Mons. Ñáñez en Alta Gracia: “Nadie se va de la casa de la Madre sin llevarse algo”
Participaron de los festejos el vicegobernador de Córdoba, Martín Llaryora, el ministro de Desarrollo Social, Rodrigo Rufeil, el intendente de la ciudad de Alta Gracia, Facundo Torres Lima y el legislador provincial Walter Saieg. En su homilía, monseñor Ñáñez expresó el “sentimiento de gratitud” de la comunidad y “el agradecimiento a Dios, nuestro Señor, que nos hace este regalo”.
El arzobispo aseguró que “nadie se va de la casa de la Madre sin llevarse algo”. “La madre recibe a todos, y no retiene a ninguno. Respeta delicadamente la libertad, como Dios respeta la libertad de cada uno de nosotros”, continuó.
“Esta es nuestra casa, que no necesitamos pedir permiso para entrar. Aquí la Virgen, que nos acoge, siempre algo nos va a regalar. Aquí la Virgen Santísima siempre nos va a respetar en nuestra libertad y nos va a acompañar”, añadió, reiterando su agradecimiento al Señor.
El prelado recordó que “este centenario acontece en un marco de gracia para toda la Iglesia. Estamos transitando este año que el papa Francisco ha proclamado como el Jubileo extraordinario de la Misericordia. Venimos reflexionando sobre esto y nuestro año va en este momento alcanzando como una suerte de culmen.”
“Esto es lo que tenemos que pedirle al Señor que arraigue en nuestro corazón: el Dios en quien nosotros creemos es un Dios de entrañas de misericordia, es un Dios que acoge tiernamente a sus hijos, siempre, toda vez que uno abre el corazón y se ponga confiadamente en sus manos. La Virgen nos ama”, aseguró.
“La Virgen nos lleva a Jesús. Jesús es el mediador entre Dios y los hombres, el puente seguro”, recordó monseñor Ñáñez, afirmó que “viniendo aquí, a la casa de la Virgen, si venimos con estas disposiciones, no nos volvemos como vinimos, volvemos enriquecidos”, y recordó la frase de María: “hagan lo que Jesús les diga”.
Para finalizar, el prelado animó a los fieles a “hacer lo que Jesús diga, para que nuestra vida, la vida de nuestras familias, la vida de nuestra sociedad sea realmente más humana, más digna, como Dios quiere”. “Esto es lo que nos está diciendo Dios a todos nosotros: ‘todo lo que tengo lo quiero compartir con ustedes’. No cerremos el corazón”, concluyó.+
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