Mons. Castagna: “La Pascua es el acontecimiento transformador más revolucionario”
“Porque Cristo es el Salvador de los hombres es el Señor de la Historia. Su Pascua, que viene a ser la nuestra, es el acontecimiento transformador más revolucionario”, subrayó en su sugerencia para la homilía dominical.
“Si quienes se adhieren al Señor resucitado, por la fe, aceptan todas las consecuencias de la Pascua, pronto lograrán, en la sociedad que integran, la perfección y la auténtica felicidad de sus conciudadanos”, sostuvo, y consideró que para lograrlo es preciso “consentir en morir al pecado e iniciar la nueva Vida de la Resurrección”.
Monseñor Castagna afirmó que “cuando declaramos la absoluta necesidad de la gracia de Cristo resucitado, no hacemos más que indicar el único camino de salvación abierto a la humanidad” y agregó que “la Semana Santa constituye una buena ocasión para renovar la verdad o descubrirla, si jamás le hemos prestado la atención debida. En su adopción o rechazo se nos va la vida”.
Texto de la sugerencia
2.- La Pascua, ¡qué débil la celebración actual! Celebramos la Pascua de Resurrección cada año. Se comprueba, no obstante, un debilitamiento alarmante de los contenidos de fe en la vida personal y social de nuestros conciudadanos. Una mayoría de ellos ha recibido el Bautismo, se profesan católicos y, en contradicción con lo que dicen ser, proyectan sus existencias como si Cristo no hubiera resucitado. En el origen de ese comportamiento hay mucha ignorancia y un proceso embrionario de fe o definitivamente contrariado por la incredulidad en boga. Se expresa en la corrupción que maltrata - deteriorando toda legítima autoridad - a nuestro pueblo humilde y hambriento de paz; en el mercado de baratijas culturales que los grandes monopolios se empeñan en imponer; en las puertas cerradas a toda posibilidad - en el campo de la salud, de la educación, de la seguridad y de una honorable actividad laboral - y que vienen a enrarecer, hasta la asfixia, el clima cultural y político de la sociedad. Es lo que notamos en nuestra percepción callejera. La Pascua que celebramos trae nuevos aires, el único oxígeno respirable para un mundo futuro que los mejores ciudadanos quieren construir desde ahora.
3.- Su Pascua viene a ser la nuestra. Porque Cristo es el Salvador de los hombres es el Señor de la Historia. Su Pascua, que viene a ser la nuestra, es el acontecimiento transformador más revolucionario. Los santos, superiores a los próceres, constituyen el fruto inmediato y perfecto de la Pascua de Cristo. Si quienes se adhieren al Señor resucitado, por la fe, aceptan todas las consecuencias de la Pascua, pronto lograrán, en la sociedad que integran, la perfección y la auténtica felicidad de sus conciudadanos. Para ello, es preciso consentir en morir al pecado e iniciar la nueva Vida de la Resurrección. Cuando declaramos la absoluta necesidad de la gracia de Cristo resucitado, no hacemos más que indicar el único camino de salvación abierto a la humanidad. La Semana Santa constituye una buena ocasión para renovar la verdad o descubrirla, si jamás le hemos prestado la atención debida. En su adopción o rechazo se nos va la vida. Es triste comprobar que la incoherencia entre fe y vida sorprenda a verdaderas multitudes de mujeres y hombres. Muchos no son ignorantes de lo que ocurre, han experimentado el calor interior de la fe y han sucumbido a su sistemático debilitamiento. El esfuerzo pastoral de la Iglesia se orienta a suscitar la fe en quienes no creen y recuperarla en quienes la han contrariado gravemente por sus pecados.
4.- Todo lo bueno y verdadero es fruto de la Pascua. En mucha gente, involuntariamente alejada de la fe, su produce un saludable resto de verdad y de bondad. No aparece por generación espontánea. Existe una causa invisible que, durante estos días, ha sido explicitada por la predicación del Evangelio y por la celebración de los sacramentos. En el diálogo cordial con el mundo, la Iglesia debe identificar toda virtud - en el comportamiento cotidiano de mucha gente honesta - con esa Causa. Me refiero al Misterio de la Pascua. Al conocer el Hecho redentor se da la oportunidad de entrar en su ámbito de influencia, hasta hacerse uno con Él: ser perdonados de los pecados y conducidos a la santidad. De allí la generación de un mundo nuevo y de sociedades donde prime el orden, la justicia y la fraternidad.+
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