Francisco: La mayor crisis de la educación es que cierra las puertas a la trascendencia
El Congreso, promovido por la Congregación para la Educación Católica para conmemorar los 50 años de la declaración sobre la educación cristiana Gravissimum educationis del Concilio Vaticano II y los 25 años de la Ex corde Ecclesiae, la constitución apostólica de san Juan Pablo II que rige a todas las universidades católicas del mundo.
“No se puede hablar de una educación católica sin hablar de humanidad -dijo el Papa- porque precisamente la identidad católica es Dios que se hizo hombre”. “Educar cristianamente no es solo hacer una catequesis. Esta es una parte.
El Santo Padre dijo luego que “educar cristianamente no es solo hacer catequesis. No es solo hacer proselitismo, no lo hagan nunca en las escuelas. Es en realidad llevar adelante a los jóvenes en los valores humanos, en toda la realidad, incluida la trascendencia”.
“Hoy –prosiguió– existe la tendencia de un neopositivismo, de educar en las cosas inmanentes, y esto se da en los países cristianos y en los de tradición pagana. La crisis más grande de la educación es cerrar las puertas a la trascendencia. Es necesario educar humanamente con horizontes abiertos porque ningún cierre sirve para la educación”.
“Una cosa que ayuda es una cierta y sana informalidad respetuosa que hace bien a la educación porque se confunde formalidad con rigidez y donde hay rigidez no hay humanismo. Allí no entra Cristo porque las puertas están erradas. El drama del cierre comience en las raíces de la rigidez. El pueblo quiere otra cosa, quiere convivencia, diálogo”.
El Papa dijo después que actualmente “el pacto educativo entre familia y escuela está roto. Se debe volver a comenzar. También el pacto educativo entre familia y Estado se rompió, a menos que sea un Estado ideológico, estas dictaduras del último siglo. Entre los operarios mal pagados hay personas, esto quiere decir que el Estado no tiene interés: si lo tuviese las cosas no andarían así”.
“Es cierto que no solo los vínculos educativos se rompieron. También se rompieron en la educación y la convirtieron en demasiado selectiva y elitista. Parece que tienen derecho a la educación las personas de un cierto nivel pero ciertamente no tienen derecho a la educación todos los niños: esta es una realidad mundial que nos avergüenza. Es una realidad que nos lleva hacia una selectividad humana que en vez de acercar a los pueblos los aleja: aleja a los ricos de los pobres, aleja una cultura de otra”.
Luego de ofrecer esta explicación, el Papa resaltó que es “aquí viene nuestro trabajo: buscar caminos nuevos, lo mismo que hizo Don Bosco en los tiempos de la peor masonería: buscó educación de emergencia y hoy se requiere esta educación de emergencia”.
En esta educación, precisó, “hay un lenguaje de la cabeza, del corazón y de las manos. La educación debe tomar estos tres caminos y enseñar a pensar, ayudar a sentir bien y acompañar en el hacer para que los tres lenguajes estén en armonía”.
“La verdadera escuela debe enseñar conceptos, hábitos y valores. Y cuando una escuela no es capaz de hacer esto entonces es selectiva, exclusiva y para pocos. Creo que la situación es grave porque lleva a seleccionar a los superhombres pero solo con el criterio del interés. Detrás de esto siempre está el fantasma del dinero que arruina la verdadera humanidad”.
Para el papa Francisco “un educador que no sabe arriesgar no sirve para educar. Los padres que no saben arriesgar no educan bien. Arriesgar racionalmente significa enseñar a caminar. Educar en esto: si te caes te levantas y sigues adelante. El verdadero educador debe ser maestro del riesgo razonable”.
Tras recordar su viaje a Paraguay en donde visitó un barrio de las periferias de la capital Asunción, el Papa resaltó la importancia de educar a las personas de este tipo de lugares, algo que no es “solo beneficencia” sino que presenta el desafío de “hacer crecer en humanidad, inteligencia, en valores para que puedan seguir adelante y llevar a otros experiencias que no conocen y llevar de la mano por el camino hasta donde sea posible. ¡Educación de emergencia!”
El Santo Padre dijo luego que en medio de esta “tercera guerra mundial a pedazos” está la tentación de “defenderse con muros” ante lo cual aparecen las obras de misericordia como antídoto.
“Piensen durante el Jubileo. ¿En educación como puedo hacer las obras de misericordia? Son las obras del amor del Padre. Cómo hacer para que el amor del Padre llegue a la obra educadora”.
Al concluir, el Pontífice agradeció a “los educadores que son mal pagados y agradezco todo lo que hacen. Debemos reeducar en la civilidad, a Europa. Debemos llegar también a los que no creen. La pasión por la educación lleva a humanizar a la gente”.+
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