Comentando el Evangelio que la liturgia propone para este día, el Santo Padre se centró en las preguntas que Jesús hace a sus discípulos y a la gente, sobre la identidad del Mesías. “En el Evangelio de hoy Jesús pone a sus discípulos dos preguntas. La primera: ¿La gente quién dice que es el Hijo del Hombre? (Mt 16,13) es una pregunta que demuestra cuánto el corazón y la mirada de Jesús están abiertos a todos. A Jesús le interesa lo que la gente piensa no para contentarla, sino para poder comunicarse con ellos”.
Es necesario saber lo que la gente piensa, afirmó el Pontífice, manteniendo el contacto con la realidad, teniendo en cuenta sus alegrías, sus tristezas, sus triunfos y sus fracasos, este es el único modo para poder ayudarlos. “Es el único modo para hablar a los corazones tocando sus experiencias cotidianas: el trabajo, la familia, los problemas de salud, el tráfico, la escuela, los servicios sanitarios… es el único modo para abrir sus corazones a la escucha de Dios. En realidad, cuando Dios quiso hablar con nosotros se encarnó. Los discípulos de Jesús no deben olvidar jamás de dónde han sido elegidos, es decir, entre la gente, y no deben caer jamás en la tentación de asumir actitudes indiferentes, como si lo que la gente piensa y vive no le incumbe y no fuera para ellos importante”.
Deben tener siempre presente la pregunta que la Iglesia transmitió desde sus inicios: ¿Quién es Jesús para los hombres y mujeres de hoy? Para responder a esta pregunta, el Papa dijo que es necesario realizar la experiencia de Dios. “Por esto, es necesario madurar una fe en personal en Él. Y es ahí cuando Jesús pone la segunda pregunta a sus discípulos: ¿Y ustedes, quién dicen que soy yo? (Mt 16,15). Pregunta que resuena todavía hoy en la conciencia de sus discípulos, y es decisiva para nuestra identidad y nuestra misión. Solo si reconocemos a Jesús en Su Verdad, seremos capaces de mirar la verdad de nuestra condición humana, y podremos dar nuestra contribución a la plena humanización de la sociedad”.
Sólo anunciando la “recta fe” en Jesucristo podremos construir un nuevo humanismo y una nueva sociedad, precisó el Sucesor de Pedro, este es el único modo de mantener nuestra identidad cristiana; solo penetrando y descubriendo el misterio del Hijo de Dios hecho hombre podremos penetrar y descubrir el misterio de Dios y el misterio del hombre. “También hoy, queridos hermanos y hermanas, nuestra alegría es compartir esta fe y responder juntos al Señor Jesús: ‘Tú para nosotros eres el Cristo, el hijo del Dios vivo’. Nuestra alegría también es ir contra corriente y superar la opinión corriente, que hoy, como entonces, no logra ver en Jesús más que un profeta o un maestro”.
“Nuestra alegría es reconocer en Él la presencia de Dios, el enviado del Padre, el Hijo hecho instrumento de salvación para la humanidad. Esta profesión de fe que Simón Pedro proclamó permanece también para nosotros. Esta no representa solo el fundamento de nuestra salvación, sino también el camino a través del cual esa se realiza y la meta a la cual tiende”.
El Pontífice explicó que en la raíz del misterio de la salvación está de hecho la voluntad de un Dios misericordioso, que no se quiere rendir frente a la incomprensión, la culpa y la miseria del hombre, sino que se dona a él hasta hacerse Él mismo hombre para encontrar cada persona en su condición concreta.
“Esta verdad de la fe es verdad que escandaliza, porque pide creer en Jesús, el cual, aun siendo Dios, se despojó, se abajó a la condición de servicio, hasta la muerte de cruz, y por eso Dios lo hizo Señor del universo”, precisó el Papa.
Al finalizar la homilía el Pontífice señaló que Dios y el hombre son los dos extremos de una oposición: “se buscan desde siempre, porque Dios reconoce en el hombre su propia imagen y el hombre se reconoce solo mirando a Dios”.+
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