La ordenación episcopal fue presidida por el cardenal William Levada, prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe y arzobispo emérito de San Francisco, Estados Unidos, el mismo prelado que lo había ordenado sacerdote en 2001.
Durante su homilía, el cardenal Levada destacó la misión del nuevo Obispo como "maestro de la verdad de la santa palabra de Dios" y su experiencia al servicio de la Iglesia en la Congregación para la Doctrina de la Fe, en particular en los trabajos con las comunidades anglicanas que pedían la admisión en la Iglesia Católica y que condujeron a la elaboración de la Constitución Apostólica Anglicanorum coetibus que creó los Ordinariatos.
La Liturgia, correspondiente a la Fiesta de la Presentación del Señor, fue destacada por el purpurado como una expresión del deseo de Dios de extender su gracia y salvación a todas las personas. Las palabras de Simeón -"mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos, luz para alumbrar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo, Israel" - reflejan el deseo de comunión que inspira el trabajo de la Iglesia en la promoción de la unidad de los cristianos, de la cual la Anglicanorum coetibus señala un relevante camino al permitir a las comunidades anglicanas establecidas ser admitidas colectivamente en la Iglesia y conservar elementos de su propia tradición compatibles con la fe y la liturgia católicas.
Para el Ordinario de Nuestra Señora de la Cruz del Sur, monseñor Harry Entwistle, que dirige las comunidades anglocatólicas de Australia, la ordenación de un primer Obispo al frente de un ordinariato es señal de la solidez y continuidad de esta comunidad eclesial. "En pocas palabras, significa que estamos aquí para quedarnos", comentó a National Catholic Register. Los demás Ordinarios continúan bajo la autoridad de sacerdotes, ya que se trata de prelados que tenían un grado episcopal en el anglicanismo, pero que tuvieron que volver a ser ordenados en el sacerdocio católico.
Además, la excepción dada a estos sacerdotes, admitidos en el orden sacerdotal pese a estar casados, no puede extenderse al grado de Obispo, razón por la cual el Papa nombró a un sacerdote católico cercano a las comunidades para que pudieran contar con un Obispo propio. El paso es de gran importancia, como concluyó monseñor Entwistle: "Nos hemos convertido en una Iglesia particular. Esta es una declaración de confianza del Santo Padre".+
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