Allí, entre los sin techo romanos, el papa Francisco aseguró que a Dios no se lo encuentra en el dinero ni el poder, sino “en la humildad y en la pobreza”. Porque “los honores, los estudios y el dinero no abren la puerta del cielo”. El cielo es sólo para los “descartados” y los que se preocupan de ellos.
“Ésta es la puerta del Señor. Ábranse las puertas de la justicia”. Y se abrió la sencilla puerta, que da a una pequeña sala, donde se habilitó la mesa del altar. Sin maestros de ceremonia, acompañado por un diácono y algunos sacerdotes.
Rodeado de una gran sencillez el Pontífice celebró la Santa Misa, ante los huéspedes habituales del hogar, el Pontífice expresó, -en una homilía improvisada-, que “Dios viene a salvarnos y no encuentra mejor manera de hacerlo que caminar con nosotros, hacer nuestra vida. El Señor no elige una gran ciudad de un gran imperio, no elige una princesa, una condesa para madre, una persona importante, ni un palacio de lujo”
“María es una joven de una aldea perdida en las periferias del imperio romano. Casi nadie lo conocía. José era un chico que la amaba y quería casarse con ella. Un carpintero, que ganaba el pan. Toda sencillez”
“Eran novios. Y ya saben cómo son los rumores en una aldea. José se da cuenta de que ella estaba encinta. José era justo. Y lucha incluso contra las calumnias y los rumores. Y el ángel le explica el misterio: el hijo que lleva tu novia es obra de Dios, es obra del Espíritu Santo”
“Cuando se despertó José del sueño hizo lo que le había ordenado el ángel del Señor. Y la tomó como esposa”
“Así es Dios entre nosotros. Si quieres encontrar a Dios, búscalo en la humildad, en la pobreza. Búscalo donde está escondido: en los más necesitados, en los enfermos, en los hambrientos, en los perseguidos”.
“Y Jesús cuando nos predica, nos dice cómo será el juicio nuestro. No dice: si tú eres benefactor de la Iglesia, entras en el cielo. Tú eres muy importante, has estudiado tanto, ven al cielo. Los honores y el dinero no abren la puerta del cielo. Tuve hambre y me diste de comer, enfermo y me visitaste. Jesús está en la humildad”
“El amor de Jesús es grande. Por eso, hoy, al abrir esta puerta santa quisiera que el Espíritu Santo abra el corazón de todos los romanos y los haga ver cuál es el camino de la salvación. No es el lujo ni las grandes riquezas, ni del poder. Es el camino de la humildad”
“Los más pobres, los enfermos, los encarcelados. Pero Jesús dice más, los más pecadores nos precederán en el cielo”
“El que hace caridad es el que se deja abrazar por la misericordia del Señor”
“Abrimos esta puerta hoy y pedimos dos cosas. Primero, que el Señor abra la puerta de nuestro corazón a todos. Todos somos pecadores. Segundo, que el Señor nos haga comprender que el camino de la suficiencia, de la riqueza, de la vanidad y del orgullo no son caminos de salvación”.
“Que el Señor nos haga entender que su caricia de Padre, su misericordia y su perdón va con nosotros, cuando nos acercamos a los que sufren, a los descartados de la sociedad. En ellos está Jesús”.
“Esta puerta de la caridad, la puerta de los descartados nos haga entender que ninguno de nosotros los romanos se sienta descartado. Hoy rezamos por Roma. Por todos los habitantes de Roma. Comenzando por mí, Para el que Señor nos dé la gracia de sentirnos descartados. Porque nosotros no tenemos mérito alguno. Solo Él nos da la misericordia y la gracia y para conseguirla tenemos que acercarnos a los descartados, a los pobres”
“El Señor hoy, abriendo esta puerta, le dé esta gracia a toda Roma. Dios está herido de amor y por eso es capaz de salvarnos a todos. Que el Señor nos dé esta gracia”.+
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