Así se expresó el jefe de la Iglesia Católica Ucrania, el arzobispo mayor de Kiev, Su Beatitud Sviatoslav Schevchuk, en un diálogo con tres periodistas de AICA en la sede de la eparquía (obispado) de esa Iglesia en Buenos Aires, en el barrio porteño de Floresta (Ramón L. Falcón 3960), dentro de su apretada agenda durante una corta visita al país.
El 7 por ciento del territorio ucranio está ocupado, afirmó (comprendiendo la Crimea anexada a Rusia y la Ucrania oriental), y se sufre una cruenta guerra en la zona.
“Yo deseo que la sociedad argentina esté bien informada. Que sepa que no hay una guerra civil, que una tercera parte de los soldados que defienden Ucrania, habla ruso. No hay un enfrentamiento entre los ciudadanos de habla ucrania y los de habla rusa en Ucrania. Estamos todos unidos como jamás lo estuvimos en la historia”.
Monseñor Schevchuk se expresa con soltura en castellano. Ha vivido varios años en la Argentina, tierra que ama y de la que tiene muy gratos recuerdos. y a la que tiempo que ahora ve como si hubieran sido vacaciones, Viviendo en un país que sufre la guerra, dijo que estos días de estadía en la Argentina los vivió como unas gratas vacaciones.
“Tenemos dos millones de personas desplazadas hacia el interior de nuestro país, que tuvieron que abandonar sus hogares que fueron destruidos”, señala el arzobispo, que es la cabeza de muchos millones de fieles de una Iglesia “sui iuris” (con su propio derecho) dentro de la comunión de la Iglesia Católica Universal. Sus fieles suponen el 10 por ciento de la población total de Ucrania (la mayoría es ortodoxa, en tres vertientes distintas) y hay comunidades importantes en Italia, Estados Unidos, Canadá, Australia, la Argentina, Brasil, Paraguay, Francia, Alemania, Polonia, Inglaterra, y muchos otros países, donde siguen su propio rito y costumbres.
Apunta que según cifras oficiales más de 10.000 civiles murieron en este conflicto, pero estima que la cifra real es mucho más alta: por lo menos, el doble.
“Según datos de Unicef, hay un millón de niños ucranianos víctimas directas de la guerra, y en la región oriental de Ucrania, sometida a los ataques del ejército ruso, viven doce mil niños que cada día están en peligro de muerte porque sufren los bombardeos y los enfrentamientos militares constantes. En tres años no hubo un momento de paz.”
Datos oficiales señalan que hay 136 prisioneros de guerra ucranianos, y unos 450 desaparecidos que no se sabe si están vivos o muertos. “Hagamos de todo para que esos prisioneros de guerra puedan ser liberados”, implora monseñor Schevchuk, sin perder la serenidad y apuntando al cese de la ocupación.
“Yo también hice una apelación a la comunidad internacional para que se haga algo para aliviarles su cautiverio. Según el ordenamiento legal ruso, al prisionero de guerra se le deben aplicar los reglamentos y tratados internacionales, pero con nuestros prisioneros de guerra no hay ningún respeto. Los están torturando. Las torturas que ahora se hacen en este territorio ocupado son crímenes contra la humanidad. Hay muchos soldados y civiles que fueron enterrados en fosas comunes”.
En otro momento de la conversación con AICA monseñor Schevchuk se refirió a la acción de las iglesias en estos difíles momentos que viven los ucranios en su país.
Afirmó que todos los ucranios: los ortodoxos (de las tres vertientes: del patriarcado de Moscú, del patriarcado de Kiev, y la iglesia autocéfala ucrania), los católicos (los de la Iglesia greco-católica que son el 10% de la población, y los de rito latino, el 2%), los protestantes, los musulmanes y los judíos, “estamos unidos como jamás lo estuvimos en la historia”.
“Hay una solidaridad inmensa, porque el Estado no tiene los medios para mantener un ejército. Entonces están los voluntarios que aportan el dinero para adquirir ropa y armas de defensa. Obviamente las organizaciones religiosas no podemos comprar armas, pero todo lo que sirva para proteger la vida, para recibir a los refugiados, para dar asistencia a los heridos, para salvar vidas, son las prioridades de esta acción humanitaria. Todos estamos unidos en esta acción humanitaria”, subraya. Y pondera la tarea de Caritas (grecocatólica y latina), que es muy apreciada en todo el país.
Monseñor Schevchuk destacó el gesto del papa Francisco por Ucrania, que “donó de su propio peculio cinco millones de euros, y juntó 16 millones para ayudar a las víctimas directas de la guerra en Ucrania”.
El arzobispo mayor ucranio manifestó que se sentía impulsado a hablar porque estima que “como la sociedad argentina está influenciada por la propaganda rusa, muchas veces sólo la Iglesia, los medios de la Iglesia son los únicos canales de comunicación de la verdad. Por eso aprovecho este encuentro para que los fieles católicos, los hombres y mujeres de buena voluntad, sepan lo que pasa en Ucrania, que es una guerra que provocó en Europa la crisis humanitaria más grande desde la segunda guerra mundial”.
Monseñor Schevchuk reside en Kiev, la capital de Ucrania. Su sede está a 400 kilómetros del lugar de la guerra. “Relativamente cerca, si consideramos el territorio de la Argentina que es seis veces más grande que Ucrania”.+
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