Mons. Marino pidió sacerdotes fuertes y valientes pero sensibles y misericordiosos

Mons. Marino pidió sacerdotes fuertes y valientes pero sensibles y misericordiosos

Mar del Plata (Buenos Aires) (AICA): “Configurados con Cristo, deberemos procurar tener un corazón como el suyo: fuerte en el coraje de la entrega por las ovejas; sensible y paciente, misericordioso y atento en la escucha de las miserias ajenas, procurando conjugar, sin nunca separar, verdad y compasión”, señaló el obispo de Mar del Plata, monseñor Antonio Marino, en la misa, celebrada en la catedral diocesana, el viernes 3 de junio, con motivo del jubileo sacerdotal, en coincidencia con la solemnidad del Sagrado Corazón, en el Año de la Misericordia.
“Configurados con Cristo, deberemos procurar tener un corazón como el suyo: fuerte en el coraje de la entrega por las ovejas; sensible y paciente, misericordioso y atento en la escucha de las miserias ajenas, procurando conjugar, sin nunca separar, verdad y compasión”, señaló el obispo de Mar del Plata, monseñor Antonio Marino, en la misa, celebrada en la catedral diocesana, el viernes 3 de junio, con motivo del jubileo sacerdotal, en coincidencia con la solemnidad del Sagrado Corazón, en el Año de la Misericordia.

Monseñor Marino, reflexionó sobre las lecturas bíblicas que corresponden este año para la celebración del Sagrado Corazón y explicó que “nos sugieren vincular el amor redentor de Cristo, con la caridad pastoral que debe impregnar totalmente la vida y el ministerio de los sacerdotes. Cristo encarna la figura del Pastor que va en busca de la oveja perdida y la carga sobre sus hombros. Aquí está nuestra identidad y nuestra misión”.

“Considerar al pueblo elegido como un rebaño y a Dios como su pastor, era emplear una metáfora que resultaba muy familiar para Israel”, indicó el prelado y añadió que “el pastor es, en esta cultura, una imagen de hombre fuerte que defiende al rebaño del ataque de los animales salvajes”. “Pero el pastor –subrayó- es también el que sabe tener delicadezas con las ovejas, el que está atento a sus situaciones y las hace descansar cuando han tenido cría”.

“De este modo, la figura del pastor, se convierte en un símbolo donde convergen dos aspectos que con frecuencia van separados en los hombres a quienes compete ejercer autoridad: por un lado, valentía y fortaleza, y por otro, delicadeza y amor”, indicó el obispo de Mar del Plata.

Después de repasar esta imagen del pastor fuerte y compasivo que en el Antiguo Testamento se le atribuye a Dios, el prelado marplatense señaló que “esta larga y paciente pedagogía usada por Dios para con su pueblo, alcanzará su pleno cumplimiento con la presencia de Jesús, quien se presenta como el Buen Pastor, lleno de fortaleza, que no huye ante el lobo ni permite que las ovejas sean arrebatadas”.

Asimismo destacó que “la dimensión comunitaria que implica la pertenencia al rebaño, no se opone al encuentro íntimo y personal con él. Son muy numerosos los pasajes que nos muestran a Jesús prestando atención misericordiosa personalizada”.

Por lo tanto monseñor Marino dijo a sus sacerdotes que esta meditación en “la fiesta del Sagrado Corazón, en este Jubileo sacerdotal, ha de servirnos para renovar nuestra conciencia acerca de nuestra responsabilidad eclesial. Mucho es lo que hemos recibido con la vocación. Mucho también lo que se nos pedirá”.

“Los buenos pastores –dijo el obispo- enseñan y guían con la doctrina, pero más aún con el ejemplo y la coherencia de sus vidas. El Evangelio debe ser nuestro continuo punto de referencia, nuestro espejo cotidiano. Que la oración incesante y la vida sacramental bien celebrada, sean el oxígeno y el alimento fuera del cual sintamos que languidecemos. El amor a la Iglesia y el desvelo por la comunión eclesial en el presbiterio, sean nuestro mejor signo de autenticidad como ministros de Cristo”.

Monseñor Marino expresó más adelante que “el mundo nos necesita, aunque nos ignore y critique. Llevemos a Cristo al mundo y no permitamos que el mundo se instale en nuestra mentalidad” y añadió: "Pensemos en la extrema gravedad de ciertas infidelidades, donde se pone en juego la salvación personal, el honor del mismo Cristo y la credibilidad de la Iglesia. Que el amor misericordioso de Cristo Buen Pastor nos libre de caer en ellas".

Finalmente el prelado invitó a los sacerdotes a dar gracias a Dios por su ministerio y subrayó que “hay muchos buenos sacerdotes, que escriben cada día silenciosamente, en la pura fe y en el compromiso de las obligaciones más ordinarias, verdaderas páginas de santidad. Existe un heroísmo oculto y cotidiano que no ocupa ni una línea en los periódicos, ni un segundo de televisión. Dios ama lo grande que ocurre en el silencio”.+

Texto completo de la homilía

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