El prelado manifestó esto el sábado último, 10 de septiembre, en el programa Claves para un Mundo Mejor, que se emitió a las 9 por el Canal 9 de televisión.
Monseñor Aguer comenzó su reflexión colocando en la pantalla una vieja foto familiar y explicó a sus televidentes: “Ustedes están viendo un cuadro de época, una foto mía familiar: allí aparece mi abuelo Pierre Constant o Pedro Constante Aguer, vasco francés, con sus grandes bigotes como se usaba en ese tiempo, y los tres chicos que hay allí son mi tía Dina, (Titina le decimos) que hoy tiene 97 años y del otro lado Dante o Constante que ya murió, y el pequeñín es mi papá que también ya falleció. Mi abuelo ya era viudo en ese entonces. Papá era niño cuando perdió a su madre”.
Tras esta explicación, el prelado entró en el tema que le interesaba, y dijo: “¿Por qué les muestro esta foto? Porque mi abuelo era lechero ambulante. Más aún, yo tengo un vaguísimo recuerdo todavía de la casa de la calle Oliden 1883, en el barrio porteño de Mataderos, que era el corralón donde el abuelo tenía un carro y el caballo para repartir la leche. Viví allí de bebé, aproximadamente hasta los 2 o 3 años, hasta que papá y mamá pudieron alquilar una casa y mudarse.”
Y continuó: “¿Por qué se me ocurre ventilar estos datos personales? Porque he pensado que, de alguna manera, se relacionan con lo que ocurre actualmente con la industria lechera y, más concretamente, con el tambo. El pequeño tarrito de leche que ven en la foto me recuerda los tarros de leche enormes que tenía mi abuelo Constante en su casa”.
En seguida, dirigiéndose a las amas de casa que son las que efectúan las compras hogareñas, y que monseñor Aguer sabe que son muchas las que lo siguen semana tras semana, precisó: “Señoras: Ustedes van a comprar leche habitualmente al supermercado. ¿Cuánto les cuesta un litro? Podemos decir que cuesta entre 18 y 22 pesos. ¿Saben cuánto les pagan al productor, al que tiene que alimentar la vaca? Miren, el año pasado estaban pagando 2,10 pesos por litro. Después aumentó a 3 pesos y actualmente pagan unos 4 pesos pero ustedes pagan el litro de leche entre 18 y 22 pesos. O sea que lo que recibe el productor es más o menos el 20 por ciento del precio de venta. ¿El resto quién se lo traga? Se lo queda el oligopolio y no quiero dar los nombres pero ustedes saben que hay dos grandes marcas. Eso ha arruinado a cientos de personas”.
A continuación el prelado reveló que “en la provincia de Santa Fe, entre mayo y junio de este año, cerraron ya unos 500 tambos, lo que representa aproximadamente un 5 por ciento del total existente. Entre el año pasado y el anteaño, en la región entre Baradero y Alsina (en la provincia de Buenos Aires), donde había 7 tambos sólo uno quedó en pie y con un déficit, el año pasado, de un millón de pesos. Eso sufre el productor lechero, que tiene que preparar durante años y años un buen plantel para tener algunas vaquitas que le den unos 40 litros por día y conseguir un promedio de 27 o 28 litros. Con esta situación tiene que bajar la calidad del alimento, baja también la cantidad de la producción, etc.”.
En la conclusión de su comentario monseñor Aguer expresó: “Adónde va a llevar la cosa no lo sé; la formación de los precios supone un proceso internacional, no es solamente una cuestión argentina, que es muy complejo y no me voy a meter en eso porque no lo conozco suficientemente. Pero lo único que veo es esto: ¿Cómo es posible que esté arruinándose la industria lechera nacional? ¿Cómo es posible que cierren los tambos? ¿No le interesa eso a la economía de la Argentina?”
Y remató: “Quería plantearles esto para que cuando ustedes vayan al supermercado y compren un litro de leche a 22 pesos se acuerden no tanto de las vaquitas sino del pobre tambero que hace lo posible para sobrevivir. Espero que esto cambie lo más pronto posible porque tiene mucho que ver con la economía nacional en su conjunto”.+
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