La Eucaristía fue concelebrada por el nuncio apostólico, monseñor Emil Paul Tscherrig; el obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Frassia y el obispo auxiliar de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Torres Carbonell, y sacerdotes del clero diocesano
Al finalizar la celebración eucarística, se acercaron también a despedirlo el obispo de Merlo-Moreno, monseñor Fernando Maletti, y el obispo de Quilmes, monseñor Carlos Tissera.
Telegrama del Papa
Monseñor Radrizzani leyó el telegrama del papa Francisco, con la firma del cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano:
“Al recibir la triste noticia del fallecimiento de monseñor Rubén Héctor Di Monte arzobispo emérito de esa arquidiócesis, su santidad el papa Francisco expresa a su excelencia su profundo sentimiento de pesar, rogándole tenga la bondad de trasmitirlo a sus familiares así como el clero comunidad religiosa y fieles de esa Iglesia particular Así mismo recordando a este abnegado pastor que con generosa fidelidad entregó su vida al servicio de Dios y de la Iglesia, el Santo Padre ofrece sufragios por el eterno descanso del difunto prelado, a la vez que como signo de fe y esperanza cristiana en el Señor Resucitado imparte con afecto la confortadora bendición apostólica a cuantos lloran tan sensible pérdida”.
Tres grandes amores
El arzobispo mercedino afirmó que monseñor Di Monte “ha regresado a Dios a quien amó y a quien sirvió” y detalló lo que consideró que fueron los “tres amores grandes” en la vida del prelado fallecido:
“El primero es un amor grande a la Iglesia a la que sirvió y a la que amó; esta Iglesia de la cual fue designado también secretario ejecutivo en el Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) de la comisión de ministerios por 6 años; después en nuestra conferencia episcopal, fue presidente de Cáritas y presidente de la Comisión de Asuntos Económicos; él vivió por la Iglesia y para la Iglesia”, aseguró.
“El segundo amor que tuvo en su vida ha sido la santísima Virgen, estoy convencido, de que podemos gozar de la belleza de este templo (la basílica de Lujan) en buena parte a la insistencia de monseñor Rubén. Cuántos viajes ha hecho a Buenos Aires para hablar con ministros, con Presidencia, con todos aquellos que han podido influir para que esta belleza se hiciera efectiva. Un amor incondicional a la Virgen Nuestra Señora de Luján. Pero no solo el amor a la Virgen de Luján, sino también a nuestra amada Madre bajo su advocación de Nuestra Señora de Fátima”, señaló.
“Y por eso un gran tercer amor de su vida: la familia misionera, que cubrió tantos desvelos. Él, en cartas que me iba indicando todos los pasos que se iban dando, tuvo y tiene 8.500 miembros aproximadamente, 30 sacerdotes. Esta familia misionera que él fue acompañando a lo largo de 30 años y con este objetivo de ser todos misioneros, lo ha llevado a recorrer muchos lugares de nuestra patria”, indicó.
El prelado dijo que “a la mitad de marzo vino a decirme que estaba por iniciar un nuevo viaje a fines de marzo y principios de abril, visitó Uruguay; una cosa que me deja admirado que con la edad, con la salud frágil y con los achaques él seguía llevando a la Virgen de Fátima y seguía anunciando el evangelio de Jesús y el amor de la madre a todos los feligreses”.
“Y finalmente lo que noto también es la centralidad de Dios, Dios ha amado sobre todo, sobre todos, ante que todo y ante que todos. En 2013 me presentó el proyecto de la casa de retiros, por eso fue buscando fondos, vendió alguna casa que le habían donado a la familia misionera, para poder hacer dicha casa”, recordó.
Monseñor Radrizzani afirmó que el prelado fallecido le dijo que quería “una casa de retiros donde vayan los que no pueden pagar, no solo sino que estoy seguro, Agustín, de que a través de una casa de retiro y a través de frecuentes retiros espirituales vamos a poder volver a tener vocaciones a la vida sacerdotal, consagrada y misionera”.
“No la pudo concluir, el Señor lo llamó antes, pero este era el ideal que él tenía. Un corazón apostólico, quería que el Reino de Dios se implante más fuertemente entre nosotros”, aseguró y concluyó: “En esta Eucaristía, en la que pedimos por su eterno descanso también a él le pedimos que interceda ante Dios y María santísima para que, como él, nosotros podamos ser fieles a nuestra vocación y al llamado que Dios nos ha hecho hasta el fin”.+
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