La diócesis de San Francisco tiene un nuevo diácono en camino al sacerdocio

San Francisco (Córdoba) (AICA): El obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, presidió el domingo 19 de marzo la ordenación diaconal de José María Linares. La celebración tuvo lugar en la parroquia San Isidro Labrador, en la localidad de Porteña.
Monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, obispo de San Francisco, presidió el 19 de marzo la ordenación diaconal del acólito José María Linares. La celebración tuvo lugar en la parroquia San Isidro Labrador, en la localidad de Porteña.

En su homilía, el obispo reflexionó sobre el Evangelio que narra el encuentro de Jesús con la samaritana en el Pozo de Jacob: “Necesitamos que el Señor nos mire fijo a los ojos, como a aquella frágil y afortunada mujer y, una y otra vez, nos diga palabras de salvación: ‘La hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que el Padre quiere. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad’”, señaló.

“Necesitamos que estas palabras nos arranquen de tantos miedos, mezquindades y sorderas que nos cierran en nosotros mismos y nos encierran en nuestro pequeño mundo, volviéndonos huraños, medio salvajes y entumecidos en nuestra soledad”, añadió monseñor Buenanueva, y recordó que Dios, por encima de todo “es relación, vínculo, apertura y disponibilidad, diálogo, encuentro y comunión. Es rostro amable, mano tendida y corazón abierto de amigo leal”.

Jesús nos pide y busca de nosotros “esa apertura y disposición para la amistad con Él”, indicó el obispo, “ese tipo de relación genuina y auténtica, que no conoce segundas intenciones, juegos de poder o el infantilismo del que solo tiene reclamos para los demás”.

En el Evangelio, a cambio de un sorbo de agua, Jesús le ofrece a la samaritana “una surgente viva y desbordante”, comparó el obispo, y destacó que “Dios no recrimina, ni exige, ni reclama. Solo sabe dar, ofrecer y entregarse plenamente a quien le abre un pequeño resquicio”.

Dirigiéndose al acólito José María Linares, monseñor Buenanueva expresó que a través de la gracia del diaconado “el Señor te sigue diciendo que te busca, que te ama desde toda la eternidad, que no lo detiene tu fragilidad y pobreza, sino que, por encima de todo, Él quiere colmarte siempre con sus dones”.

“La ordenación diaconal es, ante todo, un don del Dios amor para su pueblo: Él te dona su Espíritu para que te dejes transformar por la lógica de ese amor que se hace entrega de la propia vida, servicio humilde de amor, especialmente a los pobres, a los alejados y pecadores”, señaló el obispo, y le advirtió: “tendrás que vivir como diácono, no sólo hasta la ordenación presbiteral, sino a lo largo de toda tu vida. Hasta la muerte, como lo hizo, por ejemplo, San José Gabriel Brochero”.

En vísperas de la fiesta de San José, el obispo invitó al nuevo diácono a seguir el ejemplo de “este varón justo que vivió para servir a Jesús y a María” y le recordó que “el Pozo de Jacob no está lejos”, está en la Palabra que lo espera en la lectura orante de las Escrituras, la Eucaristía que alimenta y sacia más que nada, sus hermanos, los pobres y descartados, y la comunión misionera de la Iglesia y del presbiterio. “El Señor sigue allí, sediento y buscando tus ojos. Te busca para un encuentro vivo con Él, en la fe esperanzada y confiada”, afirmó, y lo animó a buscarlo apasionadamente.+

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