izquierda’”.
“Está la tentación de seguir a Jesús por ambición, ambición de dinero, ambición de poder”, indicó, y subrayó que “en la vida del seguimiento de Jesús no hay lugar ni para la propia ambición ni para las riquezas ni para ser una persona importante en el mundo”.
El Papa aseguró que “la Iglesia no es una empresa, no es una ONG, la Iglesia es un misterio, es el misterio de la mirada de Jesús sobre cada uno, que le dice ‘sígueme”.
El Santo Padre también destacó que “evidentemente que Jesús cuando nos elige no nos canoniza. Seguimos siendo los mismos pecadores”.
“Todos somos pecadores. Yo el primero, después ustedes. Pero nos lleva adelante la ternura y el amor de Jesús”, dijo.
El Papa alentó a los sacerdotes y consagrados a que “nunca dejen de llorar”, pues “cuando a un sacerdote, a un religioso, religiosa, se le secan las lágrimas, algo no funciona”.
“Llorar por la propia infidelidad, llorar por el dolor del mundo, llorar por la gente que está descartada, por los viejitos abandonados, por los niños asesinados, por las cosas que no entendemos, llorar cuando nos preguntan: ¿por qué?”, alentó Francisco.
Por último el Pontífice subrayó que “todo el que se dejó elegir por Jesús es para servir, para servir al pueblo de Dios. Para servir a los más pobres, los más descartados, los más humildes, para servir a los niños y a los ancianos, para servir también a la gente que no es consciente de la soberbia y del pecado que lleva adentro”.
El Papa concluyó agradeciendo a los sacerdotes, religiosas, religiosos y seminaristas por “animarse a seguir a Jesús”.
El encuentro concluyó con la bendición apostólica y el canto del Salve Regina en latín. Pero antes de abandonar el campo deportivo, el Santo Padre volvió sobre sus pasos para decir a los asistentes: “Les agradezco el buen rato que pasamos juntos, pero yo tengo que salir por esta puerta porque están los niños enfermos de cáncer. Y quisiera verlos a ellos. Y darles una caricia. A ustedes les agradezco mucho. Y ustedes los seminaristas, que no los nombré pero están incluidos, están incluidos en todo lo que dije. Y si alguno no se anima por este camino, está a tiempo, busque otro trabajo, cásese y haga una buena familia”.+
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