Mensaje de Mons. Marino para la semana vocacional
Al notar que entre enero y febrero la ciudad balnearia duplicaba su población y por ende aumentaba notablemente la asistencia a misa en las parroquias y capillas de la ciudad, instituyó la semana vocacional precisamente en esta temporada y cada año se comunicaba con la feligresía mediante un mensaje referido a las vocaciones.
Lo mismo continuaron haciendo sus sucesores durante los sesenta años que transcurrieron desde 1957, los obispos Eduardo Francisco Pironio hoy Siervo de Dios; Rómulo García; José María Arancedo, actual arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina; y Juan Alberto Puiggari, ahora arzobispo de Paraná.
Monseñor Antonio Marino, actual y sexto obispo de la sede episcopal marplatense, acaba de dar a conocer su mensaje para la semana vocacional que, como se dijo, se celebrará del 4 al 12 de febrero, en el que se refiere al misterio de la vocación expuesto en tres capítulos: La Iglesia en oración por las vocaciones; Quiénes son los elegidos; y La responsabilidad de la Iglesia en el discernimiento.
Orar por las vocaciones
"En cumplimiento del mandato del Señor -comienza su mensaje monseñor Marino-, la Iglesia siempre ruega a Dios pidiendo la gracia del aumento de vocaciones a consagrar la vida por entero al servicio de Cristo y su obra redentora. Al ser un pedido expreso de Cristo, forma parte de una espiritualidad común al conjunto de los fieles.
"Sucede en la Iglesia -agrega- algo semejante a lo que pasa en una familia, cuando las necesidades y problemas urgentes ponen en juego la subsistencia y el futuro de todos. ¿Qué urge hacer entonces? Es el momento de tomar más clara conciencia de la situación y de pensar iniciativas que puedan traernos una solución o, al menos, aproximarnos a ella.
"Ante la escasez manifiesta de vocaciones (...) la primera solución que nos propone Jesús en el Evangelio es la oración. Ante un enorme campo sembrado y ya listo para la cosecha, resultan muy pocos los trabajadores: 'Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha'. Es por tanto un compromiso de los ministros de la Iglesia rezar y hacer rezar a todo el pueblo de Dios por esta intención". "La oración nos une a Cristo y nos sumerge en el designio de Dios. Si dejáramos de lado la oración en esta materia ¿cuál sería la fecundidad de la Iglesia? “El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer”.
Quiénes son los elegidos
"La vocación es un misterio de gracia y de libre correspondencia nuestra", expresa el obispo en la segunda parte de su mensaje cuando habla de quiénes son los elegidos. "El que llama -dice- es ante todo Dios, no nuestra naturaleza con sus predisposiciones psicológicas, ni los hombres que nos educan y guían, ni el ambiente familiar, aunque todo esto pueda también jugar un papel en el despertar de una vocación. Pero con claridad dice Jesús: “No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto...”.
"El fundamento de la elección divina -señala monseñor Marino- no es el tener unas brillantes dotes intelectuales o la riqueza de una personalidad atractiva. Lo que San Pablo dice en su primera carta a los Corintios de la vocación de todo cristiano, se debe también aplicar a los elegidos para una especial consagración en la viña del Señor: 'Hermanos, -dice el apóstol de las gentes- tengan en cuenta quiénes son los que han sido llamados: no hay entre ustedes muchos sabios, hablando humanamente, ni son muchos los poderosos ni los nobles. Al contrario, Dios eligió lo que el mundo tiene por necio, para confundir a los sabios; lo que el mundo tiene por débil, para confundir a los fuertes; lo que es vil y despreciable y lo que no vale nada, para aniquilar a lo que vale. Así, nadie podrá gloriarse delante de Dios”.
"Las vocaciones de especial consagración -admite el obispo de Mar del Plata- podrán surgir de hogares donde la fe marca la vida, o bien de hogares donde nadie tiene una fe viva. Las vemos surgir de hogares humildes o de medios que tienen un buen pasar. De hogares bien constituidos, según el ideal cristiano, o de familias donde los padres rompieron su vínculo primero o donde no todo se ajusta al Evangelio. En todo caso, lo fundamental será el discernimiento atento de la Iglesia".
Responsabilidad del discernimiento
Precisamente sobre la responsabilidad de la Iglesia en el discernimiento se refiere la tercera y última parte del mensaje vocacional de monseñor Marino.
"El camino hacia la decisión por el sacerdocio o la vida consagrada -dice-, no es igual en todos los casos. Siempre requiere acompañamiento y cuidado. El lenguaje eclesial habla de discernimiento espiritual", porque "cada época tiene una especial manera de entender la vida de los hombres y de hacer frente a las preguntas y desafíos que plantea la historia. Sin llegar a determinar totalmente nuestra conducta, la cultura ambiente en la cual vivimos y respiramos, con sus valores y sus deformaciones, nos condiciona e influye, muchas veces sin que nos demos cuenta" y "la crisis actual del matrimonio y la familia suele dejar en nuestros jóvenes heridas afectivas profundas y sentimiento de orfandad o de intemperie anímica. Esto no es de suyo un impedimento absoluto, pero si no se vuelve consciente y no se intenta sanar y educar estos aspectos, el terreno no será apto para que la semilla de la vocación fructifique. Es por eso que ofrecemos el servicio de un diagnóstico psicológico previo a toda decisión de ingreso, como forma de ayuda a los jóvenes, que también sirva al sacerdote en su guía espiritual".
Monseñor Marino concluye su mensaje invocando "a la Santísima Virgen María, madre y modelo de la Iglesia, para que nos descubra con su ejemplo el secreto de toda fecundidad y nos socorra con el poder de su intercesión".+
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