“Esa sangre derramada hoy tiene su signo de esperanza en la casa de formación de la congregación”, dijo el padre Juan Carlos Marzolla AA, superior provincial de la región andina, en la homilía de la misa.
La jornada comenzó con el descubrimiento y bendición de una mayólica ubicada en la casa de la comunidad asuncionista, tras la lectura del texto de San Juan. A continuación el padre Roberto Favre AA, superior de la comunidad cuando fueron perpetrados los hechos, presentó una nueva edición de su libro “Carlos Antonio y Raúl 4 de junio de 1976 en memoria de ellos”.
“Me pregunto si no nos queda una tarea pendiente más allá de Carlos y Raúl”, preguntó Favre, y agregó: “Quedarse en el relato de los hechos no sirve, comentó. Y aunque no podemos llamarlos mártires, porque hay otra autoridad superior que lo debe decidir, entregaron su vida por la fidelidad al Evangelio”.
“Con sus 31 y 28 años, respectivamente, no murieron como jóvenes ingenuos ni como idealistas absurdos, sino como hombres de fe, enamorados de Cristo y entregados a su causa, pues sabían bien en quien habían puesto su fe. La muerte de los hermanos Carlos Antonio y Raúl fue consecuencia aceptada de una opción de vida por Dios y por los hombres, que procedía de su fe y de su consagración religiosa”, leyó el padre Favre de su libro.
A continuación fueron presentados los tres estudiantes de la nueva casa de formación, dos congoleños y un joven de Madagascar. Son los primeros de esta etapa formativa asuncionista, abierta internacionalmente, de habla española, con sede en el santuario de Lourdes.
La concelebración de la misa cerró tan emotiva e importante conmemoración.+
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