La recreación de la vía dolorosa de Jesucristo se inició en la Plaza Lorea, Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña, donde la cantante Patricia Sosa interpretó “Kyrie”, “Gloria”, “Credo”, “Santus” y “Agnus Dei”, temas de la Misa Criolla de Ariel Ramírez.
Fuentes de la Asociación Amigos de la Avenida de Mayo, a cargo de la organización junto con el arzobispado de Buenos Aires, estimaron que unas 10 mil personas participaron de esta nuevo edición del Vía Crucis porteño, al que Jorge Bergoglio asistía mezclado entre la gente.
"Mientras a Jesús lo están clavando en la cruz, pronuncia las palabras, Padre perdónalos porque no saben lo que hacen", recordó el purpurado en una meditación inicial.
El cardenal Poli explicó que Jesús "muestra desde el principio que se abre la puerta del corazón" y exhortó a “seguir a Jesús que nos amó hasta el extremo".
Luego, el presbítero Oscar Fabré bendijo a los presentes y advirtió que hay luces que encandilan y que otras alertan, e invitó a comenzar el camino del viacrucis poniendo la confianza en el Señor, y puso a esta expresión de fe bajo la protección de la Virgen de Luján, patrona de la Argentina.
Las meditaciones de las catorce estaciones pusieron el acento en la necesidad de llevar “la luz de la misericordia” a quienes están solos y necesitados.
“Señor te pedimos por todos los hermanos sin apoyo, por los niños inocentes condenados a una muerte prematura, los jóvenes excluidos de un futuro mejor y tantos ancianos condenados a vivir en soledad”, se rezó.
Asimismo, se pidió por “los exiliados de la guerra en Medio Oriente” y se oró para cada uno pueda seguir “cargando la cruz de Jesucristo” aun en los momentos de dificultad.
La manifestación de fe fue precedida por la imagen del Cristo del Buen Amor, una talla de poco más de 1,80 metros también conocida como el Cristo de los Futbolistas, y una imagen de la Virgen Dolorosa, realizada en 1870.
Un grupo de personas también llevó en andas una cruz penitencial de 15 metros de largo, y un peso de 130 kilogramos, como "una expresión de solidaridad a Jesús y muestra de sacrificio".
Los jóvenes de la arquidiócesis transportaron por la arteria porteña otra cruz iluminada y los niños la cruz penitencial, como "símbolo de esperanza y unión para el país que viene".
Al llegar a Plaza de Mayo se representó la crucifixión de Jesucristo, teatralizada por un grupo de actores en un escenario a modo de Monte Calvario, y cardenal Poli hizo una reflexión.
Luego se realizó la ceremonia simbólica del entierro de Jesús, cuya imagen yaciente fue llevaba después en medio de un pasillo de velas hasta la catedral metropolitana, donde fue recibida y depositada junto al altar mayor para su veneración.+
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