Aumentó en el último año la percepción de venta y tráfico de drogas en los barrios
El documento “Venta de drogas y consumos problemáticos. Una aproximación diagnóstica a las adicciones en jóvenes de barrios vulnerables” fue presentado este viernes en el campus universitario de Puerto Madero por monseñor Víctor Manuel Fernández, arzobispo rector de la UCA; Agustín Salvia, director de Investigación del Observatorio de la Deuda Social Argentina y por los investigadores Juan Ignacio Bonfiglio y Solange Rodríguez Espínola.
El tercer informe del Barómetro del Narcotráfico y las Adicciones en la Argentina advirtió que “en el período 2010-2015 se observa un importante incremento del registro de venta de drogas en el barrio. En otras palabras, aumenta de manera significativa la proporción de hogares que perciben de manera directa o indirecta que en su barrio se venden drogas ilegales”.
El estudio determinó que los valores más altos en el registro de venta de drogas corresponden a las regiones urbanas de mayor concentración de población (el Área Metropolitana de Buenos Aires y la Región Pampeana), como también al norte del país (NEA y NOA).
La UBA indicó que las regiones que registraron mayor crecimiento entre 2010-2015 fueron la Patagonia y el NEA, como también el conurbano bonaerense en el interior del Área Metropolitana, y precisó que las diferencias entre las distintas regiones no han sufrido cambios, sin embargo, se observa un aumento en la Ciudad de Buenos Aires, especialmente a partir de 2014.
Particularidades de esta problemática entre los jóvenes de asentamientos informales
• Da cuenta de la mayor vulnerabilidad de estos jóvenes frente al avance del narcotráfico y las drogas en los barrios, dado su particular contexto de exclusión social y la ausencia de un Estado protector. Este avance se expresa no sólo en los altos niveles de prevalencia y consumo problemático de diferentes sustancias psicoactivas, sino también en el aumento del tráfico y la producción de diferentes tipos de drogas (pasta base), el registro por parte de los jóvenes de una colusión político-policial y la falta objetiva de instituciones públicas de asistencia y protección.
• Las condiciones de vida de los jóvenes de barrios informales del Conurbano Bonaerense se encuentran muy deterioradas. La mitad de estos jóvenes viven en hogares con necesidades básicas insatisfechas (50,7%) y bajo la línea de pobreza (50,6%). Estas condiciones se agudizan entre las mujeres, especialmente aquellas que tienen responsabilidades familiares y las que no se encuentran ocupadas y no asisten a establecimiento educativo.
• En lo que respecta al tipo de hogar, solamente un tercio de los jóvenes (33,6%) vive en un hogar nuclear biparental. Las mujeres son quienes tienden en mayor medida a residir en otro tipo de hogares. A su vez, el 36,1% de los jóvenes tuvo algún problema grave durante su infancia y/o adolescencia, y el 29,5% algún problema moderado. El 7% de los jóvenes no posee redes de contención familiar, condición que se agudiza entre los varones que no estudian ni trabajan.
• Estos jóvenes se encuentran en gran medida excluidos del sistema educativo formal y ocupan un lugar subalterno en el mercado laboral. Solo 1 de cada 3 (35,2%) logró completar sus estudios secundarios, y solamente el 7,4% accedió a estudios terciarios o universitarios. Su situación ante el mercado laboral no es mejor: el 29,3% se encuentra inactivo. La tasa de desocupación entre estos jóvenes es del 21,7%. Solamente el 9,5% de los jóvenes se encuentran ocupados con un empleo formal de calidad (en una situación plena de derechos). Esto representa al 13,4% de los jóvenes económicamente activos. A su vez, un tercio de los jóvenes (33,9%) no estudia ni trabaja. Mientras que es el 22,8% de los varones, entre las mujeres alcanza el 43,8%.
• La mitad de los jóvenes (49,9%) fumó alguna vez en la vida y el 40,1% fumó tabaco durante el último mes. El 57,4% consumió alcohol durante el último mes. Más de un tercio de ellos (35,6%) lo hizo con una alta frecuencia (varias veces por semana). El 11,3% muestra síntomas de consumo problemático.
• El 43,7% de los jóvenes probó drogas alguna vez, el 27,3% consumió durante el último año y el 22,1%, en el último mes. Los varones son mucho más proclives al consumo de drogas que las mujeres, especialmente aquellos que no completaron sus estudios secundarios, quienes no estudian ni trabajan y los que tienen responsabilidades familiares.
• La droga ilegal más consumida es la marihuana, prácticamente coincidiendo con el consumo de drogas en general (41,7% probó alguna vez, 27,3% consumió durante el último año y 21,4% en el último mes).
• En cuanto a la pertenencia socio-residencial, es consumida de forma homogénea sin importar el grado de precariedad residencial. Los varones muestran una mayor prevalencia de consumo que las mujeres, especialmente los que no completaron sus estudios secundarios y los que no estudian y no trabajan. Entre quienes consumieron drogas ilegales alguna vez, el 32,7% tiene un consumo intensivo de marihuana, 16,3% consume regularmente y 46,5% solo de forma ocasional o experimental.
• El 17% de los jóvenes probó cocaína alguna vez, el 10,1% consumió durante el último año y el 6,1%, en el último mes. Su consumo se incrementa notablemente entre los varones, especialmente quienes no estudian ni se encuentran ocupados. El 8% de los jóvenes que probaron drogas realiza un consumo intensivo de cocaína, 5,9% lo hace de forma regular, y 24,9% lo ha hecho ocasionalmente.
• La edad promedio de inicio en el consumo de drogas se reduce entre quienes actualmente consumen cocaína y pasta base o paco. Esto daría cuenta de que cuanto más precoz es el consumo, mayor exposición a drogas más duras.
• El 2,9% de los jóvenes encuestados probó pasta base y/o paco alguna vez en su vida, el 1,7% consumió durante el último año y el 1,5%, en el último mes. El consumo aumenta considerablemente conforme aumenta la precariedad residencial. Al igual que con el resto de las sustancias psicoactivas, los varones son más proclives al consumo que las mujeres. Particularmente, los varones de que no estudian ni trabajan triplican el promedio de los jóvenes en general, y los varones con secundario incompleto duplican los valores de los jóvenes en general.
• En lo que respecta a la frecuencia de consumo, el 3,3% de los jóvenes que consumieron drogas alguna vez consume paco de manera intensiva, y el 3,2% consumió de forma ocasional. El nivel de policonsumo o consumo simultáneo es alto, alcanzando al 39,8% de los jóvenes que consumieron alguna droga durante el último año.
• En cuanto al grado de exposición o vulnerabilidad ante el consumo de sustancias psicoactivas, independientemente de su predisposición a consumir, 4 de cada 5 jóvenes (81%) consideran que les sería fácil acceder a drogas ilegales si se lo propusieran, y 3 de cada 4 jóvenes (75,9%) declaran que conocen sobre el consumo de drogas ilegales entre los miembros de su entorno (familiares, amigos y conocidos).
• El 30% de quienes consumieron alguna vez presenta signos o síntomas de dependencia. Existe una gran brecha entre varones y mujeres, siendo que los primeros obtienen más del doble. Los jóvenes con secundario incompleto presentan síntomas en mayor medida que sus pares con estudios secundarios completos, indistintamente del sexo.
• Casi 6 de cada 10 jóvenes (58,6%) dicen conocer y recordar algún programa, política o espacio de recuperación de adicciones, y solo el 7% de quienes consumen participaron en alguna ocasión. El programa ENVION del gobierno provincial es el más recordado (63,3%), seguido por el hogar Un Encuentro con Dios (40%).
• En lo que respecta a la venta de drogas en el barrio, más de la mitad de los jóvenes encuestados (55,2%) identifican que en la cuadra en la que viven se vende droga, el 62,5% conoce de la venta de drogas en su barrio, y el 28,5% reconoce que allí se produce pasta base.
El 31,7% identifica que en su barrio hay narcotráfico organizado, y la mitad de los jóvenes (48,9%) reconoce la existencia de enfrentamiento entre bandas.
• El 68,3% afirma que la policía conoce y/o participa del tráfico de las drogas en su barrio y el 27,5% afirma que los punteros políticos también lo hacen. Solamente el 12% de los jóvenes conoce de asociaciones u organizaciones que se opongan activamente a la venta de drogas en su barrio. La mitad de los jóvenes (48,8%) tiene familiares, amigos o conocidos en el barrio que han muerto por su participación en actividades ilegales.
• La violencia y criminalidad son experiencias bastante frecuentes para estos jóvenes. Más de la mitad (55,4%) considera que existen altas probabilidades de que ellos o su familia sean víctimas de un delito. Durante el último año, el 44,3% fueron víctimas de un delito ellos mismos o alguien de su familia, el 44,2% fueron testigos de un hecho de violencia en su barrio y el 37,8% en su cuadra. El 18,8% de los jóvenes se siente inseguro en su casa, el 45,4% en su cuadra, y el 61,5% en el barrio. En términos generales, las mujeres se sienten inseguras con mayor frecuencia que los varones; y el miedo al delito es mayor en los barrios con mayor precariedad residencial.
• Con respecto a su participación en actividades delictivas, el 4,8% de los jóvenes alguna vez participó en la compra-venta de drogas, 5,4% robó o asaltó alguna vez y 2,7% de los jóvenes alguna vez salió armado a la vía pública. Todos estos guarismos se incrementan conforme aumenta el grado de precariedad residencial; y entre los varones es mucho más frecuente que entre las mujeres, especialmente entre aquellos que no estudian ni trabajan y quienes no terminaron sus estudios secundarios.
• Al considerar el vínculo de los jóvenes con el sistema penal, encontramos que el 23,5% de los jóvenes fue parado por la policía durante el último año, el 12% estuvo alguna vez detenido en una comisaría, prisión o dependencia judicial, el 2,2% estuvo detenido alguna vez en un instituto de menores y el 48,4% de los jóvenes tiene familiares o conocidos que están o estuvieron detenidos alguna vez.
• Sin poder afirmar una relación de causalidad lineal, la incidencia del delito aumenta entre quienes consumieron drogas durante el último mes, y especialmente entre quienes consumen de forma intensiva. Mientras que entre los jóvenes que nunca consumieron drogas solo el 1,8% participó alguna vez de venta de drogas, el 3,1% participó en un robo o asalto y el 1,4% portó armas en la vía pública; entre quienes consumieron drogas en el último mes, fueron el 15,1%, 13,5% y 7,4% respectivamente, y entre quienes consumen de forma intensiva fueron el 15,1%, el 16,7% y el 10,4%.
• Algo similar sucede al considerar el vínculo con el sistema penal. Mientras que entre los jóvenes que no consumieron drogas solo al 16,1% lo paró la policía durante el último año, el 7,2% estuvo detenido alguna vez en comisaría, prisión o dependencia judicial, el 0,9% estuvo detenido alguna vez en un instituto de menores y el 42,3% tiene o tuvo un familiar o conocido preso, entre quienes consumieron durante los últimos 30 días fueron el 49,5%, el 28,7%, el 6,5% y el 69,7%, respectivamente; y el 60,3%, el 33,6% el 8,7% y el 71,9% de los jóvenes que consumen de manera intensiva.
• A nivel gubernamental, es de destacar actualmente la existencia de una política pública que reconoce el problema grave que en materia de adicciones, narcomenudeo y narcotráfico afecta a todo el país y a los diferentes sectores sociales. Esto se evidencia, por ejemplo, en el actual Plan Argentina Sin Narcotráfico del Ministerio de Seguridad, así como también en el Plan Nacional contra las Drogas a cargo de la Sedronar. Sin embargo, estas iniciativas, aunque muy positivas, todavía no han tenido un impacto significativo que nos permita observar un cambio cualitativo en la reducción de ambos tipos de problemas.
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